Podemos convertir los secretos del cerebro en herramientas prácticas con las que llegar donde queremos.

Los trabajos que he realizado con N. López Moratalla nos han permitido explorar cómo funcionan los procesos del control en nuestro cerebro y saber cómo intervenir en su funcionamiento para tomar las riendas, para convertir los secretos del cerebro en herramientas prácticas con las que llegar donde queremos.

¿Qué guarda el corazón del cerebro? Recuerdos en forma de memoria.

Los estímulos despiertan emociones que se manifiestan en el cuerpo, en su corazón: latidos, sudor de las manos, lágrimas… El corazón del cerebro los percibe y de este percibir el cuerpo emocionado surge el yo siento.

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Esos sentimientos que el cerebro guarda en su corazón como recuerdos-memoria puedo, porque soy libre, aceptarlos o rechazarlos. Cabeza, Corazón y Acción se aúnan en toda actividad, trabajo o toma de decisiones en las personas con autocontrol, que deciden libremente porque ¿paran y piensan! Es decir toman tiempo para en lugar de reaccionar ante los sucesos REPONDN habiendo calibrado,  con el autocontrol ejerciendo la libertad 

¿Qué subyace en ese autocontrol? Lo que subyace es la ocasión de ajustar la velocidad de los diferentes circuitos neuronales mediante el frenado de la excitación a fin de sincronizar en la gran red los circuitos reguladores, consiguiendo así el equilibrio cortical-subcortical. El autocontrol es la fuerza de voluntad que dirige la propia conducta hacia metas a corto y a largo plazo. Existen dos fuerzas que compiten por el control de la respuesta a un estímulo: el sistema reflexivo, que planifica de forma racional, y el sistema impulsivo, con asociaciones rápidas.

El autocontrol mejora con el entrenamiento de la memoria de trabajo o memoria a tiempo real, ese superpoder que tenemos los humanos y del que vengo hablando en otros artículos.

¿Cómo entendernos mejor para avanzar hacia el autocontrol?

La riqueza afectiva humana es inmensa. Se debe por una parte al componente cognitivo de las emociones y, por otra, a los afectos que derivan de las relaciones interpersonales. Emociones, sentimientos y afectos tienen diferente nivel cognitivo. Como no existen propiamente regiones solo afectivas o solo cognitivas, ya que las redes neuronales establecen en ellas los puntos de confluencia o nodos, la influencia mutua es continuada.

La elaboración desde las emociones primarias a los sentimientos y a los afectos en el cerebro se conforma a base de integrar sucesivamente más elementos cognitivos. Las emociones básicas universales, que compartimos con los animales, generan estados positivos o negativos. No conforman nuestro ser, sino nuestro estar: malestar o bienestar.

Del “yo siento” surgen esos otros sentimientos genuinamente humanos y que van conformando mi carácter y personalidad, permitiéndome ser como soy, no solo estar a gusto o a disgusto. El circuito afectivo conecta la región prefrontal ventromedial y cingular anterior con el núcleo accumbens. Conduce a la corteza la información de la recompensa o castigo del estímulo, la culpa, los celos o el orgullo.

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La autoconciencia siente como propias las emociones y hacer consciente el estado físico del cuerpo emocionado es parte del mundo interior de cada uno. Hacen de la vida afectiva una especie de sexto sentido que hemos elaborado con las experiencias registradas en nuestro cerebro y que este ha guardado como memoria.

Ese mundo tiene una enorme importancia en la elaboración de nuestra propia identidad, en la conducta e incluso en la salud mental. Desempeña un papel esencial en la toma de todo tipo de decisiones. Las acciones son libres, propias, queridas si son autorreguladas.

El circuito de control ejecutivo une Cabeza-Corazón-Acción. La cabeza es la corteza que intercambia información con el corazón. El núcleo accumbens es el centro del corazón, donde se halla el sistema de recompensa/castigo, que evalúa-motiva la acción y la pone en marcha a través de los ganglios basales.

La vía cortico-subcortical de la amígdala calcula el valor máximo del estímulo e interconecta bidireccionalmente con las regiones orbito-frontal y cingular anterior. Entre ambas conducen hasta la corteza la información, permitiendo controlar la conducta motivada cognitivamente. En esas trayectorias la persona puede intervenir voluntariamente si quiere y si sabe cómo.

