Sergio Díaz-Granados llega al Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) para transformar la entidad. Es el único colombiano que ha llegado a la presidencia y promete convertirla en el primer banco verde de la región.

“Los hombres a veces hacen planes y Dios se ríe”. Con esta frase resume Sergio Díaz-Granados, presidente electo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), su llegada a una institución que nunca había contado con un líder colombiano en sus 53 años de historia. Con 19 países miembros, de los cuales 14 son naciones no andinas, y una cartera de US$28.000 millones, la antiguamente conocida como Corporación Andina de Fomento inicia una nueva era centrada en la sostenibilidad.

Diaz-Granados, que tomará posesión de su cargo el próximo 1 de septiembre, atendió la entrevista de Forbes desde Panamá. Él tiene una idea muy clara acerca de cómo quiere que se recuerde a la CAF tras la primera presidencia colombiana: un banco que fue esencial para la reactivación y que le apostó todo al crecimiento sostenible. “Nuestro desafío es recuperar lo que perdimos en estos 15 meses en materia de logro social, y tenemos que hacer eso de manera tal que protejamos a la región frente al desafío que tenemos a nivel global: el cambio climático”, aseveró.

El ejecutivo destaca la importancia de tener un banco con la amplitud geográfica que tiene la CAF, cuya expansión comenzó en los 90, pasando de cinco países a 17, y luego a 19 con España y Portugal. Esta característica ha permitido que la CAF aumente su capacidad operacional gracias al capital inyectado por los países que, a su juicio, es una forma de crecer a beneficio de las naciones.

La llegada

El arribo de Diaz-Granados a la CAF no estuvo exento de controversias, aunque estas no estuvieron ligadas a su candidatura como tal, sino a los funcionarios que lo precedieron. Basta con observar al anterior presidente, el peruano Luis Carranza, que renunció el pasado mes de marzo, un año antes de que concluyera su periodo, tras diversas denuncias de acoso y abuso de poder.

Su postulación también llegó de rebote, ya que el nombre que inicialmente propuso el Gobierno colombiano para ocupar la presidencia del banco fue el exministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, que desistió de la idea tras la polémica desatada por el proyecto de reforma tributaria que presentó en abril, y que desembocó en el paro nacional que inició a finales del mismo mes. El estallido social provocó que dimitiera de su cargo días después.

Fue entonces cuando el Gobierno pensó en Díaz-Granados para presentar el primer nombre colombiano a la CAF, institución a la que el país no había aspirado antes al ostentar durante 15 años la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a través de Luis Alberto Moreno, que ocupó dicho cargo entre 2005 y 2020.

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El apoyo a su candidatura también fue arrollador dentro de los países miembros, pues obtuvo 17 de 19 votos frente a su contrincante, el actual subsecretario de relaciones internacionales de Argentina, Christian Asinelli, que se desempeñará como vicepresidente de la CAF junto a Díaz-Granados desde septiembre.

“Yo personalmente le ofrecí que fuera mi coequipero. Lo conozco, sé que estuvo en el área de desarrollo institucional de la CAF durante mucho tiempo, y creo que sería un muy buen complemento para tener todas las visiones dentro del banco. El aceptó e hicimos una elección mancomunada, en lugar de llegar a un pugilato por la presidencia que no le conviene a la región ni a CAF”, apuntó.

Las apuestas

Díaz-Granados reconoce que la CAF ha hecho mucho por el desempeño del sector privado en los últimos 52 años, pero su objetivo es que la institución haga avances robustos “que nos permitan financiar proyectos que realmente mejoren la calidad de vida de los latinoamericanos y caribeños“. Esa visión la trae de su experiencia en el BID, donde estuvo seis años como representante para Colombia.

“La mayor experiencia se resumiría en un mayor trabajo por el sector privado, y es como la banca de desarrollo puede apoyar: con más financiamiento para proyectos que tengan mayor impacto en lucha contra la pobreza, en equidad de género y en reducción de la inequidad. Ahí se juega un rol fundamental”, explicó.

