Meditar tiene un poder químico en el cerebro que se refleja en la productividad y la felicidad. Acá una guía para principiantes sobre cómo empezar a hacerlo.
Hoy estoy cumpliendo 456 días consecutivos meditando. Es la mayor racha y el mejor récord que he realizado en la vida. Hace 456 días, hice un juramento muy importante en mi vida durante una de las crisis mentales más grandes que he vivido: meditaría todos los días, sin importar lo que pasase, por el resto de mi vida. Es un compromiso bastante serio, sin embargo, la meditación es un hábito que me sacó de las profundidades más oscuras y aterradoras de las enfermedades mentales.
Todo emprendedor pasa por diferentes etapas mentales durante su largo y duro camino. Hay semanas en las cuales uno cree que es el rey del mundo, el mejor profesional que ha caminado la tierra, y que está muy cerca de “sacarla del estadio”. Hay otras semanas, por otro lado, en las cuales uno no tiene fe y certeza de nada, se ve a si mismo como el peor emprendedor del mundo y nada de lo que previamente se ha hecho, tiene algún sentido o propósito.
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Estos son los dos estados más comunes. En el medio, hay estrés, ansiedad, que en niveles normales no tienen ningún problema. Sin embargo, la vida da muchas vueltas, y en ocasiones, estos niveles de estrés y ansiedad se pueden disparar descontroladamente. Eso fue lo que me pasó a mi en 2020 y tuve que pasar por un proceso bastante extenso para salir de esa situación. No por quitarle mérito a la psiquiatría y la psicología, porque me ayudaron sin duda mucho, el hábito poderoso que realmente me sirvió de una forma poderosa y rápida fue la meditación. Comenzar a meditar fue como tener un antídoto instantáneo a varias aflicciones de ansiedad que me habían perseguido por muchos años y que ahora se exacerbaban con la crisis que estaba llevando.
Fue increíble ver como un hábito diario de sentarme 10-20 minutos observando mi mente y respirando lentamente, fue rápidamente transformando la química de mi cerebro y sacándome de un estado de total oscuridad, miedo y negatividad, a un estado de aceptación, paz y eventualmente felicidad. Sí, así como lo leen. Llevo 456 días feliz.
Eso no significa que siempre esté emocionado, en paz y riéndome. Todavía tengo episodios de estrés, tristeza y toda la gama de emociones normales en un ser humano. Sin embargo, las vivo diferente, y percibo la realidad desde otro ángulo. La felicidad no es no tener problemas. Es tenerlos y aún así seguir viviendo y viendo la vida con un lente sereno, aceptador y optimista, sabiendo que todo está en constante cambio.
Quiero compartir con ustedes una guía rápida de cómo iniciarse en la meditación, sin tener que profundizar tanto en temas de nueva era, budismo o dogmas filosóficos. Este es un acercamiento práctico a un hábito ancestral que científicamente está comprobado hace maravillas por el cerebro y la conciencia.
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Cómo meditar para principiantes
Lo primero que debemos tener en cuenta es que meditar no quiere decir dejar la mente en blanco. Esto es falso. Es imposible dejar la mente en blanco. La mente piensa, esa es su labor. Y los pensamientos son como un rio interminable que no deja de fluir. El objetivo de la meditación es pararse al lado del río y verlo fluir, sin dejarse arrastrar por la corriente.
Es un ejercicio de observación y aceptación, mas que de defensa y prevención. Más adelante, en otro artículo, les daré la explicación científica de por qué respirar y enfocar la mente de esta forma tiene tantos beneficios a nivel fisiológico, pero no me crean nada. Experiméntenlo.
- Encuentren un lugar cómodo para sentarse con los pies reposando sobre el piso (en una silla), o sentados directamente en el piso con una pierna delante de la otra (sin cruzarse directamente)
- Asegúrense de tener la columna recta como una flecha, pero sin forzarlo. La postura es un reflejo de la intención y nuestra voluntad.
- Miren directamente hacia adelante, con un enfoque suave, recibiendo todo lo que ven a su alrededor, sin juzgar, sin filtrar o enfocarse en nada. Tomen tres respiraciones profundas inhalando por la nariz y exhalando por la boca. Que se oigan claramente.
- Después, cierren suavemente los ojos, y comiencen a percibir cómo se siente su cuerpo hoy. ¿Se sienten tensos? ¿relajados? ¿llenos de pensamientos? ¿activos? Lo que sea que sientan, déjelo ser.
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- Hagan un escaneo rápido desde la coronilla de su cabeza, hasta los dedos de los pies, simplemente para conectarse con su cuerpo y registrar como se sienten.
- Hagan esto, inhalando por la nariz, y exhalando por la nariz, de forma natural y sin forzar nada.
- Posteriormente, centren su atención suavemente en la inhalación y la exhalación. Su ritmo, frecuencia, intensidad y el lugar donde lo sienten en el cuerpo. Sigan con la atención en la respiración por 3 min o 5 min, o 10 min dependiendo de la duración que quieran tener en esta meditación. Si vienen pensamientos, obsérvenlos, déjenlos ir y vuelvan a la respiración. Repitan este proceso una y otra vez sin juzgarse si tienen muchos pensamientos. Es normal, es su mente. Maravíllense ante lo increíble que es tener cerebro y tener pensamientos.
- Después de esos minutos, dejen a la mente ser libre 2 minutos. Si quiere pensar, que piense. Que haga lo que quiera. Quiten el foco de la respiración.
- Por último vuelvan a tomar conciencia del cuerpo, de como se sienten sin abrir los ojos. Fíjense en qué sonidos, olores perciben en su ambiente.
- Abran los ojos lentamente, y agradézcanle a su cuerpo por haberse dado este espacio.
Contacto:
LinkedIn: Julián Torres*
Twitter: @juliantorresgo
*El autor es administrador de empresas de la Universidad de los Andes. Es cofundador de Fitpal y Ontop, una plataforma que le permite a las empresas contratar globalmente de forma legal y rápida.
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