El expresidente Donald Trump gestó un acuerdo con los talibanes el 29 de febrero de 2020, asegurando que las tropas estadounidenses se retirarían por completo para asegurar una transición pacífica. Ese fue el inicio del plan que desembocó en la situación actual.

“Soy el cuarto mandatario en presidir una presencia de tropas estadounidenses en Afganistán. No pasaré esta guerra a un quinto”, aseguró ayer el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, en un discurso en el que anunció la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán para concluir “la guerra más larga de EE.UU.”, decisión que no fue inmune a críticas, sobre todo de su predecesor.

El expresidente Donald Trump siempre ha sido el más férreo de sus críticos, pero esta vez fue más allá al pedir la renuncia de Biden luego de que los talibanes se hicieran con el control de 18 de las 34 provincias de Afganistán, obligando a su presidente, Ashraf Ghani, a abandonar el país. No obstante, las bases de lo que está sucediendo hoy se sentaron en el gobierno del expresidente republicano.

El 29 de febrero de 2020, la administración de Trump llegó a un acuerdo con los talibanes para un retiro total de las tropas estadounidenses de Afganistán en mayo de 2021, casi 20 años después de que entraran en dicha nación como resultado de los atentados del 9 de septiembre en Nueva York, perpetrados por la organización terrorista Al-Qaeda.

“La negociación de Trump tuvo un gran impacto en lo que está sucediendo ahora. Si bien hubo un acuerdo para una transición pacífica, esa nunca fue la intención de los talibanes. Era cuestión de tiempo para que tomaran el país, porque no hubo resistencia alguna“, dijo a Forbes el profesor de política y economía internacional del Instituto Tecnológico de Mssachusetts (MIT por sus siglas en inglés), Charles Kane.

Para el momento en que se suscribió el acuerdo, se preveía un canje de 5.000 prisioneros talibanes y 1.000 prisioneros de las fuerzas de seguridad afganas antes del 10 de marzo, fecha en que también iniciarían las conversaciones de paz entre los talibanes y el gobierno afgano.

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Kane también criticó la inversión que hizo Estados Unidos en el país, que ascendió hasta US$2 billones en aspectos como la formación y entrenamiento de las fuerzas militares afganas. La cifra representó el doble de lo que se ha gastado en temas de infraestructura, por lo que aseveró que “se pudo haber hecho mucho más por el país en vez de haber ido allá“.

A su vez, el experto calificó la rapidez de la toma del poder por parte de los talibanes como algo “patético”, pero sentenció que su significado no recae tanto en los estadounidenses, sino en la voluntad de la gente de Afganistán. “Ellos simplemente no lucharon, y no tuvieron un Gobierno en funciones que opusiera resistencia”, comentó.

Pese a que el asunto fue abordado en la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), celebrada a mediados de junio, ya había temores de que el país colapse ante la escalada de la violencia que ha traído la continuidad de la guerra civil. Por ello, los estados miembros aseguraron que permanecerían en el país para monitorear los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad afganas y los talibanes.

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“Fueron simplemente declaraciones políticas para suavizar la situación y retirarse, sabiendo muy bien lo que iba a pasar. La mayor sorpresa de todo este asunto es cuan rápido pasó, y el caos que ha sucedido en los últimos días“, detalló Kane.

Posibles escenarios a futuro

Frente al escenario actual, el académico aseguró que la situación está en manos de Afganistán como un país soberano. “No hay nada que se pueda hacer para estabilizar la situación. Ahora es el país de los talibanes”, aseveró.

No obstante, Biden anunció en horas de la noche la llegada de 6.000 tropas estadounidenses a Afganistán para ayudar a ciudadanos estadounidenses y población civil aliada en la evacuación del país, así como a “nuestros aliados afganos y a los afganos vulnerables”, quienes serían ubicados enun lugar seguro fuera del país.

Sin embargo, fue enfático al asegurar que, tan pronto como se completen los programas de evacuación, la retirada militar de Estados Unidos concluirá por completo.

A pesar de ello, Kane detalló que la gente que está saliendo ahora “es algo que se debió haber planeado mucho más, en el sentido de que pudo haber sido una transición más suave para sacar a la gente apropiada del país“.