Entre sentir y vivir está siempre el recuerdo, y este se aloja en ese corazón del que hablamos. “Una persona vale lo que vale su corazón”. Ese valor en realidad está en lo que contiene. Nosotros podemos intervenir para guardar en él lo que nos parezca y entrenar cómo purificar el recuerdo si así lo queremos. Con lo estudiado hasta ahora, cabe afirmar que lo importante no es lo que entra, pues muchas veces esto no depende de nosotros mismos. En cambio, lo que sale del corazón y pasa a la acción sí que es lo importante: es de dentro de donde salen envidia, rencores, victimismo, perdón, amor, afán de servicio, aprendizaje, arrepentimiento, etc.

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A los recuerdos, el contenido del corazón del cerebro, acudimos para proyectar y para decidirnos:

Podemos entrenar lo que queremos dejar pasar: lo que entra, así como lo que sale. Somos dueños de nuestros sentimientos. Si nuestra mente fuese siempre plenamente consciente y cognitiva, actuaríamos de forma racional y predecible.

Pero esto no es así porque el mundo interior inconsciente impacta en la forma decomportarnos. Por eso ser consciente de los resultados que obtengo y de los mecanismos que pongo en marcha me permitirá tomar las riendas y emplearme en los ajustes internos que sean necesarios para cambiar el modo de actuar y conseguir lo que de verdad me importa.

Los sentimientos revelan aspectos significativos de mi interior y de mi relación con los demás, puesto que informan de las metas, prioridades, motivaciones, deducciones y decisiones.

El control cognitivo-afectivo o autocontrol se basa en los mismos circuitos neuronales de la red frontoparietal que mantiene la memoria de trabajo. Por ello, el entrenamiento sistemático de la memoria de trabajo realizado en un contexto emocional (memoria de trabajo emocional) tiene el potencial de aumentar la regulación de las emociones. Tenemos la capacidad de actualizar la información emocional. La actividad cognitiva de actualizar la información emocional consigue cambiar el contenido de lo que es mantenido en presente en la memoria de trabajo, con lo que se podrá realizar el trabajo mental necesario para ejercer el autocontrol.

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Para enfocar los eventos emocionales desde otra perspectiva y favorecer que aparezcan emociones positivas que compitan con las negativas, contamos con dos medios: la reflexión y la reevaluación. Hay personas que por predisposición o educación  tienen facilidad para una o para las dos estrategias de control. El resto las podemos aprender y utilizar con más esfuerzo al principio que después, pues todo lo que el cerebro aprende tiende a automatizarlo en modo ¡ahorro de energía! La buena noticia es que adquirir un hábito resulta costoso al principio pero deja de serlo al poco tiempo si hay tesón.

Resultado en los comportamientos:

  1. Personas con destreza para actualizar la memoria de trabajo tendrán más recursos para regular la emoción incluso en respuesta a situaciones de alta amenaza que generan emociones negativas de gran excitación, como la ira y estados de ansiedad. Tienen control y con el Paro y Pienso reasignan significado.
  2. Personas entrenadas para inhibir el deseo ante señales de recompensa inmediatas como el dinero, la comida u otros estímulos, y por supuesto las drogas, y son capaces de esperar. Muestran una mayor actividad en las regiones de la corteza prefrontal asociada con el autocontrol y una reactividad reducida en las regiones asociadas con el procesamiento de recompensas: corteza orbitofrontal y núcleo accumbens. Más aún: la magnitud de esta reducción se correlaciona con un aumento de la actividad en el prefrontal lateral ligada a la memoria de trabajo. Paran y piensan, reevalúan lo que van a conseguir y lo ponen en relación con el futuro y con lo que pretenden alcanzar, siendo capaces de retrasar la recompensa por otra mayor aunque no inmediata.

Algunas aplicaciones prácticas

1. En la educación de los hijos:

¡Cuántas veces cedemos a los caprichos de los niños por no oírlos gritar o llorar! Es importante mantener la calma, respirar hondo, ¡paro y pienso! Saber que la ira es como una ola que viene con fuerza y se va cuando llega a la orilla. Esperar, no darle de inmediato al niño lo que exige. Con esta actuación alcanzamos control sobre nosotros mismos, que querríamos huir del dolor e incomodidad que nos producen los gritos, y por otra parte educamos el control del niño haciéndole esperar por lo que desea, fortaleciendo su capacidad de dilatar la recepción de una recompensa, adaptándose y afrontando la realidad humana que de por sí tiene limitaciones y muchas veces viene con momentos o situaciones de escasez.

