"Si antes la innovación se desarrollaba en laboratorios a puerta cerrada (innovación cerrada), la tendencia evolucionó a usar al mundo como laboratorio (innovación abierta)"

Por: Isabela Echeverry*

El 21 de abril se celebra el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación. Y aunque en algunos aspectos podemos celebrar, el informe del Consejo Privado de Competitividad 2020-2021 confirma que la inversión colombiana en Actividades de Ciencia, Tecnología e Innovación incrementó en un 111,9%, pasando del 0.48% del PIB al 0.74% del PIB. Aún estamos lejos de la meta que nos hemos trazado: llegar a invertir desde el sector privado el 1% del PIB.

A su vez, en los últimos 5 años ha surgido una tendencia global que permite que los corporativos aumenten su inversión en actividades innovadoras a través de mecanismos de emprendimiento corporativo. Si antes la innovación se desarrollaba en laboratorios a puerta cerrada (innovación cerrada), la tendencia evolucionó a usar al mundo como laboratorio (innovación abierta). Así, empresas como Alianza Team, a través de Albora, EPM, con Ventures EPM, y el Grupo Carval en el Valle del Cauca, hacen sus pinos para replicar el éxito de Google Ventures y otros gigantes a través de uno de los mecanismos avanzados de emprendimiento corporativo, como el Corporate Venture Capital (CVC).

¿Qué implicaciones tiene el CVC a diferencia de la innovación abierta? Pues requiere una integración más profunda entre dos partes para llegar a la creación o al codesarrollo de nuevos productos que se integren al core del negocio. Si para la innovación abierta las “alianzas estratégicas y los acuerdos comerciales” son la norma y requieren poca inversión, el CVC busca hacer inversiones de capital de riesgo por participación accionaria en la empresa o llegar a adquirir empresas, un compromiso que fusiona operaciones, procesos legales y financieros y tiene implicaciones en el gobierno corporativo (este dependerá del tipo de acciones clase A, B, C, etc. y la consciencia necesaria para mejorar la gobernanza). Como ven, al entrar al mundo del CVC, la conversación del apasionante universo de la ideación y la creatividad, de las alianzas fáciles y accesibles, pasa a tener un tono más legalista y financiero, y de pronto el propósito de generar valor para la compañía, los accionistas y el mercado se disipa cuando ingresa al burocrático mundo de los procesos corporativos.

En el estudio más reciente de Innovación abierta y emprendimiento corporativo en América Latina, el economista líder de CTI, Edwin Goñi del Banco Interamericano de Desarrollo, detalla una serie de dificultades para lograr las actividades avanzadas de inversión de riesgo, incluyendo en mayor medida: el dealflow (identificar startups con modelos de negocio invertibles), y los desacuerdos en la valoración y la propiedad intelectual. La mayor barrera: la lentitud y burocracia de los corporativos (71%), relacionado a la falta de una estrategia de innovación que otorgue los recursos clave– plata y gente – (38%), y la falta de personal capacitado (34%).

Para lograr integrarnos al exigente mundo del emprendimiento corporativo, coincido con Goñi que primero tenemos que llegar a trabajar en procesos de innovación abierta y, antes de eso, enfrentarnos a innovar: todo eso parte de la cultura de innovación que se desarrolla en los corporativos. Después de ser testigo de la adopción de procesos (sistemas) de innovación en más de 180 empresas medianas y grandes en el Valle del Cauca (ventas promedio de $180.000 millones de pesos al año), he podido ver cómo muchas (66%) materializan la propuesta del valor del programa: logran el compromiso gerencial para alinear la estrategia de innovación de la organización y adoptan las herramientas para montar su portafolio de innovación en horizontes defendiendo el hoy y apostándole al futuro.

Pero ¿dónde están las inversiones en más startups? Por lo que nos dicen los números del BID, cuando esas áreas son burocráticas tienden a pararse en el estatus quo, en el “no da la TIR” o “no se puede” por la regulación o nos llenan de miedo con un “es importante que el CEO entienda los riesgos y de su OK”. Así, vemos como en Latam el mecanismo legal más usado es el contrato de cooperación (76%), y el menos utilizado es el pacto de accionistas (11%). El primero es una herramienta que salvaguarda a la corporación del riesgo, donde estamos “juntos pero no revueltos”, donde realmente todas las de perder la tienen los startups (por su menor músculo financiero) y que está lejos de la conversación de codesarrollo, confianza e integración que requiere el segundo.

Parte de la reflexión en el día de la creatividad y la innovación es que estos procesos tienen un sesgo de autoselección natural. Al final somos los “gomosos de la innovación,” “los de bajo control social,” “los que no encajamos completamente en el corporativo,” a quienes siempre nos resuena el tema y acudimos al llamado. Pocas veces he visto que en estos procesos se sumen deliberadamente los equipos financieros, legales o de riesgo.

Si esa otra cara de la organización no adopta una cultura de innovación que le permita mitigar riesgo y al mismo tiempo desarrollar nuevos negocios de manera ágil, difícilmente llegaremos a invertir el 1% del PIB desde el sector privado en Colombia y continuaremos dejando valor sobre la mesa para que sean otros quienes se gocen la fiesta.

Contacto:

Isabela Echeverry*

*La autora es politóloga con énfasis en Relaciones Internacionales de Saint Anselm College en New Hampshire, USA. Magister en Asuntos Internacionales, con un enfoque en Desarrollo Económico y Político del School of International and Public Affairs de Columbia University en Nueva York. Se ha desempeñado en cargos ejecutivos y gerenciales en los sectores público, privado y en entidades sin fines de lucro y actualmente es la directora de Emprendimiento e Innovación de la Cámara de Comercio de Cali. Su propósito superior es promover la estrategia para el crecimiento e innovación del Valle del Cauca.​

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes.