Los nexos con América Latina, el aumento del gasto militar de los países miembros, las relaciones con Rusia y China, así como la salida de tropas de Afganistán, serán algunos de los temas más importantes de la organización a lo largo de los próximos diez años.
Cada década trae consigo diferentes desafíos, y tras pasar la página de la pandemia, el mundo tendrá que volver a prestar atención a todo aquello que el virus envió a un segundo plano. En el caso de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la manera de actualizarse frente a los retos venideros se traduce en una agenda de cambios para 2030, definida a mediados de junio, que incluye aspectos como una posible nueva Guerra Fría, el fin de una cruzada militar de 20 años y una mayor cercanía con los países de América Latina, entre otros puntos.
En este último apartado, la nación que adquiere mayor protagonismo es Colombia, dado que es el primer país latinoamericano con el estatus de socio global de la Alianza, obtenido en 2017. Frente a la relación que sostienen ambos actores en la actualidad, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, le dijo a Forbes que “estamos intensificando nuestra interacción en materia de buen gobierno, entrenamiento militar, interoperabilidad, desminado y seguridad marítima”.
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Stoltenberg destacó que la OTAN y Colombia se han centrado en desarrollar enfoques comunes para desafíos globales como la ciberseguridad, el terrorismo y sus vínculos con el crimen organizado, así como en apoyar los esfuerzos de paz y seguridad, incluida la seguridad humana.
Frente a Latinoamérica en general, el directivo afirmó que la agenda 2030 de la OTAN busca lograr nuevas relaciones con países de la región, de los cuales cabe destacar a Argentina y Brasil como ‘principales aliados no pertenecientes a la OTAN’, estatus que otorga el gobierno de Estados Unidos a naciones con las que mantiene una estrategia de trabajo en términos de seguridad y defensa. Argentina entró al grupo en 1998, durante la administración de Bill Clinton, mientras que Brasil lo hizo en 2019, en el periodo de Donald Trump.
“Le recuerdo a los estadounidenses que, cuando nos atacaron por primera vez desde el inicio de la WWII, la Otan honró el artículo quinto”.
Joe biden, presidente de los estados unidos
Precisamente Trump se convirtió en una sombra constante durante la cumbre, pues las mayores expectativas de la misma radicaban en la postura con la que llegaría el actual mandatario de los Estados Unidos, Joe Biden, frente a las reticencias que mostró su predecesor, sobre todo en lo referente al gasto en defensa de cada uno de los 30 estados miembros. En este apartado, las metas que se trazó la OTAN desde 2014 apuntaron a que cada nación gastara 2% de su PIB en defensa para 2024, objetivo que aún está lejos de cumplirse.
En una charla entre Stoltenberg y Biden a la que Forbes asistió durante la cumbre, que se desarrolla tradicionalmente en Bruselas, se hizo hincapié en el incremento de US$260.000 millones en el gasto en defensa desde Estados Unidos y Canadá en 2014, aspecto que Biden calificó como “correcto”. Al mismo tiempo, el mandatario estadounidense destacó que “hay 10 países que han logrado el objetivo de gastar el 2% de su PIB en defensa y otros que están en camino”.
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Según el último informe anual del secretario general de la OTAN, entregado en marzo de este año, las 10 naciones que cuentan con un gasto estimado en defensa que iguala o supera el 2% de su PIB son Grecia, Estonia, Reino Unido, Polonia, Latvia, Lituania, Rumania, Francia, Noruega y Eslovaquia (ver gráfico). En el caso de Estados Unidos, su inversión equivale a 3,73% de su PIB, siendo la que más capital destina en la actualidad.
“La OTAN es vital para los intereses de Estados Unidos, pues si no existiera tendríamos que inventarla. Le permite a Estados Unidos llevar a cabo sus asuntos a nivel mundial de una forma que nunca habría ocurrido si no estuviéramos coordinados”, añadió Biden.
¿Una nueva ‘Guerra Fría’?
La frase “uno para todos y todos para uno”, que Alejandro Dumas construyó como el lema de ‘Los tres mosqueteros’, cobra sentido en la estructura de la OTAN, sobre todo si se observa el artículo 5 del Tratado de Washington, en el que se especifica que un ataque contra uno de los aliados se considerará un atentado contra todos.
“Creo, y lo he dicho durante toda mi carrera, que el artículo 5 de la OTAN es una obligación sagrada, y le recuerdo constantemente a los estadounidenses que, cuando Estados Unidos fue atacada por primera vez desde el inicio de la II Guerra Mundial, la OTAN dio un paso al frente y honró el artículo 5”, señaló Biden durante la cumbre.
El compromiso adquiere relevancia cuando las relaciones de la OTAN con Rusia están “en su punto más bajo desde la Guerra Fría”, por lo que Stoltenberg destacó que las acciones agresivas de Moscú frente a países como Ucrania, donde la presencia militar rusa en la frontera entre ambas naciones mantenía alrededor de 100.000 soldados para el momento de la cumbre, son “una amenaza para nuestra seguridad”.
“La OTAN y Colombia se han centrado en desarrollar enfoques comunes para desafíos globales, como la ciberseguridad y el terrorismo”
jens stoltenberg, secretario general de la otan
Uno de los primeros en referirse al tema fue el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, durante una breve conferencia de prensa que tuvo lugar al momento de su llegada a la cumbre y en la que Forbes estuvo presente. El mandatario destacó que “siempre espero que las cosas mejoren con Rusia, pero me temo que, hasta ahora, han sido muy decepcionantes desde el punto de vista del Reino Unido”.
