Una rama de la izquierda latinoamericana quiere hacernos creer que Venezuela colapsó porque producía demasiado petróleo. Un análisis sobre por qué esto no es cierto.

Una rama de la izquierda latinoamericana, luego de apoyar por años el proyecto chavista, ha tratado de consolidar la narrativa de que el colapso económico venezolano no tuvo nada que ver con el chavismo. Hablan de que el único error del chavismo fue no lograr mover el modelo de desarrollo venezolano fuera del petróleo. Mejor dicho, quieren hacernos creer que Venezuela colapsó porque producía demasiado petróleo.

El cinismo detrás de quienes defienden esta narrativa es impresionante. Sin embargo, ofrezcámosles el respeto intelectual que toda persona merece. Reflexionemos sobre lo que proponen y mostremos por qué es falso.

Lea también: La meritocracia y los Juegos Olímpicos

Lo primero a decir es que, en teoría, sí es posible que un boom en la producción de recursos naturales tenga impactos agregados negativos en una economía. A esto, usualmente, se le conoce como la maldición de los recursos naturales. Son muchos los potenciales mecanismos a través de los cuales este fenómeno puede tener lugar y se podrían separar en dos grupos.

Por un lado, la expansión de un sector extractivo puede llegar a absorber recursos que, en otras circunstancias, se irían a sectores con mayor generación de valor agregado, o mayores encadenamientos productivos, o mayor generación de empleo, etc. Por otro lado, la expansión de un sector extractivo ofrece una fuente de rentas fáciles de capturar si se tiene el control del Estado, lo cual puede abrir espacio para mayor conflicto, inestabilidad política y una subinversión en bienes públicos que, eventualmente, terminan afectando la productividad del país.

Entonces sí, producir mucho petróleo puede llegar a ser malo para una economía. No obstante, que algo pueda suceder no quiere decir que haya sucedido o que vaya a suceder. Así lo muestra la evidencia alrededor de la maldición de los recursos naturales. Aunque la historia está llena de casos donde el descubrimiento de un recurso natural valioso entorpeció la consolidación de una economía robusta, también está llena de casos donde el descubrimiento de un recurso natural valioso fue la puerta para transformar la economía y generar mejoras sustanciales en el bienestar de la población.

Por ejemplo, California (que si fuera un Estado soberano sería la quinta economía más grande del mundo) consolidó su aparato productivo a partir de un boom minero (lo que frecuentemente se conoce como la fiebre del oro).

Pero pensemos en un ejemplo más cercano, uno también petrolero. Pensemos en los Emiratos Árabes Unidos: empezaron a producir petróleo en los 60s del siglo XX, y han usado su fortuna petrolera para transformar radicalmente su economía. Con esto, han pasado de ser una pequeña economía tradicional a uno de los líderes mundiales en sectores como las finanzas, el turismo, y la logística. Ver la drástica transformación urbana de su capital es evidencia clara de este proceso (véase Figura 1).

Figura 1. Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos. 1954
Fuente: New York University Abu Dhabi (2015)

Lea también: ¿A qué edad se debe hacer un doctorado?

Entonces sí, producir mucho petróleo puede ser muy bueno para una economía. Sobre un exitoso sector petrolero se pueden establecer las bases una sociedad próspera y pacífica. Y tener esto en cuenta es fundamental porque retorna la responsabilidad moral al centro de la discusión acerca del destino de las sociedades ricas en recursos naturales.

La suerte de una sociedad rica en recursos naturales no está definida por unas fuerzas mitológicas que se expresan en maldiciones. Aprovechar o dilapidar esa riqueza es una decisión y la del chavismo fue dilapidarla.

La renta petrolera venezolana se usó masivamente en proselitismo político. Y aunque esto fue una práctica común en la política venezolana desde mucho antes de la llegada de Hugo Chávez al poder, el chavismo la llevó a una escala sin precedentes. Más grave aún, el chavismo involucró en su batalla ideológica algo que las élites políticas previas habían cuidado celosamente: el aparataje productivo del sector petrolero.

Además de las expropiaciones a petroleras extranjeras, PDVSA fue entregada al clientelismo, perdiendo su talento humano y la tradición de gobierno corporativo que había garantizado su éxito en el pasado. Fue así como Venezuela nunca volvió a ver los niveles de producción petrolera previos a la llegada de Chávez al poder (véase Figura 2), llegando a producir menos de 400 mil barriles de petróleo al día a comienzos de este año, cifras que no se veían desde la década de 1930.


Figura 2. Producción de petróleo. Venezuela. Barriles por día. 1965-2018
Fuente: Forbes (2019)

Lea también: No necesitamos empresarios buenos

Así las cosas, debería ser claro que el colapso venezolano no se generó por producir mucho petróleo. De hecho, si la economía petrolera no se hubiese destruido, el proyecto chavista, posiblemente, habría podido aplazar el lastimoso desenlace que sus políticas generaron en el resto de la economía.

Es entonces vergonzoso ver a la izquierda latinoamericana querer esconder su responsabilidad moral detrás de una narrativa ambientalista donde el petróleo es el culpable de los males de Venezuela. El desperdicio de las rentas petroleras venezolanas fue una decisión política y el colapso general de su economía, una consecuencia inevitable de decisiones similares.

Todos fuimos testigos de cómo las políticas del chavismo (las expropiaciones, los controles de precios, los ataques al empresariado, la impresión monetaria desmedida, etc.) fueron haciendo que el capital y el talento fuera saliendo año tras año de Venezuela. Cualquier narrativa que no tenga esto como elemento esencial está malinterpretando la realidad.

Contacto
LinkedIn: Javier Mejía Cubillos

*El autor es Asociado Postdoctoral en el departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Stanford. Ph.D. en Economía de la Universidad de Los Andes. Ha sido investigador y profesor de la Universidad de Nueva York–Abu Dhabi e investigador visitante de la Universidad de Burdeos.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.