Tomar decisiones acertadas no es cuestión de azar. Acá algunos puntos que puede considerar la próxima vez que deba enfrentarse a una.

Tomar decisiones es una tarea continua en la labor de dirección y en la vida. Continuamente afrontamos retos y hemos de resolver problemas. Para hacerlo necesitamos razonar, analizar y comprender bien qué es lo que hay que superar.

Si se trata de cuestiones triviales (decidir entre ir al cine o al fútbol) se actúa de forma casi automática, apenas importa no acertar, pero esto cambia si la decisión es más trascendente, entonces hay que razonar con más datos, mayor profundidad y ponderar las consecuencias de los posibles resultados.

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Además, no es lo mismo decidir en un contexto cierto y sobre problemas técnicos que tienen un procedimiento de intervención ya contrastado, y el especialista sabe cómo hacerlo: una operación quirúrgica o arreglar un carro; a lo que supone afrontar problemas no estructurados, en contextos de incertidumbre. Estos no tienen ni una única solución, ni hay un sabio experto que garantice el éxito.

Conozco cientos de profesionales que siguen pensado en la práctica que los problemas -aunque no sean técnicos- sí han de tener una solución infalible. Un error este común y de graves consecuencias también en la vida personal y familiar. Para empezar, en este artículo nos vamos a centrar en los recursos internos necesarios para prepararnos para tomar decisiones. En el próximo artículo propondré una guía con 7 pasos para aumentar el promedio de aciertos, pero para que funcione es necesario entrenar primero los siguientes puntos:

  • Control ejecutivo del cerebro: aceptar la situación que se esté dando. adaptarse al cambio y centrar el problema situándolo en el contexto real.
  • Control cognitivo y emocional: afrontar el miedo, la angustia, el estado de acostumbramiento, etc. con pensamientos que nos traigan experiencias anteriores difíciles de las que salimos airosos, esto nos estimulará y dará confianza
  • Ser observador imparcial y destacar las propias motivaciones. Salir de la escena y hacerse observador para objetivar y ponderar la situación sin involucrarse. Ver desde distintos ángulos de forma neutra nos permite buscar una solución más adecuada. Destacar las propias motivaciones activa el pensamiento creativo y genera opciones que presentan distintas y más variadas alternativas.
  • Trabajar la autoestima y aceptar la propia responsabilidad sobre los resultados.

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  • Los sesgos cognitivos que tenemos son fenómenos psicológicos, normalmente involuntarios, que nos pueden dificultar el procesamiento de la información y acarrearnos equivocaciones de distinto grado en la toma de decisiones. Por lo que es muy importante ser conscientes de los que tenemos, adquiridos por educación, contexto cultural etc. Son patrones de pensamiento que conducen a errores muchas veces sistemáticos.
  1. La propensión a interpretar la información nueva que nos llega tomando como referencia las creencias o convicciones que ya teníamos. De esta forma, se filtran y rechazan los datos y hechos que no concuerdan con decisiones u opiniones previas y nos quedamos con los que nos reafirman en lo que ya pensábamos.
  2. La tendencia a aceptar los consejos de los expertos sin más, sin buen pensamiento crítico.
  3. No expresar las discrepancias que tenemos sobre la decisión que toma un grupo o equipo, por miedo a la autoridad, a la crítica, al rechazo social, a quedar mal.
  4. Acostumbrados a un determinado estado en el que nos encontramos seguros, este deseo de estabilidad nos puede llevar a decisiones erróneas, pues impide ponderar alternativas distintas. Por eso es tan importante tener como hábito salir de la zona de confort.
  5. El efecto halo: este sesgo cognitivo aparece cuando nos deslumbramos por un hecho particular y deducimos las características de otros hechos, en principio no relacionados, por aquel. En el mundo del marketing se utiliza con frecuencia para influir en la mente de los consumidores. Lo que está claro es que el perfume no te va a dar el estilo de vida que ves en el anuncio, pero… influye en la decisión de compra.
  6. Disonancia cognitiva: se da fácilmente cuando el orgullo o el temor a las consecuencias impiden aceptar una equivocación. Por ejemplo, notar que no hemos acertado en una compra y engañarnos ponderando sus ventajas por miedo a reconocer el error o a que nos lo reprochen. El hecho de mantener al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto puede mermar la capacidad de tomar decisiones adecuadas.

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El conocimiento y aceptación propia y de los demás nos servirá para parar, pensar, hacernos conscientes de nuestra situación y de qué nos está influyendo para poner soluciones con valentía y humildad.

Este comportamiento conduce a la sabiduría, porque nos acostumbramos a relacionar lo que sucede con el fin que pretendemos conseguir y reorganizar los datos para tener la necesaria claridad al tomar decisiones. Con esta disposición corregimos pequeños o grandes desvíos de forma coherente y perseverante.

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*La autora es directora ejecutiva de la Consultora del Desarrollo del talento humano Integrando Excelencia y Presidenta de Iryde.  En la última década ha seguido el proceso de transformación y desarrollo de la resiliencia personal y organizacional aplicando la metodología GPR © con cientos de empresas y altos ejecutivos en Europa y Latinoamérica. Autora del libro ¡Aquí Mando yo! Un espectacular viaje de la Resiliencia a la Ilusión  ha recibido distinguidos premios y reconocimientos por su aportación profesional en el ámbito empresarial como la Medalla Europea aql Mérito en el Trabajo otorgada por la AEDEEC.