Otro de los jefes de estado que compartió su punto de vista frente al las relaciones entre Rusia y la OTAN fue el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, quien comentó en una charla con Stoltenberg a la que asistió Forbes que “esta es una oportunidad para no solamente afirmar nuestros compromisos con principios sólidos, sino de tomar acción sobre cómo los esparcimos para nosotros mismos y para los demás países en el mundo”.
A su vez, el mandatario mencionó que “no hablamos solo de Rusia”, sino de un territorio en ascenso que está compitiendo y desafiando a la OTAN, a pesar de que apenas ha sido mencionado en encuentros previos de los líderes de la Alianza: Se trata de China, que actualmente posee la mayor armada del mundo según la organización y cuyo surgimiento “necesita una respuesta para nosotros como alianza”, pues fue un aspecto que se empezó a mencionar hasta 2019.
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Cabe resaltar que el presidente de China, Xi Jinping, ha reiterado en numerosas ocasiones que el objetivo de su país para 2049 es disponer de una “fuerza militar de primera categoría a escala global”, una intención que viene unida a la rápida expansión de su arsenal armamentístico, con más ojivas y un mayor número de sistemas sofisticados para establecer una triada nuclear, dividida entre misiles en tierra, proyectiles transportados por bombarderos y cohetes cargados en submarinos.
No obstante, Stoltenberg subrayó que “la OTAN no entrará en una nueva ‘guerra fría’ con China, pero buscará hacer frente unida a los desafíos para la seguridad de la Alianza que implica su escalada militar y expansión de poder en el mundo. No es nuestro enemigo, pero debemos abordar los retos que supone para nuestra seguridad”.
Al respecto, Johnson complementó que “cuando se trata de China, creo que nadie de los que se sientan en la mesa quiere llegar a una nueva guerra fría. Creo que lo que la gente ve son desafíos, ven cosas que tenemos que resolver, pero también ven oportunidades, y creo que lo que debemos hacer es trabajar juntos”.
El fin de dos décadas en Afganistán
Los atentados del 9/11 significaron la única vez que la OTAN ha hecho uso del artículo quinto en el siglo XXI, lo que provocó el envío de fuerzas militares a Afganistán con el objetivo enfrentar a las fuerzas de Al-Qaeda y evitar que los terroristas usaran dicho país como un refugio para atacar a los aliados de la organización. Dicha incursión terminará este año, pues desde el pasado 1 de mayo, los 10.000 soldados presentes en esta nación comenzaron a abandonar el territorio, proceso que se espera culmine antes del 11 de septiembre.
“No ha sido una decisión fácil. Llevamos 20 años allí, pero no podemos estar para siempre. Sin embargo, no estamos terminando nuestro apoyo a los afganos”, apuntó el secretario, quien también reiteró que la OTAN continuará ayudando a las fuerzas militares y de seguridad en Afganistán mediante programas de entrenamiento y a través de financiación con el Fondo Fiduciario del Ejército Nacional Afgano.
A su vez, la OTAN mantendrá sus oficinas en Kabul, capital de Afganistán, para continuar trabajando en las relaciones con el país asiático y monitorear la guerra civil que aún persiste entre las fuerzas de seguridad afganas y los talibanes, también conocidos como el ‘Estado Islámico de Afganistán’, que fueron derrocados del gobierno en 2001, tras la llegada de las fuerzas militares lideradas por Estados Unidos.

Según cifras de la Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán, el conflicto entre afganos y talibanes dejó más de 2.000 civiles fallecidos y alrededor de 3.800 heridos entre el 1 de enero y el 30 de septiembre de 2020.
El apoyo de la OTAN también se enfocará en mantener y apoyar las infraestructuras críticas del país, incluido el aeropuerto de Kabul, cuya seguridad es “importante para la presencia diplomática y el desarrollo de la ayuda, donde países como Turquía juegan un papel de relevancia”, de acuerdo con Stoltenberg.
A pesar de las intenciones de la organización de mantener el apoyo a Afganistán, se teme que el país colapse ante la escalada de la violencia que ha traído la continuidad de la guerra civil, pues a finales de junio, las tropas talibanes tomaron el control de 50 regiones afganas, impulsados por el retiro de las tropas de la OTAN.
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Para asegurar que eso no ocurra, así como para modernizar el presupuesto de la organización en general, el secretario destacó que se aumentarán y fortalecerán sus tres presupuestos (civil, de infraestructura y militar) para asegurarse de que “contamos con todos los recursos para el mayor nivel de ambición”.
El ejecutivo también explicó que este fortalecimiento incluye actividades como mayor preparación, más ejercicios, más capacitación, mejor comando y control, así como más inversiones en infraestructura y equipos preposicionados. En el apartado civil, se habló de la intensificación del trabajo y el apoyo con sus socios en formas diferentes a la estrategia militar.
“Esto refleja la agenda 2030 de la OTAN. Estamos hablando de la mitad del poder económico y más de la mitad del poder militar de todo el mundo. Además, esta organización abarca 30 democracias que representan alrededor de 1.000 millones de personas”, destacó.