No es a través de la opresión de empresas o Estados que el sistema explota a las masas. Es haciéndolas participar voluntariamente de una eterna búsqueda por mayor estatus social.

Cuando la gente trata de entender cómo funciona “el sistema”, suele concentrarse en la búsqueda de riqueza y poder de las élites, ignorando una fuerza tan o más poderosa en la que juegan un rol esencial las masas. Esta es la búsqueda por estatus social.

En el día a día, las personas del común hacen pocas cosas para incrementar su riqueza o poder. Piense en la fracción del día que usted invierte buscando nuevas fuentes de ingresos (ejemplo: buscando un nuevo trabajo con un sueldo mayor, buscando nuevas oportunidades para invertir sus ahorros) o nuevas oportunidades para aumentar su control sobre otras personas ( como persuadiendo gente para acoger su visión del mundo, creando organizaciones con el potencial para influir sobre sus miembros).

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Sin embargo, si entendemos el estatus social como el prestigio que la comunidad le asigna a una posición o comportamiento dado, es fácil reconocer cómo la búsqueda de este está detrás de buena parte del diario vivir de las personas del común.

Diariamente, las personas del común sí están en una búsqueda activa por mayor estatus social. Desde que se levanta hasta que se va a dormir, usted está tomando decisiones que, consciente o inconscientemente, buscan proveerle mayor estatus social. Esto es evidente en la compra de todo bien o servicio que no es estrictamente necesario para sobrevivir. Por ejemplo, si de estar cómodamente protegido de las condiciones ambientales se tratara, posiblemente usted solo usaría pijamas todo el día.

En cambio usted, seguramente, tiene un guardarropa con decenas de prendas, cada una de las cuales está bien o mal visto usar dependiendo del contexto social. La misma lógica sigue todo su patrón de consumo. Las elecciones de champú con el que se baña, el medio de transporte que usa para llegar a su trabajo, o el lugar a donde va a divertirse son influenciadas por el tipo de persona que usted cree ser y la forma en la que quiere transmitirse al resto de la sociedad.

A pesar de la extensa huella de este tipo de comportamientos en la vida diaria de las personas, existen muchos otros mecanismos adicionales de búsqueda de estatus que no exigen la compra de ningún bien o servicio. Quizá el más importante de ellos es la adopción de ideas populares. Tal como ciertos productos son buscados porque encarnan señales de prestigio, ciertas ideas también son acogidas porque traen estatus social.

Es así como de repente cierto tipo de causas resultan tremendamente populares. Esto no sucede porque mágicamente las personas desarrollen una sensibilidad común hacia las mismas causas, sucede porque ciertas ideas adquieren símbolos de prestigio y nuestro apetito por estatus social nos hace movernos en esa dirección y acoger masivamente esas ideas.

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Lo interesante aquí es entender quién y cómo define cuánto prestigio merecen los diferentes comportamientos e ideas. Es decir, cuál es el proceso de surgimiento de las señales de prestigio que mueve a las masas.

Muchos consideran que son las masas mismas las que determinan los paradigmas de prestigio. Yo no creo que sea así. Yo creo que son las élites las que, en la mayoría de casos, definen qué es prestigioso; mientras que las masas, hambrientas por mayor estatus social, simplemente se avalanchan a perseguir estos referentes de prestigio una vez creados. Así, tal como las masas siguen las modas en prendas de vestir que definen las élites, las masas también siguen las ideas que las élites promulgan como prestigiosas.

Este proceso le da a la búsqueda por estatus social una esencia completamente trágica. Por un lado, la influencia de las élites en la definición de los paradigmas de prestigio nos hace, a la mayoría, meros títeres que siguen los intereses y visiones de grupos sociales cuya situación poco tiene que ver con la nuestra.

Por otro lado, puesto que la exclusividad suele ser un componente importante del prestigio, comportamientos e ideas que son ampliamente acogidas por las masas suelen ser abandonadas por las élites quienes, eventualmente, establecen nuevas señales de prestigio. Así, para las masas, la búsqueda por estatus social es una de nunca acabar, puesto que los objetivos de esa búsqueda son permanentemente renovados por las élites.

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Así las cosas, en el día a día no es a través de la opresión directa de empresas o Estados que el sistema realmente explota a las masas. El sistema explota a las masas haciéndolas participar voluntariamente de una eterna búsqueda por mayor estatus social.

Contacto
LinkedIn: Javier Mejía Cubillos
*El autor es Asociado postdoctoral en la división de Ciencias Sociales de la Universidad de Nueva York- Abu Dhabi. Ph.D. en Economía de la Universidad de Los Andes. Investigador de la Universidad de Burdeos e investigador visitante en la Universidad de Standford.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.