Varios actores políticos rechazan el convenio debido a potenciales riesgos en la lucha contra la deforestación en la Amazonía, mientras que otros argumentan que su ratificación facilitaría un escenario más favorable en este apartado. Todo en medio de las campañas electorales de tres países clave en las negociaciones.
La decisión de negociar un acuerdo de asociación entre la Unión Europea y el Mercado Común del Sur (Mercosur) se tomó el 17 de junio de 1999, durante la primera cumbre entre la UE y América Latina y el Caribe, celebrada en Rio de Janeiro. 20 años después, exactamente el 28 de junio de 2019, se firmó la parte comercial, seguida por la sección política y de cooperación un año después. A pesar de ello, el tratado sigue sin ser ratificado por ambas partes.
Las razones se remontan a agosto de 2019, dos meses después de la firma del apartado comercial. Para entonces ya había posiciones contrarias a lo que se había acordado por parte del presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien aseguró que la falta de compromiso del gobierno de Jair Bolsonaro en torno a los incendios en la Amazonía y la lucha contra la deforestación hacían imposible ratificar el texto tal como estaba.
Producto de ese debate, varios actores políticos solicitaron un documento adicional que aclarara los compromisos asumidos en el capítulo de comercio y desarrollo sostenible. En respuesta a esa indicación, los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) aseguraron estar listos para conversar al respecto, pero a día de hoy, la UE no ha proporcionado todavía un texto base para avanzar al respecto e iniciar el proceso de ratificación.
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Al respecto, el embajador de Brasil en la UE, Marcos Galvão, aclaró a Forbes que “ese documento es un anexo que no reabre los términos del acuerdo, cuyas negociaciones ya concluyeron”, y aseguró “que los compromisos que se asumen son recíprocos”.
Por otro lado, el proceso sufrió un revés el 26 de agosto de 2020 por la dimisión del comisario de comercio de la UE, Phil Hogan, debido a su incumplimiento de las medidas sanitarias contra la pandemia. Sus funciones fueron asumidas por el vicepresidente ejecutivo de la UE para asuntos económicos y monetarios, Valdis Dombrovskis,
El político señaló a Forbes que “el acuerdo puede ser un avance muy importante para nuestras dos regiones y puede generar muchos aspectos positivos para nuestra gente, nuestros trabajadores y el medio ambiente. Pero para alcanzar estos aspectos positivos, debemos redoblar nuestros esfuerzos para eliminar los posibles aspectos negativos”.
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No obstante, afirmó que “la UE está dispuesta a encontrar soluciones en este sentido. Queremos avanzar en la ratificación del acuerdo cooperando en iniciativas concretas para abordar las preocupaciones pendientes, especialmente en materia de clima y deforestación. Al mismo tiempo, tenemos que seguir defendiendo que estamos mucho mejor con el acuerdo que sin él”.
Las cifras
Lo cierto es que el acuerdo de asociación con Mercosur sería el más importante que habría firmado la UE hasta la fecha, pues toma una zona de libre comercio de casi 10% de la población global, que representa 25% del PIB global, así como 37% de exportación de bienes y servicios, casi 30% de flujos comerciales y 34% del stock mundial, según cifras del Parlamento Europeo.
Los principales beneficios del acuerdo radicarían en el aumento de las exportaciones. En el caso de Europa, el sector lácteo crecería más de 90% frente a sus cantidades actuales en la parte conservadora, mientras que en la parte ambiciosa aumentaría más de 120%; en bebidas alcohólicas lograría de 36% a 38%; en el sector textil de 311% a 424%; en maquinaria de 78% a 100%; en electrónica de 109% a 150%; en vehículos y autopartes de 95% a 114%; mientras que en productos químicos y farmacéuticos llegaría a más de 50%.
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Por el lado de Mercosur, las exportaciones en productos lácteos aumentarían desde 18% a 165%; en bebidas alcohólicas pasarían de 28% a 35%; en textiles de 32% a 36%; en electrónica podrían subir hasta un 24%; mientras que en vehículos y autopartes se incrementarían hasta un 47%. En gran medida, esto se posibilitaría debido a las rebajas en aranceles que contempla el acuerdo, y los datos lo confirman.
“Mercosur es un actor muy eficiente en términos de producción de bienes agroalimentarios, y Europa tiene un sistema productivo con fuertes subsidios en producción que no cuenta con las condiciones climáticas y de suelo que tenemos nosotros”.