El directivo recuerda que esa discusión se estaba dando a su llegada al BID en 2015, lo que llevó a un proceso de ‘merge out’ o ‘fusión hacia afuera’ de las ventanillas del sector privado con la Corporación Interamericana de Inversiones, dejando como resultado “un nuevo diseño con siglo XXI”, pasando de prestar US$1.500 millones a US$7.000 millones en 2020.

Un segundo aspecto que calificó como trascendental es la optimización de la hoja de balance, que viene de la crisis financiera de 2008/09. A su juicio, los bancos tienen que mejorar el uso de capital para prestar mejor servicio a los clientes, lo que llevará a una zona de reflexión sobre cómo se optimiza el capital por dentro de CAF.

“Se pueden hacer muchas cosas, como cruzar deuda con otros multilaterales para bajar el riesgo, concentración de carteras en algunos países, e ir a los mercados emisores de bonos verdes con propuestas y proyectos atractivos y relevantes para la región”, sostuvo.

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Con respecto a los multilaterales, Díaz-Granados confesó que todos los ministros de finanzas de la región le pidieron buscar una mayor coordinación en este campo, y les dio la razón, agregando la necesidad de buscar la manera de que “nuestros recursos, que son escasos, generen un mayor impacto en el crecimiento económico en América Latina y el Caribe”.

Primer banco verde de la región

El manejo de los recursos regionales es apenas una parte de su sueño más grande al frente de la CAF, y la razón es muy sencilla: en la década en que se creó CAF, los accidentes hidro climáticos, de eventos de lluvias o de sequía, produjeron pérdidas por US$4.800 millones anuales, mientras que, en los últimos 10 años, fueron cerca de US$58.000 millones anuales, 14 veces más en 40 años.

Estas cifras llevaron a Díaz-Granados a asegurar que las acciones de la próxima década y la siguiente van a ser vitales para América Latina y el Caribe en materia de efectos fiscales, pobreza y desigualdad. Al respecto, añadió que mucha de la migración que se ha dado de Centroamérica hacia Norteamérica ha pasado por efectos de la caída de los precios de los commodities, particularmente del café, o ha pasado por los desastres naturales como los huracanes.

“Cada desastre natural implica un retroceso alarmante en los logros y casos precarios que hemos tenido en lo social, sobre todo en el mundo rural, e implican unas grandes movilizaciones de gente. Además, hay que tener en cuenta que esto es una oportunidad de crecimiento”, recalcó.

En vista de lo anterior, su sueño apunta a conectar el expertise y la capacidad de la CAF en la estructuración de proyectos para focalizarse en infraestructura sostenible. De ahí salen las apuestas por la transición energética, una mayor protección de la biodiversidad y proyectos serios de reforestación. Esto teniendo en cuenta que la mitad del problema de emisiones en América Latina, sin ser la región más emisora del mundo, viene por deforestación.

Estamos viendo la mayor sequía de Brasil en los últimos 90 años, o dos huracanes en las islas de San Andrés y Providencia en noviembre, que nunca antes había pasado. Tenemos suficientes alertas en América Latina y el Caribe como para preocuparnos por eso también, y pensar en qué hacer para proteger a nuestra gente y nuestra naturaleza”, añadió.

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Bajo esta coyuntura, la visión de Díaz-Granados apunta a que la CAF se convierta en un referente regional en la preparación de Latinoamérica para la sostenibilidad. Además, esto permitirá que la región tenga sustento para su crecimiento de una manera mucho más sostenible, con mayor impacto en lo social y mayor inclusión. “Tenemos un desafío muy grande por delante, y hay que conectar ese mensaje de mayor sostenibilidad con crecimiento”, sentenció.

“Cada desastre natural implica un retroceso alarmante en los logros y casos precarios que hemos tenido en lo social, sobre todo en el mundo rural, y derivan en unas grandes movilizaciones de gente. Esto es una oportunidad de crecimiento”.

sergio díaz-granados, presidente de la caf

La situación de Venezuela

Hay que recordar que Venezuela es socio fundador de CAF y un miembro activo del directorio entre 2010 y 2013. A su vez, la institución es aportante al desarrollo interno del país históricamente, compromiso que se ha mantenido sin interrupciones, así como el del vecino país con el banco.

