Sin duda, a los colombianos les sobran ganas de desarrollar ideas. Sin embargo, hay que generar espacios y formación al respecto. ¿Las universidades lo están haciendo?
Con hitos como el nacimiento de startups exitosas como Rappi, que, tras cinco años de fundación, ya tiene presencia en nueve países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Perú y Uruguay), cuenta con casi 10 millones de usuarios y hace parte del selecto grupo de empresas unicornio del mundo, pareciera que la cultura emprendedora en Colombia es un tema del último lustro.
Sin embargo, lo cierto es que el país, aunque dio grandes pasos en el tema entre 2014 y 2019, lleva décadas preparando a los colombianos para que sean emprendedores. Desde las universidades existen iniciativas como los centros de emprendimiento, que asesoran, incuban y consolidan proyectos empresariales de sus estudiantes.
Lo que sí podemos decir es que desde 2018 el Gobierno Nacional se ha sumado de manera activa a la tarea de formar emprendedores. El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, a través de entidades como iNNpulsa Colombia, ha ampliado las herramientas de capacitación, fortalecido el sistema de apoyo a las empresas nacientes y creado condiciones más favorables para que estas se expandan.
Solo en el 2018 la actividad empresarial total del país fue un 13 % más alta que en el año anterior y se espera que continúe creciendo los próximos cuatro años al menos al doble del ritmo, de acuerdo con el MinComercio.
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Para Andrés Guerrero, director del Centro de Emprendimiento de la Facultad de Administración de la Universidad de Los Andes, esta cifra es una muestra de que emprender no es una moda impulsada por casos de éxito como el de Rappi, sino que se ha convertido “en una forma de pensar y un estilo de vida para muchos jóvenes en el país que identifican oportunidades interesantes para autogestionar su desarrollo profesional”, explica.
Una encuesta realizada por Forbes en el marco de su especial 30 Promesas en los negocios dejó en evidencia que alrededor del 80 % de los emprendedores que lideran hoy esas organizaciones que se proyectan como las más relevantes del país, realizaron estudios de posgrado en universidades del exterior, lo que pone sobre la mesa la pregunta de si este aspecto es fundamental para dar el salto a emprender.
Para dar respuesta a este cuestionamiento, Forbes consultó a los directivos de los centros de emprendimiento de tres universidades del país, la Universidad de Los Andes, la EAN y el Colegio de Estudios Superiores de Administración (Cesa).
La edición más reciente del Reporte Global de Emprendimiento (GEM) evidencia que el 89 % de los colombianos están dispuestos a iniciar un negocio y fracasar, por lo que, a primera vista, lo que sobra es voluntad de emprender.
Sobran ganas, falta visión
Los datos de las universidades muestran que los jóvenes están interesados por emprender. Entre 2015 y 2019, el Instituto para el Emprendimiento Sostenible de la Universidad EAN capacitó a 356 emprendedores en fase de preincubación, 159 en incubación y 244 en su proceso de consolidación empresarial, según cuenta Catalina Ruiz, directora del centro.

“Ellos han aprovechado cerca de 1.200 millones de pesos en recursos de capital semilla y apalancamiento, una cantidad que ninguna institución a nivel de América Latina ha gestionado para sus emprendedores”, agrega Ruiz.
En Los Andes, cada año cerca de 300 estudiantes se vinculan al Centro de Emprendimiento de la Facultad de Administración, mientras que en el Cesa, alrededor de 460 jóvenes se capacitan al año en su Centro de Innovación y Emprendimiento Incuba, en donde reciben formación en creatividad, innovación, experiencia de usuario, emprendimiento social, entre otras temáticas.
El 62 % de la población adulta del país considera el emprendimiento como una buena opción de carrera, revela el GEM, y el 69 % de esa misma población cree que los emprendedores tienen muy buen estatus social, pero un estudio del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), revela que países como Colombia son dos veces más propensos a la creación de nuevas empresas, pero seis veces menos capaces de generar compañías con más de 50 empleados. Es decir, las ideas quedan a medias.
Para Andrés Chavarro, director de Incuba, esto tiene que ver con que el mayor problema a la hora de potenciar el emprendimiento es que existe “desconocimiento de todas las oportunidades para desarrollar empresa y poco se piensa en la innovación y la disrupción que puedan tener las mismas”.
“Desde la academia tenemos que crear las habilidades que le permitan a los estudiantes emprender en cualquier ámbito. Debemos desarrollar sus capacidades para ser creativos y disruptivos, tomar riesgos, gestionar conocimiento, aprender a rodearse de los equipos adecuados, saber gestionar sociedades y ser muy buenos comerciales para vender y conseguir fondos”, agrega.
Catalina Ruiz, de la EAN, ve cómo otro reto la necesidad de “seguir dando pasos hacia la flexibilización de la normatividad y certeza jurídica para los nuevos emprendimientos, el fortalecimiento de nuestro ecosistema de financiación en etapa temprana adecuado a las necesidades del emprendedor y la ampliación de nuevos mercados, principalmente el mercado exportador”.
De acuerdo con la directiva, ante esto la academia tiene la misión de mejorar su apuesta en la orientación de los emprendedores a identificar nuevas oportunidades de negocio sostenibles, así como acompañarlos durante el proceso de validación y puesta en marcha de sus iniciativas. “Lo básico es enseñarles a crear un pensamiento sistémico resiliente, adaptable a los cambios permanentes de su entorno”, puntualiza.
El mito del emprendedor importado
Los tres directivos consultados coinciden en negar la tesis de que estudiar en el exterior sea clave a la hora de arriesgarse a emprender. “Creo que es más un tema de divulgación de los éxitos de algunas startups que han triunfado con aliados internacionales y apoyo externo”, afirma Andrés Guerrero, de la Universidad de Los Andes.
“Desde la academia debemos desarrollar sus capacidades para ser creativos y disruptivos, tomar riesgos, gestionar conocimiento, aprender a rodearse de los equipos adecuados”
ANDRÉS CHAVARRO, DIRECTOR DE INCUBA
“Lo que sí creo es que los temas de inversión en emprendimiento están muy poco desarrollados en Colombia y que aquellas startups que buscan recursos de inversión externos tienen un proceso de crecimiento más acelerado que las que se quedan esperando a los inversionistas nacionales”, agrega.
Andrés Chavarro explica que, desde su perspectiva la iniciativa de emprender no nace de la calidad de la formación que reciben los emprendedores “en Colombia tenemos muy buenos espacios de formación, lo que nos falta es tener ‘hambre’ de ser grandes”, dice.
La diferencia con quienes no tienen oportunidad de estudiar en el exterior es que “cuando hacen programas afuera se dan cuenta de que el mundo está más cercano de lo que se piensa. Acá creemos que Colombia es un mercado grande. El emprendedor debe entender que hay oportunidades enormes, que su mercado pequeño debería ser Latinoamérica, y que crecer a Asia-Pacífico, es muy posible, con ganas, equipo y buscando los aliados correctos”.
A ese planteamiento se suma Claudia Ruiz, de la EAN, quien concluye que el desafío que le queda por resolver al sistema de educación superior del país es poder “brindar un mayor acceso a redes de enlace empresarial con enfoque exportador, y con mayor visión global”.