"Quizás sea hora de, como lo hizo la ingeniera aeroespacial Diana Trujillo, cambiar las muñecas por telescopios y mirar más a las estrellas que a la casa de muñecas", comenta Laura Aristizábal, cofundadora de Protalento.
Por: Laura Aristizábal Borrero.*
Desde mi experiencia en empleabilidad, iba a escribir esta columna sobre lo ridículos que son los requisitos de títulos que piden las empresas pero me estrellé con el Dream Gap Project de Barbie. Sí, cambié una columna que sería sobre temas de tecnología y mercado laboral, por un tema inspirado en la muñeca rubia que por lo general relacionamos con lo plástico y poco profundo y que es el regalo con el que soñamos de niñas y que terminamos dándoles siempre a nuestras hijas.
El proyecto empieza con unas niñas explicando la brecha que existe entre lo que ellas creen que pueden lograr y su verdadero potencial. A partir de los 5 años, las niñas dejan de soñar que pueden ser presidentes, científicas, astronautas, ingenieras, CEO, etc. Esto sucede, entre otras, porque desde los 7 años es más probable que las niñas crean que los niños son más inteligentes que ellas. Además, es 3 veces menos probable que a una niña le regalen un juguete científico.
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Adicionalmente, en la medida en que vamos creciendo profesionalmente, nuestros referentes de género se hacen cada vez más escasos. En Colombia hay más mujeres que hombres, incluso en las universidades, y aún así las mujeres somos minoría en el mundo laboral, y particularmente en cargos medios y altos. La casa de Barbie tiene pisos pegajosos y techos de cristal.
Las cifras sobre el particular son tan persistentes que ya hacen parte del paisaje. En Colombia, el ingreso laboral promedio de quienes tienen personas bajo su cuidado es 27 % menor para las mujeres que para los hombres.
Por otra parte, para el primer trimestre de 2021 la tasa de desempleo para las mujeres fue 9 % mayor que la de los hombres. Además, como dato curioso, las cifras conocidas aducen que las compañías americanas grandes son dirigidas más por hombres que se llaman ‘John’ que por mujeres.
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La brecha de sueños refleja entonces un abismo de realidad. Estas cifras las vivo todos los días al ser testigo de esos pequeños detalles que magnifican las brechas. En los meses que llevo con Job Tips, una plataforma en la que comparto ofertas de empleo y tips de empleabilidad, del total de vacantes laborales que he recibido, un 23 % de ellas explícitamente buscan hombres.
Otra cosa curiosa que me pasa a menudo es que recibo preguntas constantes de personas que no se atreven a aplicar a una vacante si no cumplen con el 100 % de los requisitos. Esta podría ser una duda razonable, pero cuando el 99,4 % de esas inquietudes viene de mujeres, me pregunto cuántas han dejado de aplicar por no sentirse capaces, cediéndoles el camino a hombres que dudan menos.
He leído más de 38 denuncias de procesos de selección en los que a las mujeres se les pregunta por un posible embarazo, y fui testigo de cómo una mujer publicó un video sobre cómo una empresa la había rechazado por ser mamá soltera. Me sigo encontrando todos los días con personas que insisten en que las mujeres queremos que se nos dé algo por el simple hecho de ser mujeres. Y la realidad es que no. Buscamos, por el contrario, que por ello no se nos quiten oportunidades.
En los mismos meses con Protalento, una aceleradora de carreras en tecnología, he visto una luz al final del túnel, la tecnología como un camino para cerrar brechas laborales de género, una industria con salarios muy competitivos que pide a gritos más mujeres. Quizás sea hora de, como lo hizo la ingeniera aeroespacial Diana Trujillo, cambiar las muñecas por telescopios y mirar más a las estrellas que a la casa de muñecas.
*La autora cuenta con un MBA en la Universidad de Oxford y es cofundadora de Protalento.
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