La inversión sostenible se ha posicionado como la única posible ruta para el futuro de la industria de los servicios financieros. Pero, ¿de qué se trata?

La sostenibilidad ha ganado un impulso importante y acelerado en la última década de cara a los grandes retos que vivimos como sociedad. En paralelo, el Covid-19 se presenta como el nuevo normal de nuestro actuar individual, político y corporativo. Este contexto, sumado a otros de igual relevancia, ha permitido que la inversión sostenible se posicione como la única ruta posible para el futuro de la industria de servicios financieros.

Pero ¿qué es la inversión sostenible? Una de las principales dimensiones que se tienen que abordar de entrada a la exploración de esta disciplina es su faceta de gestión de riesgos.

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En el mundo financiero se habla de cómo los mercados evalúan y fijan el precio de los riesgos sistémicos (o no diversificables) mientras éstos ocurran regularmente y se cuantifiquen fácilmente (a partir de incógnitas conocidas), como sucede con las tasas de interés, tasas de cambio, los riesgos políticos y cambios de ciclo económico.

Aquellos difíciles de predecir o cuantificar generan mayores impactos, como ocurre en el caso de los eventos económicos y sociales de cola larga (long tail) vistas en las pasadas crisis financieras y la pandemia actual del Covid-19.

Los riesgos ambientales, sociales y de gobierno (cuya sigla en inglés es ESG), que enfrentan la mayoría de las empresas y la sociedad, en especial por los efectos de la crisis climática, se ubican mas claramente en este segundo rango, debido a que sus dinámicas generan impactos que aún no ponderamos totalmente, sin embargo con el pasar del tiempo serán mas conocidos, mejor entendidos y significativamente relevantes a la hora de tomar decisiones en un mundo que requiere salvar los recursos y tomar decisiones más incluyentes, equitativas y sostenibles.

Por otra parte, existen diversos estudios que dan cuenta de la relación entre la mala gestión de los riesgos ESG y efectos adversos al valor accionario en los mercados. Si bien estos problemas son específicos de la empresa y dichos riesgos son diversificables en un portafolio balanceado, la creciente expectativa y escrutinio por los consumidores, inversionistas y reguladores sobre las prácticas ESG de dichos emisores, muchos no preparados para esta nueva realidad, podrían llegar a tener un impacto sistemático que crecerá en el tiempo, en especial en economías emergentes, donde esta disciplina apenas empieza a permear los mercados de capital. 

Análisis ESG como disciplina de gestión de riesgos

Si bien el gobierno corporativo es un factor ESG clave en el análisis del cómo una compañía gestiona efectivamente sus riesgos y  genera valor en el largo plazo (a menor riesgo idiosincrático, menor costo de capital, mayor liquidez que se traduce inversión para el crecimiento y rentabilidad), la gestión efectiva de riesgos ambientales y sociales, aunque parezcan remotos, comienza a cobrar cada vez más relevancia.

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Compañías con un pobre desempeño de la gestión de estos riesgos y un mal manejo de su capital humano, social y ambiental, son generalmente prospectos para la destrucción de valor y la no creación de este.

Esta pobre gestión expone a la empresa a un mayor riesgo reputacional, regulatorio, legal y económico, que generalmente se traduce en la pérdida de la confianza de sus clientes y acreedores, impactos negativos para la marca, litigios, penalidades,  o enfrentados a cambios regulatorios que inviabilizan la operación empresarial. Esto a expensas del valor accionario y capital del inversionista.

A pesar de que la adecuada gestión de riesgos ESG está intrínsecamente alineada con los intereses de los accionistas en el largo plazo, como lo demuestran estos ejemplos, la oportunidad subyacente a tener un enfoque en dichos aspectos es todavía mal entendida, la mayoría de las veces porque al hacerlo entran en conflicto con la maximización del beneficios de corto plazo, mientras que los de largo plazo, por lo menos a en primera instancia, son difíciles de cuantificar.

Costos de oportunidad en el camino a un nuevo equilibrio

Algo que empieza a apreciarse con más claridad en esta disciplina es el hecho de que dichos riesgos crecen, desarrollando una mayor correlación entre sí, lo que podría impactar el desempeño futuro de los mercados.

Si la hipótesis de que las empresas comparten riesgos ESG comunes que el mercado aún no logra cuantificar y valorar correctamente, los mercados bursátiles podrían estar expuestos a grandes riesgos y oportunidades.

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Empresas e inversionistas más expuestos a estos riesgos podrían disfrutar del beneficio del rendimiento elevado en el corto plazo, pues estos riesgos aún no están corregidos en la valoración de dichos títulos. Sin embargo, tal disfrute sería temporal, dado que acompañado del enfoque en este campo, vendrían condiciones de mayor información, escrutinio y regulación que ayudará a los mercados a corregir dichas valoraciones.

