Es urgente cambiar la forma en la que se habla de emprendimiento femenino para lograr avances en el tema. Acá algunos de los mitos más comunes.

Urge construir nuevas narrativas sobre el emprendimiento femenino que rompan con mitos y creen condiciones equitativas de financiamiento, formación y de conexión. Los relatos deben visibilizar e incluir a mujeres emprendedoras en el ecosistema de emprendimiento, innovación social e inversión de impacto.

El primer mito a derrumbar es que las mujeres emprendedoras no son parte del cambio. La realidad es que son clave para la recuperación económica. De acuerdo con el informe del Monitor de Emprendimiento Global 2019-2020, en tiempos económicos desafiantes, se enciende el espíritu empresarial, impulsando la creación de empleo.

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En EE. UU., por ejemplo, las empresas lideradas por grupos minoritarios y por mujeres se destacaron como creadoras de empleo y estabilizadoras de la economía después de la crisis financiera de 2008. La necesidad motiva a las mujeres a iniciar negocios y disminuye su miedo al fracaso en tiempos de crisis económica (GEM, 2020). El apoyo al emprendimiento femenino es factor crítico para la resiliencia en estos momentos de crisis ambiental y de salubridad sin antecedentes.

El segundo mito es que el estilo de liderazgo femenino es débil: de acuerdo con varias investigaciones hay diferencias entre los estilos de liderazgo de hombres y mujeres. Se advierte frente a este mito que el comportamiento es aprendido, condicionado socialmente por el sexo al nacer y, como consecuencia, el estilo de liderazgo puede ajustarse, mejorar y cambiar a partir de una decisión personal.

Aclarado este punto, la investigación muestra que las diferencias consisten en que el estilo de liderazgo de los hombres es más enfocado en lo transaccional, y el liderazgo que ejercen las mujeres es más transformacional. Es decir, las mujeres en posiciones de liderazgo tienden a fortalecer capacidades de sus equipos de trabajo, a establecer condiciones en que todas las partes ganen, a escuchar y comunicar para el bien común. En conclusión, no hay debilidad, hay fortaleza para la transformación.

El tercer mito, entre muchos más, es que las mujeres tienen las mismas condiciones que los hombres para emprender: la brecha en el acceso a oportunidades para fortalecer capacidades y el libre desarrollo es amplia entre hombres y mujeres. Si bien en Colombia hay 7,2 mujeres emprendedoras por cada 10 emprendedores hombres, lo cual parecería alentador, la autonomía económica como pilar fundamental aún dista de concretarse.

Esta autonomía, por definición, requiere que las mujeres obtengan ingresos para superar la pobreza y disponer de tiempo para capacitarse. El acceso al mercado laboral, el desarrollo profesional y personal, no deben convertirse en barreras para el logro de sus propias aspiraciones (CEPAL, 2016). Actualmente las mujeres dedican más del doble del tiempo que los hombres en actividades domésticas y de cuidado no remuneradas. El trabajo doméstico y de cuidado que realizan las mujeres equivale a 15 % del PIB en Colombia. Es decir, a pesar de trabajar más, avanzan más lentamente y reciben menos remuneración.

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Para derrumbar mitos desde la acción, va una lista de consideraciones de mujeres líderes que he recogido a lo largo de la actual investigación. La primera es reconocer que “las mujeres debemos superar más barreras que los hombres, en especial en territorios alejados, y por eso debemos manejar un estilo de liderazgo que se adapte a las condiciones de cada contexto”.

Segundo, “está bien alzar la voz tan alto que rompa los techos de cristal, no podemos ser tímidas”. Tercero, la solidaridad es fundamental y aprovechar la oferta institucional es clave. Recientemente, en Colombia se lanzó el Fondo Mujer Emprende y hay diversidad de líneas de crédito para poyar a mujeres emprendedoras. Por último, sugiero que recordemos que emprender es una tarea conjunta, que no es un asunto de género, pero no podemos olvidar que hay contextos donde la brecha es difícil de superar. La propuesta es resignificar prejuicios, derrumbar mitos y ¡transformar juntos!

Por: Diana Marcela Puerta López*
*La autora es directora de la Maestría en Gerencia Ambiental y la Maestría en Gerencia y Práctica del Desarrollo de la Universidad de Los Andes.

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