Pablo ariel grinspun, embajador de argentina en la unión europea
Las cifras oficiales de la Comisión Europea detallan que se eliminarían los derechos de aduana en sectores como autos y autopartes, químicos, farmacéuticos y maquinaria, que actualmente tienen aranceles de 35%, 18%, y 14% en los tres primeros respectivamente. En el último caso, los gravámenes oscilan en un rango de 14% a 20%.
Dicha medida también contemplaría productos que hasta ahora han quedado fuera del mercado de Mercosur, como la ropa y el calzado. En el caso de algunos de estos aranceles, la eliminación progresiva se llevaría a cabo en un periodo de varios años.
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El embajador de Argentina en la UE, Pablo Ariel Grinspun, comentó a Forbes que hay oportunidades de liberalización más completa en gravámenes que se reducen a 0% para el tabaco y frutas como uvas y sandías, así como en el caso del café soluble, que tiene tarifas de 11,5%. El convenio también permitiría exenciones en todo el universo arancelario de la UE en general, que alcanza casi 97% en la parte industrial.
Por su parte, Dombrovskis destacó que el acuerdo con Mercosur es el mayor trato comercial que la UE ha celebrado en términos de ahorro arancelario, gracias a una cifra que podría alcanzar hasta €4.000 millones anuales (unos US$4.800 millones).
“Con esta alianza, Europa consigue mercado y Mercosur consigue participar de las cadenas globales y modernizar sus sistemas económicos, así como exportar más productos. Es un buen trato porque a cada uno le da lo que necesita: a uno mercado y estabilidad jurídica y de inversión, y al otro mercado, más clases de negociación y más participación”, dijo a Forbes el eurodiputado del grupo político ‘Renew Europe’, Jordi Cañas, uno de los mayores defensores del acuerdo en el Parlamento Europeo.
Los desacuerdos
Más allá de los compromisos medioambientales, los peros de la UE también tienen que ver con el proteccionismo agrícola que tiene el bloque comunitario. “Mercosur es un actor muy eficiente en términos de producción de bienes agroalimentarios, y Europa tiene un sistema productivo con fuertes subsidios en producción que no cuenta con las condiciones climáticas y de suelo que tenemos nosotros”, añadió Grinspun.
A su vez, la eurodiputada del Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea y una de las principales opositoras al acuerdo, Anna Cavazzini, destacó en dialogo con Forbes que hasta 20% de la deforestación en los países del Mercosur está relacionado con las importaciones de la UE.
“Nuestra posición es que el acuerdo no está bien diseñado y no podemos aceptarlo. Creemos que lo mejor es empezar de cero, porque ya pasaron más de 20 años desde que empezó a negociarse, entonces han cambiado muchas cosas desde entonces. Lo que necesitamos, como mínimo, es tener medidas unilaterales desde la Unión Europea para dar un paso adelante en la lucha contra la deforestación”, apostilló.
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No obstante, Cañas afirmó que es falso que el acuerdo vaya a favorecer la deforestación en los países de Mercosur, pues los productos vinculados a esta práctica, que son básicamente la soja y la carne de vacuno, no tienen cambios significativos dentro del convenio.
Cabe destacar que la soja, cuyo arancel de importación actual de Brasil y de Argentina hacia Europa está en 0%, es el principal producto con el que trabaja Brasil en zonas deforestadas después de la ganadería. Bajo esta premisa, no hace falta un acuerdo comercial para importar más soja brasileña, pues “está fuera del mismo”, según comentó el eurodiputado.
En relación a la carne vacuna, la cuota que está prevista en el acuerdo, que es de 99.000 toneladas, es menos de 1% del consumo europeo y alrededor de 1% de la producción de Brasil, que a su vez ha trabajado en los últimos años para incrementar su productividad por unidad especial a una media superior a 3% anual.
“Nosotros en un año incrementamos, solo aumentando la productividad por unidad de superficie por metro cuadrado, más de lo que se agregaría en términos de mercado al conjunto de Mercosur, y creo que mucha gente en Europa no entiende lo que eso significa que en términos de apertura del Mercosur al comercio mundial”, agregó Galvão.
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En la actualidad, el principal importador de soja y carne de vacuno es China, país que a su vez cuenta con relaciones comerciales más sólidas con Brasil en comparación con la UE. En los cuatro primeros meses del año, el 13% de las exportaciones de Brasil se fue al bloque comunitario, mientras que el 35% llegó a China. Solo en el mes de abril, los números fueron de 13% y 39 respectivamente. Por su parte, Brasil adquiere hasta el 19% de las ventas de la Unión Europea. Dicha tasa suele mantenerse estable en el tiempo, según cifras oficiales.

Contrario a la UE, China no ha manifestado reparos ante los asuntos medioambientales en Brasil, por lo que Cañas destacó que “lo que impulsaría la deforestación sería el no acuerdo, pues el texto tiene en sus cláusulas y artículos el cumplimiento de los tratados de París, y si no hay convenio, no hay ningún instrumento político por parte de la Unión Europea para poder incidir las políticas del Brasil”.
En este apartado, Cavazzini destacó que hay una legislación en curso dentro de la Comisión Europea para crear instrumentos de lucha contra la deforestación, aunque agregó que esta alternativa debe estar en funciones si se quiere ratificar el acuerdo con Mercosur, pues “nos da una herramienta adicional para verificar la sostenibilidad del trato. También necesitamos anuncios claros del gobierno brasilero donde se comprometan a detener la deforestación”.
El futuro
Otro aspecto que añade más incertidumbre a la ratificación del acuerdo entre Mercosur y la UE es el panorama político en ambos bloques hasta 2022, año en que se celebran elecciones presidenciales en Brasil y Francia. A estos procesos se suman las elecciones federales de Alemania, que están programadas para septiembre de 2021 y que representan el final del periodo de Angela Merkel como canciller.
Cabe destacar que tanto Merkel como su gobierno han ejercido una fuerte presión para que se ratifique el acuerdo debido a los beneficios industriales y empresariales que puede traer a su país, mientras que Francia ha sido más escéptico desde el comienzo debido a la dureza de Macron respecto a las preocupaciones climáticas y los impactos en la agricultura francesa.
“Queremos avanzar en la ratificación del acuerdo cooperando en iniciativas concretas para abordar las preocupaciones pendientes, especialmente en materia de clima y deforestación”.
valdis dombrovskis, vicepresidente ejecutivo de la ue para asuntos económicos
Ante este escenario, todos los actores involucrados en el acuerdo son conscientes de que este primer año sin ratificación después de la firma del apartado político y de cooperación puede prolongarse, al menos, hasta 2023. Sin embargo, algunos consideran este impasse como una ventaja a largo plazo, pues en el segundo semestre de dicho año, España ostenta la presidencia del Consejo de la Unión Europea, entidad encargada de celebrar acuerdos internacionales junto con el Parlamento Europeo.
Tanto España como Portugal, que tendrá la presidencia del Consejo de la UE hasta el próximo 30 de junio, son los países del bloque comunitario con mayor interés en aprobar el acuerdo con Mercosur.
“España siempre ha empujado muy fuerte. Por momentos toma impulso y después tiene que manejarse con los socios europeos. Hace muy poco el primer ministro mandó una nota pidiendo la ratificación del acuerdo, es decir, ellos siempre han estado muy convencidos de su utilidad. Con presidencia portuguesa este semestre, han hecho una alianza con Portugal y los dos han empujado mucho para su aprobación”, resaltó Grinspun.
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No obstante, el embajador destacó que también hay que pensar que las cuestiones medioambientales del acuerdo tienen que ver o son paralelas en el tiempo a la nueva agenda europea, donde estas discusiones forman parte de una realidad que tiene que ver con el crecimiento de los partidos verdes en Europa.
“El problema del acuerdo con Mercosur es que es un acuerdo negociado con otros parámetros y otra agenda en Europa que quedó un poco en el medio. Este es un convenio un poco más tradicional, y si bien el capítulo de Comercio y Desarrollo Sostenible es el más moderno que ha negociado la Unión Europea, a la vez es viejo respecto a lo que aspiran tener, entonces hay que ver como se adapta a eso”, agregó.
Dicho punto coincide con las opiniones de Cavazzini, quien aseguró que “los verdes tenemos otras demandas, y van a que este trato solo puede pasar con mejoras concretas. Esta es una situación poco ideal, y necesitamos acuerdos diferentes para nuevas generaciones”.
Los actores involucrados son conscientes de que los acuerdos de asociación se negocian y se firman bajo la presunción de que un mayor comercio ayuda al bienestar de las sociedades. En el caso de Mercosur, sería un paso importante en términos de profundizar su integración y apertura económica a los mercados globales, y por el lado de la UE, les ayudaría a convertirse en el primer socio que celebra un acuerdo con Mercosur. “Esto nos da una ventaja sustancial en la quinta economía más grande fuera de la UE”, concluyó Dombrovskis.
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