De igual manera, empresas con menores riegos ESG, todavía no cuantificados ni valorados, podrían estar transando muy por debajo de su potencial y ofrecer rendimientos superiores a los del mercado. Es igualmente importante anotar que, si por otra parte, el mercado empieza a reconocer cada vez más los riesgos ESG como sistémicos, es probable que en la transición a ese nuevo equilibrio el mercado eleve el precio y demanda de los títulos de las empresas con un riesgo ESG más bajo, favoreciendo su desempeño en el corto plazo, pero a expensas de los rendimientos esperados a futuro.

De ambos escenarios, rentabilidades superiores pero temporales en títulos de baja o alta calificación ESG, el ultimo es el más favorable, pues al reducir el costo de capital para dichas empresas –generalmente más innovadoras y mejor gestionadas– su crecimiento y expansión son facilitados, jalonando a otros pares y sectores a adoptar dichas prácticas para obtener un beneficio similar.

Esto crearía un efecto catalítico en la transformación y aceleración a modelos económicos que puedan perdurar en el tiempo, que es precisamente el objetivo primordial de los evangelistas de la inversión sostenible.

Un zoológico de escenarios

Desde el alto impacto socioeconómico de lo “altamente improbable y difícil de predecir” como los Cisnes Negros (Nassim Taleb, 2007), pasando por los “de mayor probabilidad de ocurrencia y predictibilidad, aunque sean ignorados” en su evolución al Cisne Gris, a “los peligros evidentes y de alta probabilidad que son sistemáticamente ignorados” como los  Rinoceronte Grises (Michele Wucker, 2016).

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Algo crítico que va más allá de la “visualización o predicción” inicial del riesgo, es la responsabilidad, pues en sucesos poco probables es más compleja la atribución del liderazgo y responsabilidad del actuar. Sin embargo, eludir la adopción de medidas ante lo evidente es poco justificable y, en el mundo de servicios financieros, una falla grave al deber fiduciario.

Dentro de este panorama surge un nuevo cisne, el Cisne Verde (John Elkington, 2020), que alarma y alienta lo que depara el futuro con su canto, donde el riesgo u oportunidad de la transformación de nuestro mundo dependerá de nuestro actuar como sociedad a la actual a crisis climática.

El cambio climáticoUna bomba de tiempo conocida, probable e ignorada

Tanto bancos centrales y multilaterales estiman que fuertes restricciones a las emisiones de dióxido de carbono (CO2) como medida de contención al calentamiento global podrían volver grandes partes del sector energético tradicional inoperables.

Citibank estima que de empezarse a materializar los compromisos del acuerdo de París, el sector energético tradicional incurriría en perdidas de ventas equivalentes a $100Tn USD ($100 billones de dólares en nomenclatura hispana), por no poder llegar a comercializar reservas de combustibles fósiles que no podrán ser extraídas.

De igual manera se estima que el riesgo de desvalorización bursátil por perdidas en libros relacionadas a activos que pasarán a ser inoperables (oleoductos, refinerías, plataformas petrolíferas, minas y puertos de carbón) es de aproximadamente $20-30Tn USD, lo cual es equivalente a tres cuartas partes del total estimado en libros de fondos soberanos y multinacionales del sector energético (Capital Institute 2015, Carbon Tracker, 2020).

Para dimensionar esto, los préstamos de alto riesgo subprime en los Estados Unidos que desencadenó la última crisis financiera mundial en el 2007 tenían un valor de $1,300 millones USD en el 2007.

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Si bien este no es un tema nuevo, dichas medidas de contención para contrarrestar el cambio climático no dan marcha atrás. Los presupuestos de carbono se abren campo a pasos agigantados para poder mantener el aumento al cambio climático por debajo de niveles pre-industriales (1.5 a 2 grados Celsius), dado que por encima de dicho nivel, el planeta estaría expuesto a una alta probabilidad de riesgos de sistemas físicos, biológicos y socioeconómicos, con grandes impactos para nuestra subsistencia. 

Finalmente, en este contexto se vuelve crucial un acelerado enfoque en el manejo adecuado de los riesgos ESG en las empresas y, dentro de estos, los ambientales y en especial aquellos relacionados a la alta exposición al carbono. Solo así nuestros mercados podrán garantizar el estricto cumplimiento del deber fiduciario que adquirimos cuando los clientes depositan su confianza en nosotros.

Solo con una visión holística del riesgo y nuestro mundo, podremos jugar el papel importante al que estamos llamados en este momento coyuntural, de ser agentes de cambio para emprender la transición de nuestro planeta a un modelo que garantice su supervivencia y sostenibilidad para las generaciones futuras.

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LinkedIn: Mauricio Rodríguez
Twitter: 
@mauro_rodriguez
*El autor es líder del negocio de Ahorro e Inversión de pensiones voluntarias en Protección S.A. Es especialista en inversión sostenible y activos alternativos. Ha trabajado en mercados de capital privado, wealth management, banca privada y banca de inversión en el City de Londres para empresas como Barclays y JPMorgan. Es consejero de varias juntas en organizaciones como el Global Steering Group for Impact Investment, la iniciativa de inversión humanitaria del World Economic Forum y el Latam Displaced Outcomes Fund.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.