El proyecto presentado ayer puede impactar la credibilidad del Banco de la República. Además queda en tela de juicio la solidez del componente social. Dicen que habrá otra reforma tributaria en el próximo gobierno.

Un día después de su radicación ante el Congreso, el ‘Proyecto de Inversión Social’ empieza a generar escepticismos dentro del gremio económico. Las dudas apuntan principalmente a la protección de la que aún gozan los ricos, la posible pérdida de credibilidad del Banco de la República y a la poca solidez de las proyecciones de recaudo de la Dian, basadas en un optimismo que, de momento, carece de robustez.

El economista y socio fundador de la firma Inclusión SAS, Roberto Angulo, comentó a Forbes que “dos de las tres patas de la reforma son inciertas”. Del aporte empresarial, la reactivación general y el tema de eficiencia del Estado, “lo que vayamos a lograr en las dos últimas es aspiracional y no sabemos cuánto vamos a poder recuperar“.

Asimismo, señaló que el Gobierno está siendo muy optimista los recaudos que espera obtener en esos dos puntos, entonces “estaríamos con una incertidumbre sobre si de verdad se van a alcanzar los $15 billones que están prometiendo”.

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El director de investigaciones económicas de Corficolombiana, Jose Ignacio López, también fue enfático al destacar que esta reforma no tiene el carácter estructural de la propuesta anterior. Ademas deja a la senda de deuda pública en un estado incompatible y retador frente a la recuperación del grado de inversión en la próxima década.

López mencionó que, si bien el proyecto tiene la virtud de acompañar el proceso de recuperación económica con los programas de gasto y subsidios al empleo formal, tiene una meta muy ambiciosa sobre la capacidad de fiscalización y eficiencia de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) que debe aportar $3 billones en 2023, adicionales a los $18 billones asumidos en el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) de mayor recaudo debido a la introducción de la factura electrónica y una mejor gestión de dicha entidad.

Componente social

El experto se refirió a las afirmaciones del Gobierno sobre un acuerdo nacional para no tocar a la clase media, pero destacó que es un concepto engañoso al no tocar a los ricos al mismo tiempo. Por ello, sentenció que si el proyecto sale como lo anticipó el Gobierno, será una derrota de los pobres porque “termina blindando al 28% más rico de todo Colombia”.

En aras de blindar a la clase media, el proyecto dice que no va a tocar el IVA, pero falla al no tener en cuenta que dicho impuesto ya es regresivo con los pobres. A su vez, la propuesta tampoco activa el mecanismo de compensación y devolución que el mismo Gobierno ya probó que sí funcionaba, lo que lleva a preguntarse acerca del por qué de su cancelación dada su importancia frente a la robustez que puede añadir a los programas de paquete social.

Frente a ese aspecto, Angulo detalló que estos detalles “no dan un buen mensaje” a la hora de hacer acuerdos sociales, porque aniquilan la posibilidad de solidaridad entre personas naturales, mientras dejan de lado una discusión de dividendos o sobre un impuesto a la renta de los ricos.

“¿Por qué todo eso barrerlo bajo la bandera de que se está blindando a la clase media? Entiendo que hay restricciones políticas para que la reforma sea viable, pero sí creo que conviene explorar otras alternativas viables que sí abran canales de solidaridad entre personas”, subrayó.

Frente a los programas sociales, llama la atención es que las expectativas del Gobierno con dichas inversiones apunten a retomar los niveles de pobreza prepandemia tan rápido. Un ejemplo de las dudas frente a ese indicador son los cupos de matrícula cero, que son insuficientes desde el punto de vista de la población pobre y vulnerable con la que cuenta el país.

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“Yo no creo que haya tanta inconsistencia en los cupos que prometen, pero sí la hay en pensar que, con esos números, van a volver a la pobreza prepandemia. También toca ver los cálculos de la exposición de motivos porque yo no veo tan claro cómo el escenario de esta reforma reduce más pobreza que la anterior, que era mucho más robusta en cuanto al paquete social”, explicó Angulo.

