"Estamos dejando valor sobre la mesa", dice Isabela Echeverry, directora de Emprendimiento e Innovación de la Cámara de Comercio de Cali.

Por: Isabela Echeverry*

Datos de la OIT estiman que nosotras las mujeres seguimos ganando aproximadamente un 20% menos que los hombres, pese a tener el mismo, si no mejor, nivel educativo. Para hablar de Colombia, en Valle Impacta 2019 y 2020, el programa de escalamiento empresarial de la Cámara de Comercio de Cali y Fundación Bolívar Davivienda, se encontró que las mujeres se asignan (sí, a ellas mismas) un salario en promedio 16% menor al que perciben los hombres que ocupan la misma posición: ser la CEO y fundadora de la empresa. En términos proporcionales a sus ventas, las mujeres en promedio se pagan al año el 4% del total de sus ventas, mientras que los hombres en promedio se pagan al año el 5% del total de sus ventas.

Queriendo entender el por qué las fundadoras se pagan menos que los fundadores, nos topamos con otro dato que nos dejó perplejos: el costo de oportunidad del fundador. Cuando le preguntamos a los fundadores de Valle Impacta 2019 y 2020 por cuánto dejarían su negocio, las mujeres dejarían su rol de CEO y Fundadora por un salario de once millones novecientos mil pesos ($11.9 millones), mientras que un CEO y Fundador dejaría su negocio sólo si le ofrecen un salario de veintidós millones trescientos mil pesos ($22.3 millones). Su costo de oportunidad es un 50% menor al de los hombres.

Pese a que las mujeres líderes se pagan menos a ellas mismas, los datos arrojados por Valle Impacta evidencian que las empresas con alto potencial lideradas por mujeres son más rentables que las lideradas por hombres. En el caso de Valle Impacta 2020, las empresas lideradas por mujeres reportaron casi el doble de la rentabilidad que las empresas lideradas por hombres (14.2% vs 7.9%).

Además, este programa encontró que el modelo de negocio de empresas de alto potencial lideradas por mujeres es igual de exitoso al de los hombres, y la capacidad de los equipos liderados por mujeres es incluso levemente superior a los equipos liderados por hombres. Estas empresarias, además, generan en promedio 75 empleos y crecen en ventas anualmente en promedio un 24%.

Aunque las mujeres de Valle Impacta tienen un perfil potente y sus empresas son más rentables, el Global Entrepreneurship Monitor 2019 sugiere que en algunos casos estas son menos innovadoras y escalables que las de los hombres. Existen factores culturales que influyen en aproximadamente un 6%. Esto debido a que las mujeres nos caracterizamos por tener una percepción negativa del riesgo, falta de confianza en nuestras capacidades y miedo al fracaso, lo que nos impide apostarle a emprendimientos de alto impacto que implican mayor incertidumbre que los emprendimientos tradicionales.

Sin embargo, muchas estamos rompiendo el molde y liderando con el ejemplo para que otras se eleven y crean en su poder femenino. Mujeres como Catalina Ortiz en el Congreso, América Castiblanco en iNNpulsa, Mabel Torres en MINCIENCIAS movilizan ecosistemas para que existan mejores herramientas de cara al emprendimiento. Mientras que emprendedoras como María Juliana Arango se arriesgan todos los días y se enfrentan a la incertidumbre creciendo empresas -STEM- de alto potencial de crecimiento como INPEL, una empresa que usando soluciones IoT en medición inteligente, optimiza el consumo de los usuarios de energía, da respuesta a la demanda y recarga vehicular eléctrica, garantiza un patrón de consumo homogéneo y reduce las inversiones en infraestructura. Empresarias como ella y miles más son de admirar, quienes a pesar de los obstáculos y sesgos recorren un camino importante en la consolidación de sus empresas de alto impacto, generando valor en el mercado, rentabilidad en la empresa y empleo de calidad para las familias que sostienen.

Por un lado, el esfuerzo por cerrar la brecha se moviliza desde las emprendedoras, las desarrolladoras de ecosistema, con iniciativas como el Club del 30% y con la creación de fondos específicos como el Fondo Mujer Emprende con un capital de 20.000 millones de pesos – enfocado inicialmente en necesidad y subsistencia: aguacate, cacao, café, moda, turismo, entre otros. Pero por el otro, los desarrolladores de ecosistema nos tenemos que alinear, ¿de qué sirve que las María Julianas de Colombia se arriesguen a estudiar carreras STEM, creen empresas de servicios en el sector eléctrico, se endeuden, se certifiquen y que no encuentren eco para escalar más empresas generadoras de empleo como ellas?

Contacto:

Isabela Echeverry*

*La autora es politóloga con énfasis en Relaciones Internacionales de Saint Anselm College en New Hampshire, USA. Magister en Asuntos Internacionales, con un enfoque en Desarrollo Económico y Político del School of International and Public Affairs de Columbia University en Nueva York. Se ha desempeñado en cargos ejecutivos y gerenciales en los sectores público, privado y en entidades sin fines de lucro y actualmente es la directora de Emprendimiento e Innovación de la Cámara de Comercio de Cali. Su propósito superior es promover la estrategia para el crecimiento e innovación del Valle del Cauca.​

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes.