El gobierno de Estados Unidos ha implementado una agenda agresiva contra la corrupción que resonó en América Latina ¿Cuáles son las conclusiones?

Con robusta agenda anticorrupción, Estados Unidos retoma el liderazgo global. El anuncio de la Casa Blanca el pasado 3 de junio de una nueva agenda en la lucha contra la corrupción fue un vigoroso llamado a los sectores público y privado para revisar la manera de abordar su gestión y manejo de fondos. El mensaje del presidente Joe Biden es claro: su gobierno perseguirá dentro y fuera de su a quien cometa o facilite actividades corruptas.

Al abordar la corrupción como una prioridad económica y de seguridad nacional, la administración Biden-Harris expande el foco de su política exterior y lidera los esfuerzos para lograr una mayor transparencia del sistema financiero global y frenar el avance de sistemas autocráticos. La agenda busca combatir toda forma de financiación ilícita en Estados Unidos y en los sistemas financieros internacionales.

Se esperan medidas contra paraísos fiscales y estructuras corporativas dudosas; y para reducir el secreto financiero extraterritorial. Se anticipan más investigaciones bajo la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero, haciendo vital que empresas e instituciones financieras revisen sus programas para mitigar sus riesgos, en especial aquellas con clientes y socios internacionales o financiadas por multilaterales.

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Para su implementación, las agencias gubernamentales de Estados Unidos trabajarán en los próximos 6 meses en un plan que cubra, entre otros:

• Atacar la financiación ilícita incluyendo acelerar la creación del registro de “beneficiarios reales” y limitar la capacidad de empresas fantasmas en la compra de activos.
• Perseguir a los culpables con mayores acciones penales y civiles, que abarquen la recuperación de activos de cleptocracia.
• Hacer alianzas globales para frenar la corrupción emanada de sistemas autocráticos y cleptocráticos, empresas estatales extranjeras y empresas criminales transnacionales
• Mejorar la asistencia extranjera y cooperación
• Aumentar el apoyo a la sociedad civil y medios de comunicación.

En Latinoamérica el mensaje resonó de inmediato. En su primer viaje a la región, unos días después del anuncio de la directriz, la vicepresidenta Harris, logró el compromiso de 12 empresas —incluyendo colombianas—para apoyar el desarrollo económico del Triángulo Norte con un norte claro: más oportunidades económicas, fortalecer la gobernanza y combatir la corrupción.

En una Colombia sacudida por la agudización del malestar social y con su grado de calificación golpeado, abrir el debate a reformas estructurales que inviten a un mayor liderazgo del sector privado y aterricen el discurso sobre corrupción pudiera abrir la puerta a nuevos consensos.

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LinkedIn: Margarita Sánchez

*La autora es abogada de Washington DC especializada en delitos de cuello blanco, anticorrupción global y disputas transfronterizas (América Latina y el Caribe)

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