Ajustes fiscales

Más allá de los peros en los aspectos sociales de la reforma, los temores de los expertos también están ligados al componente fiscal de la reforma. Sobre todo, si se tienen en cuenta los mensajes que ha entregado el Banco de la República desde comienzos de año. El Emisor ha destacado que se necesitaría un ajuste fiscal adecuado para mantener una política monetaria anticíclica.

No obstante, el economista de BNP Paribas para Colombia y Chile, Felipe Klein, mencionó que el BanRep no ha reaccionado ante el hecho de que el Gobierno se vio obligado a retirar la reforma tributaria anterior y retrasar el ajuste fiscal hasta 2023 (el déficit fiscal en 2022 se mantendrá en el 7% del PIB), por lo que su mensaje “podría perder credibilidad”.

Asimismo, la junta del BanRep no ha aclarado su mensaje sobre el tipo de ajuste fiscal necesario y el momento apropiado para hacerlo, así como tampoco ha ajustado su tono, incluso después de que Standard & Poor’s y Fitch Ratings rebajaron la calificación soberana de Colombia por debajo del grado de inversión. Bajo ese contexto, Klein destacó que el mensaje de BanRep “podría percibirse como inconsistente en el tiempo”.

“Si bien la materialización de los riesgos fiscales no se ha traducido en salidas de capital, creemos que esta situación podría cambiar muy rápidamente en un contexto de endurecimiento de las condiciones externas”, apuntó.

Los retos venideros

López aseguró que, además de la fragilidad de las proyecciones optimistas sobre la gestión de la Dian, la senda de la deuda pública puede verse negativamente afectada por una normalización en los niveles de las tasas de interés de los mercados internacionales. En ese escenario, las economías desarrolladas, en particular la de Estados Unidos, continuarán en su proceso de recuperación económica, generando presiones inflacionarias. Esto llevaría a los Bancos Centrales a nivel global a retirar buena parte de la liquidez y aumentar tasas en los próximos años.

A esto hay que sumarle la probabilidad de que la deuda bruta del Gobierno Nacional Central como porcentaje del PIB supere el nivel de 70% en los próximos años. La corrección de esta tendencia sería lenta y hacia niveles cercanos al 63% después de una década, según proyecciones de Corficolombiana.

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“Con esta senda será difícil recuperar el grado de inversión en la próxima década, dado que a pesar de que la mayoría de los países en la categoría BBB también han experimentando mayores necesidades de financiamiento, estaríamos por encima de la mediana de los países BBB durante los próximos años, hasta por 10 puntos porcentuales en el futuro cercano”, añadió López.

Se necesita otra reforma tributaria

Frente a la efectividad del proyecto presentado ayer, Angulo mencionó que, si el camino para la recuperación económica del país es una reforma como la que anticipó MinHacienda, el país se estaría decantando por tener una solución efectiva en el corto plazo, aplazando la discusión estructural. “Es evidente que esa es la opción de este Gobierno con una reforma que atienda la urgencia de la deuda, mantener el status quo del ingreso solidario y recuperar las calificaciones de riesgo”, comentó.

Ante esa perspectiva, el experto fue tajante al analizar que, sin duda, habrá que hacer una reforma estructural más adelante. Una de las razones es que la pobreza pasó a 42% y la clase media perdió cinco puntos porcentuales como consecuencia de la pandemia, lo que cambió todo el mapa de riesgo de los hogares de Bogotá.

“Cuando hablamos de acuerdo social, necesitamos replantear concretamente el sistema de protección social, tanto su sostenibilidad como las estrategias para avanzar nuevamente hacia un desarrollo más equilibrado”, concluyó.

No obstante, resaltó su optimismo frente a la posibilidad de que se le harán mejoras en el camino, y agregó que no califica a la reforma tributaria como “una cosa mala, porque tiene que ser viable políticamente”, pero sentenció que hay que llamar las cosas por su nombre. “Yo lo que veo es que los pobres están perdiendo impulso y lo están ganando la clase media y los ricos, pero espero que se transforme y mejore en el proceso político que queda“, agregó.