Algunos partidos se juegan fuera de las canchas. Cristiano Ronaldo y el Tolima protagonizaron algunos de ellos recientemente.

Mucho se equivocan algunos cuando afirman que el fútbol son sólo 11 hombres contra 11. Y esta semana el deporte nos ha demostrado que los 90 minutos son la culminación de un universo enorme que gira sin parar, pero que en ocasiones gravita sobre otros asuntos distintos al marcador de un partido.

Lo que sucedió con Christian Eriksen el fin de semana pasado nos sacó de la cancha y nos llevó a otro escenario: el de la reacción, el de la solidaridad, el de la empatía, el de la pérdida, el del miedo, el de la vida. Creo que en todos los años que llevo viendo y viviendo fútbol nunca había visto una imagen tan conmovedora como la de los jugadores daneses haciendo barrera para que ni las cámaras ni los celulares tomaran imágenes mientras atendían el cuerpo del 10 danés quien se desplomó en la cancha. Algunos llorando y absolutamente abatidos, mostraron toda la dignidad y el respeto que ese momento requería. El partido se detuvo, al igual que el corazón de Eriksen por unos segundos, y recordamos que lo más importante sucede fuera del campo de juego, más allá de los números, los títulos y los patrocinios.

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Y es que estos últimos también nos hacen reflexionar sobre lo realmente importante. Esta semana Cristiano Ronaldo en un, aparentemente, sencillo acto revolucionó las redes, las noticias, los patrocinios y la valorización en bolsa de una de las empresas más poderosas del mundo.

El eterno asunto de los derechos de imagen y los compromisos de imagen individuales y colectivos entro de nuevo en juego. ¿Hasta donde un jugador debe romper con sus principios y pasar por encima de sus creencias por una marca? Cuando CR7 retira unas botellas de Coca Cola (patrocinador oficial de la EURO 2020) de la mesa donde tenia que dar una rueda de prensa como parte de su participación en esta competición, y dice “Coca Cola no, agua”, medio mundo entró a opinar e incluso la valoración de la empresa de gaseosas en la Bolsa cayó después de (o gracias a esto) 4.000 millones de pesos.

Algunos han entrado a cuestionar si Cristiano debe ser sancionado por este acto al argumentar que infringió obligaciones ante unos de los sponsors oficiales de la Eurocopa. Sin embargo, aunque el crack estaba en representación de su selección de Portugal, no por eso tiene que vincular su imagen a un patrocinador que no hace parte de las marcas que él apoya. En cualquier caso, fue tan impactante lo que sucedió en términos económicos, que abrió la discusión acerca de la influencia que hoy tienen los deportistas sobre la reputación de una u otra marca. Y desde luego, que en este caso en particular suma a la polémica en Colombia del impuesto que se ha propuesto a las bebidas azucaradas.

Y para seguir sumando titulares fuera de los campos de juego, el pasado miércoles los jugadores del Tolima estuvieron a punto de no jugar el primer partido de la final del FPC ante Millonarios tras, en un comienzo, no conseguir llegar a un acuerdo respecto a los premios que ganarían en caso de coronarse campeones de Colombia. ¿Oportunismo? ¿Falta de compromiso? La verdad es que cada cual se pone su camiseta.

Los clubes argumentan que sin taquillas no hay suficiente dinero, los jugadores, que no solo les han bajado el sueldo sino que tiene que haber algún incentivo de conseguir su tercera estrella. La verdad es que ha sido un año donde los clubes del país han sufrido no solo un hueco en sus finanzas por la falta de público, sino que han visto cómo sus ingresos por patrocinios se han reducido considerablemente. En este escenario no hay pasión por el deporte que valga ni romanticismo alrededor del amor por el balón, para unos es un negocio, y para otros es su forma de ganarse la vida… la pandemia ha afectado a unos y a otros y desde luego todo esto solo deja al descubierto las profundas heridas que tiene hoy el balón descosido en el interior de la estructura del Fútbol Profesional Colombiano.

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Todo esto sucede, mientras en Sudamérica se juega una Copa América solitaria, sin público, sin pasión… una Copa casi huérfana, adoptada en el último por un país sumido en una gran crisis social y con altísimas cifras de contagio de Covid como lo es Brasil. En medio de un momento donde quizás el más interesado en su celebración es la Conmebol, pues me cuentan algunos periodistas amigos del país carioca que mucha gente allí ni siquiera sabe que ésta se está jugando en su territorio, y el debut de la selección local ante Venezuela tuvo uno de los peores ratings de la Selecao de los últimos años. Una Copa sin duda que se está jugando en fuera de lugar.

Muchos partidos se ganan o se pierden en la cancha, pero muchos más se disputan fuera de ella, y es allí cuando se ve la dimensión de un juego que es hoy más que simplemente 22 hombres que en corto se disputan un balón de fútbol. Como bien lo dice la famosa frase que se considera puede ser de Jorge Valdano o del italiano Arrigo Sacchi: “El fútbol es lo más importante de lo menos importante”.

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*La autora es fundadora de Score Sports, compañía consultora de marketing deportivo.

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