Cerrar una ronda de inversión no es el climax de un proceso de crecimiento, es el punto de inicio. Acá algunos consejos para tener en cuenta después de dar el primer paso.

Existe una creencia común que algo mágico sucede cuando uno cierra una ronda de financiación. Como si esos recursos que entran la cuenta de la compañía fueran milagrosos y de repente solucionaran todos nuestros problemas.

En mi carrera como emprendedor, he cerrado varias y quiero contarles un poco sobre qué pasa después, porque la mayoría de gente se queda en la fantasía del comunicado de prensa, pensando que los founders ahora son millonarios y están trabajando desde una isla paradisiaca. Si bien, el dinero es una gran ayuda y alivio que nos permite planear con claridad y comenzar a trabajar de una manera más cómoda, de ninguna manera es aquel bebedizo mágico que de repente nos convierte en “unicornios”.

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El día en el que uno recibe el dinero de la ronda de todos los inversionistas es como tomarse un shot de adrenalina pura. La mente comienza a fantasear sobre todo lo que se va a poder hacer, uno se siente exitosos e invencible, se celebra, se ríe y se llora. Pero aquel éxtasis, dura exactamente un día. Pero luego llega el día siguiente, después dormir como un bebé y descansar que no hemos podido descansar en meses.

Uno se levanta, y todo sigue exactamente igual. Uno comienza a trabajar y se encuentra que la compañía tiene los mismos problemas que tenía antes de cerrar la ronda, y que, aunque hay millones en el banco, estos por si solos no van a poder mejorar aquel proceso que tenemos y mucho menos ayudarnos a encontrar product to market fit. Si bien el dinero nos ayuda a encontrar soluciones, nos da herramientas y alternativas, en últimas, somos nosotros mismos, nuestra energía, determinación y resiliencia, los que hacen que construyamos algo que la gente quiera.

El día después de levantar inversión no es un día mágico. Es un día como cualquier otro en el cual uno se encuentra con los mismos problemas y con el mismo reto titánico de hacer que la empresa funcione. Es más, uno siente mucha más presión porque ahora tiene a unos inversionistas serios atrás, que esperan resultados, y a una junta directiva, posiblemente, que ahora se convierte en el nuevo jefe, cuando todo lo que queríamos al emprender era no tener jefe.

Esta reflexión no es para decir que levantar capital es malo. No me malinterpreten, es una de las bendiciones grandes que uno puede recibir en el mundo de los strartups, pero de ninguna manera es una prueba de que la idea va a funcionar y mucho menos es una señal de éxito. No porque uno levante más capital quiere decir que todo va a funcionar mejor. Hay empresas que no levantan capital a tales magnitudes y tienen mucho éxito. Hay otras empresas que levantan miles de millones de dólares y aún así fracasan.

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Por ende, es importante quitarse la fantasía que existe sobre aquellas rondas de inversión. El solo hecho de tener el dinero en el banco no va a hacer que nuestra empresa sea mejor, que nuestro producto sea superior, que vendamos más o que nuestra cultura mejore. Todo esto solo depende de un factor: el input de trabajo del equipo fundador. Los fundadores realmente exitosos toman aquellas rondas de inversión como facilitadores, pero siguen trabajando muy de cerca con sus clientes, su producto, su servicio. Utilizar ese dinero, para pagarle a otros para tratar de hacer el trabajo que uno debe hacer es el camino perfecto para quemarlo todo y no avanzar nada.

Buenas prácticas después de levantar inversión

  • Enviar updates mensuales a los inversionistas. Esta es una manera muy buena de hacerse responsable por lo que suceda. Ponerse metas numéricas en los KPI’s y reportarlas cada mes es un hábito que nos empuja a lograr cosas increíbles. Adicionalmente, generará confianza en los inversionistas, y si los resultados son buenos, les emocionará ver a la empresa crecer, y esto será terreno fértil para futuras rondas de inversión. Si no alcanzamos los resultados o crecemos, por lo menos habrá una sensación de transparencia y honestidad.
  • Tener Sounding boards o Junta Directiva. Aunque algunos argumentan que esto puede quitarnos foco y tiempo, es importante tener un espacio mensual para hacer un zoom out de la empresa, analizar resultados y tener que adquirir la disciplina de rendirle cuentas a un tercero y responder sus dudas. En estas juntas o sounding boards pueden salir las soluciones a los problemas más complejos. El solo hecho de hablar en un escenario un poco más formal y con otro público nos puede hacer ver las cosas de formas nunca vistas.
  • Tener por lo menos un espacio semanal entre founders. Cuando la compañía crece y los fundadores adoptan diferentes roles, es fácil dejar de verse y hablarse. Perder este contacto es muy grave porque no podemos saber en qué estado mental y emocional está el otro. Cuando este contacto empático se pierde, y la vida se convierte en solo trabajo, se desvanece un poco la magia de ser emprendedor.

    Compartir miedos, frustraciones, estrés, es fundamental para mantener la sanidad mental. Por esto, dedicar por lo menos 1 hora a la semana para hacer check ins emocionales y mentales entre founders es una práctica muy saludable. Es un espacio para descargar, descomprimir y soltar. Genera empatía y solidifica las relaciones entre socios, que pueden tornarse muy complicadas en especial cuando hay dinero de por medio.

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*El autor es administrador de empresas de la Universidad de los Andes. Es cofundador de Fitpal y Ontop, una plataforma que le permite a las empresas contratar globalmente de forma legal y rápida.

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