Por otro lado, el experto también detalló que el avance de la situación actual no desembocará en una guerra civil en Afganistán, porque el estado estará en control total de los talibanes. Sin embargo, afirmó que la verdadera pregunta es si el terrorismo global “volverá con más fuerza, como sucedió antes. Tristemente, 20 años de avances al respecto acaban de irse“.

Al respecto, los temores a mediano y largo plazo se centran en lo que va a suceder con las naciones fronterizas, concretamente Pakistán e Irán, ante una eventual expansión de los talibanes en otras partes del mundo.

Más allá de eso, la preocupación más inmediata se centra en las mujeres, sobre todo las niñas. Bajo el mandato de los talibanes, las nuevas reglas del país no permitirían que las mujeres asistan a la escuela, trabajar, alzar su voz e incluso estrechar la mano de cualquier hombre. La infracción de cualquiera de estas reglas implica un castigo verbal y físico, que puede escalar hasta la lapidación pública.

La preocupación fue secundada por el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, quien subrayó que “no podemos abandonar” a las mujeres y niñas de Afganistán, cuya última esperanza de evitar un retorno a sus días más oscuros radica en la acción de la comunidad internacional.

Reacciones de la comunidad internacional

Alrededor de 100 gobiernos de todas las regiones del mundo firmaron una declaración conjunta en la que aseguraron que, dado el deterioro de la situación de seguridad, estamos trabajando para asegurar la salida segura y ordenada de los ciudadanos extranjeros y afganos que deseen salir del país”. 

El comunicado también señala que, quienes ocupan posiciones de poder y autoridad en todo Afganistán tienen la responsabilidad y la rendición de cuentas de la protección de la vida humana y los bienes, así como del restablecimiento inmediato de la seguridad y el orden civil.

“Los afganos y los ciudadanos internacionales que deseen partir deben poder hacerlo; las carreteras, los aeropuertos y los pasos fronterizos deben permanecer abiertos y se debe mantener la calma. El pueblo afgano merece vivir con seguridad, protección y dignidad. Nosotros, en la comunidad internacional, estamos listos para ayudarlos”, concluyó el texto.

Uno de los que se ha mostrado más activo en la respuesta internacional es el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, quien comentó a Forbes que “la UE tiene como objetivo continuar su asociación y apoyo al pueblo afgano. Sin embargo, el apoyo estará condicionado a un arreglo pacífico e inclusivo y al respeto de los derechos fundamentales de todos los afganos, incluidas las mujeres, los jóvenes y las minorías“. 

El funcionario destacó que es fundamental que se conserven los importantes avances logrados por las mujeres y las niñas en las últimas dos décadas, incluso en lo que respecta al acceso a la educación. De lo contrario, si se toma el poder por la fuerza y ​​se restablece un emirato islámico, los talibanes se enfrentarían al no reconocimiento, el aislamiento y la falta de apoyo internacional.

En su cuenta de Twitter, Borrell aseguró que, tras los últimos acontecimientos en Afganistán, y después de intensos contactos con los socios en los últimos días y horas, convocará una reunión extraordinaria de los Ministros de Asuntos Exteriores de la UE en horas de la tarde para una primera evaluación del panorama actual.

La respuesta de la OTAN

Los aliados de la OTAN se reunieron hoy en el Consejo del Atlántico Norte para consultar sobre la situación en Afganistán. Al respecto, el secretario general, Jens Stoltenberg, comentó en declaraciones a la prensa que “seguimos evaluando los acontecimientos sobre el terreno y estamos en contacto constante con las autoridades afganas y el resto de la comunidad internacional“.

El ejecutivo sentenció que el objetivo de la organización sigue siendo apoyar al gobierno y las fuerzas de seguridad afganos tanto como sea posible, aunque detalló que la seguridad del personal de la institución en terreno es primordial. A pesar de todo, anunció que la OTAN mantendrá su presencia diplomática en Kabul, capital de Afganistán, y seguirá ajustandola según sea necesario. 

“Los aliados de la OTAN están profundamente preocupados por los altos niveles de violencia causados ​​por la ofensiva de los talibanes, incluidos ataques contra civiles, asesinatos selectivos e informes de otros abusos graves contra los derechos humanos. Los talibanes deben comprender que no serán reconocidos por la comunidad internacional si toman el país por la fuerza. Seguimos comprometidos a apoyar una solución política al conflicto”, concluyó.

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