Tanto así que, hoy en día, ningún país está en deuda con la CAF, factor importante para mantener a salvo el patrimonio que la institución ha construido. Por eso mismo, Díaz-Granados aclaró que la relación con Venezuela, al igual que el resto de los países miembros, va a estar en esa óptica de ayudar al cliente y que este, a su vez, se comprometa con el banco y con el resto de los socios.

“Venezuela es un desafío importante en este momento y CAF debe ayudar mucho más. Es prácticamente el único multilateral activo inversor en este momento, y creo que hay que aprovechar esa relación para bien de la población”, dijo.

Otro aspecto por el que insistió en la necesidad de abordar la relación con Venezuela desde la cooperación tiene que ver con el hecho de que la sede principal de la CAF está “y seguirá estando” en Caracas, de acuerdo con el presidente electo.

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No obstante, el ejecutivo ya le manifestó al directorio que, para que CAF se fortalezca en su rol, la presidencia no puede estar hoy en Caracas, sino en Panamá, lo cual no contradice para nada la carta constitutiva de la CAF ni sus reglamentos.” Por el contrario, estos dicen que la presidencia ejecutiva podría estar desde cualquier lugar de América Latina, y eso ha pasado en los últimos 10 años”.

Al pensar en una ubicación que asegure las posibilidades de hacer un mejor trabajo, teniendo en cuenta las restricciones actuales de movilidad por la pandemia de Covid-19, Díaz-Granados elogió a Panamá al ser un hub que está creado hace más de 12 años, lo que involucra “utilizar lo que ya tenemos”, y que a su vez trae mayores ventajas gracias a su conectividad con el resto de la región, en comparación con el segundo hub, ubicado en Montevideo.

El caso colombiano

A partir de su experiencia como ministro de Comercio entre 2010 y 2013, viceministro de Desarrollo Empresarial de la misma cartera entre 2006 y 2008 y presidente de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (Anato), el ejecutivo no dudó en asegurar que “el camino más difícil es el que ha emprendido Colombia en estos 20 años”, al enfocarse en poner unas bases jurídicas para hacer impulsar al sector exportador.

Díaz-Granados también mencionó que un horizonte ideal de política exportadora sería vender más productos a más destinos a más empresas. Con eso en mente, se ha hecho una estrategia de internacionalización que viene desde 1991 a la fecha, con la creación del Ministerio de Comercio.

“Yo creo que hemos ido alcanzando cada vez mayores y mejores momentos, y como vaya el mundo subiendo y bajando en sus ciclos, también nos va afectando a nosotros, pero el país está cada vez con sus riesgos más diversificados, y tiene en el sector exportador una cadena importante de crecimiento”, destacó.

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Lo cierto es que las cifras respaldan su afirmación. Entre enero y abril de este año, las exportaciones crecieron 11% en comparación con el mismo periodo de 2020, comportamiento que se vio marcado específicamente por los minero-energéticos y no minero-energéticos, más diversificación, más productos y más destinos.

No obstante, aseguró que mayo fue un mes malo para el sector exportador por todos los paros y bloqueos, que afectaron tremendamente las operaciones en Buenaventura, desde las exportaciones de café hasta las importaciones de cereales. A pesar de ello, aseguró que en el resto del año habrá recuperaciones importantes nuevamente, y eso ayuda a sentar unas bases más sólidas para la reactivación económica.

Al mismo tiempo, manifestó que Colombia ha ido ganando cada vez más eficiencia en su economía, aunque haya algunas debilidades de productividad que se deben sopesar y que están asociadas a infraestructura, mejoramiento de las capacidades de fuerza laboral, costos para la producción, el costo país (que hay que revisarlo permanentemente en temas de energía), y en otros aspectos esenciales para la producción de materias primas.

Por otra parte, si bien subrayó que hay que seguir haciendo reformas sistemáticamente para mantener un mejor desempeño, defendió que “es indiscutible que el comercio exterior ha crecido, ha mejorado y ha prestado un servicio al crecimiento económico de Colombia”, concluyó.

La CAF empieza una era en la que las riendas de la institución van a estar en manos de un colombiano, por primera vez en la historia. Este, que es el banco de desarrollo de la región, seguirá siendo fundamental para impulsar la recuperación, reducir la pobreza y llevar la prosperidad a todos. Ojalá sea el inicio de una era dorada.