Esa región del país se define como uno de los 'milagros económicos' de Colombia. Su 'oro', es el café, y el desarrollo agrícola, su motor. Le contamos por qué.

El surgimiento del Eje Cafetero es, posiblemente, el episodio de desarrollo económico más exitoso de la historia colombiana. Una región escasamente poblada durante la colonia, que pasó desapercibida por la inmensa mayoría de los viajeros en el siglo XIX (véase mapa 1), llegó a tener tres de los centros urbanos más dinámicos del país para mediados del siglo XX y, en la actualidad, es una de las regiones con algunos de los estándares de vida más altos del país.

Mapa: Fragmento del mapa de los Estados Unidos de Colombia ca. 1865
Fuente: Atlas elemental de geografía para el uso de las escuelas y familias de José Jerónimo Triana (1875)

El milagro económico del Eje Cafetero se ha asociado, tradicionalmente, a la expansión de la economía cafetera antioqueña de la primera parte del siglo XX. No obstante, evidencia reciente cuestiona esta idea.

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En 2015, ante la solicitud del Instituto de Fomento y Desarrollo de Pereira, Sebastián Martínez (profesor de la Universidad Tecnológica) y yo iniciamos una investigación sobre el despegue económico de la región. Los primeros resultados de esta investigación ya se encuentran disponibles en línea, han sido publicados en el libro “Repensando la Historia Urbana. Reflexiones Históricas en Torno a la Ciudad Colombiana”, cuyo lanzamiento tuvo lugar en la más reciente feria del libro de Cali.

Estos resultados sugieren que la expansión urbana en el Eje Cafetero, particularmente la consolidación de Pereira como ciudad, se basó en la alta productividad de su sector agrícola no cafetero y en la oferta de servicios que éste generó. Así, los motores del desarrollo urbano de la región estuvieron en las cacharrerías, los almacenes, las casas comerciales, los arrieros, las ferias de ganado, las casas de citas, los teatros, las escuelas, las corridas de toros y las peleas de gallos.

Alrededor de estas actividades fue que se consolidó el tejido urbano que trajo las cifras de crecimiento poblacional más altas de la historia del país. Y aunque la eventual expansión de la economía cafetera le dio un impulso adicional a la economía urbana de la región, ésta fue un prerrequisito más que una consecuencia de ella.

Las conclusiones de este trabajo son coherentes con algunas tradiciones olvidadas en la historiografía económica colombiana, que matizaban la importancia del café en el crecimiento económico del país. Estas tradiciones están siendo rescatadas en años recientes. Entre la nueva evidencia al respecto, está el muy interesante trabajo de Mateo Uribe, profesor de la Universidad del Rosario, quien sugiere que la economía cafetera habría afectado la acumulación de capital humano, teniendo impactos negativos en la industrialización de ciertas regiones del país.

Los resultados de nuestra investigación también son consistentes con la historia reciente del Eje Cafetero. Contrario a las predicciones apocalípticas de los 80s, las cuales predecían que el Eje Cafetero viviría una catástrofe económica producto del colapso de los precios internacionales del café, la región supo sobrellevar la situación y seguir creciendo a partir de otros sectores de la economía. Eventualmente, actividades como el turismo, los servicios educativos, los servicios logísticos y la finca raíz prosperaron.

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Hoy el Eje Cafetero es uno de los polos de actividad económica más importantes del país. Y aunque buena parte de su identidad gire alrededor de la cultura cafetera, su aparato productivo nunca ha tenido como único pilar al café. En el futuro, los retos que enfrentará la región se concentrarán en conectar aquellos otros pilares tradicionales de la economía regional, de carácter fundamentalmente interno, a los circuitos de la economía global moderna.

Contacto
LinkedIn: Javier Mejía Cubillos
Twitter: @JavierMejiaC
*El autor es Asociado postdoctoral en la división de Ciencias Sociales de la Universidad de Nueva York- Abu Dhabi. Ph.D. en Economía de la Universidad de Los Andes. Investigador de la Universidad de Burdeos e investigador visitante en la Universidad de Stanford.

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