El dolor nos hace fuertes, no todo dolor es malo y experimentarlo nos hace conscientes de nuestra propia limitación y nos ayuda a ser personas que aceptan y se adaptan a la realidad; esto hay que cultivarlo desde que el ser humano es pequeño para no vivir sobreprotegidos en una burbuja. Los datos actuales de depresión en niños y de suicidios en adolescentes en el primer mundo es la más alta de la historia, y en este sentido es crucial entender la importancia de apoyar la adquisición de hábitos saludables de control emocional y de recompensa en los pequeños, para que su cerebro adquiera recursos que los preparen para las situaciones estresantes y difíciles que sin duda aparecerán en sus vidas.

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2. Otro medio para mejorar la calidad y valor de nuestro corazón es el olvido activo:

Son procesos que nos ayudan a reescribir lo vivido (aprender de lo que ha pasado, encontrar un sentido a algo duro, etc.) para nuestro propio beneficio.

Guardar rencor, cultivar deseos de venganza o hacer lo mismo que me hicieron a mí me perjudica, pues sigo construyendo mi cerebro con mis decisiones. A veces olvidar no es posible, pues no se puede borrar, es difícil, pero sí se puede reescribir y darle enfoque y/o sentido.

Para todos, cabeza y corazón son inseparables. Lo cognitivo emociona y lo emocional aporta conocimiento. No se trata solo de suprimir lo negativo, sino de potenciar lo positivo y actuar con control para llegar a la meta a la que me dirijo, con propósito vital.

En la vida cotidiana, las relaciones personales generan, junto a muchos motivos de gratitud, conflictos que requieren la capacidad de perdonar y ser perdonado y también de pedir perdón, que mucho suele costar. Entrenar el corazón para responder con reconciliación, comprensión, empatía y olvido marca la diferencia, puesto que las reacciones naturales que experimentamos con el “agresor” son precisamente  las contrarias: ira, venganza, castigo, ansiedad, etc.

3. Para reescribir y entrenar el autocontrol que supone el ¡Aquí MandoYo!

  1. Es necesario mantener el control del pensamiento, cambiar la emoción y profundizar en los niveles cognitivos necesarios para establecer conexiones y relaciones saludables o, al menos, llevaderas. Se trata de pensar y…
  2. Seguir creyendo en la capacidad del otro, sin llevar cuenta de todos sus fallos, pero sí alcanzando lo mejor posible la verdad de lo ocurrido
  3. Y seguir creyendo en que las experiencias personales admiten una reescritura, puesto que no recordamos tanto los sucesos, como las experiencias de ellos.

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4. Las emociones necesitan ser dichas:

Asociarlas a los acontecimientos para agradecer o reclamar lo que sea necesario a las personas que corresponda. Agradecer y poner límites es tan importante como ajustar las responsabilidades de cada uno. Perdonar no es olvidar, sino la reescritura que mantiene el recuerdo y modifica la carga emocional del afecto positivo por decisión propia.

5. Los afectos pueden ser modulados voluntariamente acudiendo a la memoria para crear experiencias:

Celebrar juntos, rememorar éxitos de equipo, de familia… Los patrones de activación cerebral son distintos para las emociones prosociales fuertes (como la ternura, el afecto…) y para las antisociales (como el orgullo).

6. Por eso, entrenar los circuitos positivos:

Hacerlos más rápidamente transitables depende de cada uno. Estudios de recuperación emocional biográfica han recogido y puesto de manifiesto el beneficio de recordar repetidamente episodios autobiográficos que evoquen afectos positivos, porque mejora los patrones de activación del cerebro relacionados con la ternura y el afecto. Por tanto, en nuestra mano está activar esa virtud y hacernos más afectuosos. De ahí la felicidad que suponen, insisto, las celebracionesfamiliares, con los amigos, colegas, etc. Es un hallazgo alentador el hecho de que se pueda aumentar la regulación de las emociones con un sencillo entrenamiento de la memoria de trabajo, repitiendo una tarea simple a diario y en un contexto emocional adecuado.

Por:Reyes Rite*
*La autora es directora ejecutiva de la Consultora del Desarrollo del talento humano Integrando Excelencia y Presidenta de Iryde.  En la última década ha seguido el proceso de transformación y desarrollo de la resiliencia personal y organizacional aplicando la metodología GPR © con cientos de empresas y altos ejecutivos en Europa y Latinoamérica. Autora del libro ¡Aquí Mando yo! Un espectacular viaje de la Resiliencia a la Ilusión  ha recibido distinguidos premios y reconocimientos por su aportación profesional en el ámbito empresarial como la Medalla Europea aql Mérito en el Trabajo otorgada por la AEDEEC.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.