Yulieth Porras fue la mujer que estuvo detrás de todo el negocio de Electricaribe desde 2016. Su trabajo se mantuvo en la sombra durante los últimos años, pero fue clave para los acuerdos de inversión que se pactaron. Hoy lidera la transformación del mercado eléctrico de la costa Caribe.
Sin mucho protagonismo, con un equipo pequeño y un presupuesto minúsculo, Yulieth Porras Osorio pasó desapercibida en los últimos cuatro años. Su nombre salió a relucir a la escena pública tan solo en 2020 y se conoció gracias al anunció que dio el Gobierno Nacional sobre la enajenación de Electricaribe, un lío que se venía gestando desde hace una década y que terminó con la entrega de llaves a EPM y el Consorcio Energía de la Costa.
Detrás de este negocio, que representó anuncios de inversión por más de 8.1 billones de pesos para las dos empresas, estuvo Porras. La abogada pereirana, egresada de la Universidad Libre, y gerente general de la Empresa de Energía de Pereira, se mantuvo en la sombra en los últimos años, acompañando de cerca las discusiones y las posibles soluciones al problema. Desde el gobierno Santos hasta la ceremonia que celebró el presidente Iván Duque a finales de septiembre del año pasado, la directiva siempre se mantuvo al tanto, presentando propuestas y liderando el avance de las negociaciones.
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“La meta principal que nos planteamos fue mejorar la calidad de vida de quienes viven en la Costa. Nuestro objetivo era mejorar el servicio, aumentar el recaudo y permitir que muchas empresas lograran establecerse”, le cuenta la directiva a Forbes. “Todo el equipo que participó en la compra, o que por lo menos lideré, trabajó muy unido. Teníamos unas tareas claves y éramos llamados a liderar esa transformación”.
Comprometida por mejorar las condiciones del mercado eléctrico de la costa Caribe, la ejecutiva trabajó desde un par de años para materializar la compra de estos activos. A su paso, fueron llegando un círculo de mujeres que se convirtieron en ejes fundamentales de todo el proceso y que dieron paso a que se dividiera la empresa y se subastara en dos. Es es el caso de la superintendente de Servicios Públicos, Natasha Avendaño, la exministra de Minas y Energía, María Fernanda Suárez, y la agente interventora de la empresa, Ángela Patricia Rojas; un círculo femenino que creó lazos de confianza y logró, junto a EPM, darle una solución a los más de 2.5 millones de usuarios de esa zona del país.
Recuerda la directiva que fueron varios los retos que se afrontaron, pues las precarias condiciones de la empresa hacían inviable la operación. Hoy, tras liderar todo este proceso, crear su filial Air-e, y desarrollar un plan de inversiones para cumplir lo pactado en las cláusulas, dice que su compromiso es crear una verdadera transformación, que cambie la cultura del no pago, mejore los niveles de recaudo y disminuya las pérdidas.
Ahora sus días pasan ya no solo en Pereira, sino también en Barranquilla, desde donde lidera toda la operación de Air-e para el Atlántico, La Guajira y el Magdalena. La empresaria sin duda está comprometida con ejecutar los más de $4 billones que se pactaron en los contratos y para eso argumenta que sigue creando acuerdos de largo aliento, con un equipo que le sigue apostando al cambio. Todo esto muestra, dicen algunos gremios, un liderazgo femenino que ya no solo está centralizado, sino que se toma las regiones para ofrecer soluciones a grandes problemas de interés nacional.
“Destacaría que todo ha sido posible gracias a la confianza. Cuando es una mujer liderando, se genera un proceso de confianza. Creamos lazos que han permitido llegar a diferentes lugares del país y a que todos los procesos salgan adelante. Nuestro objetivo, más allá de lo material, siempre fue cambiar la vida de las personas, y lo estamos logrando. Creo que ahí está la clave y el secreto”, concluye.
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