Los datos nos dicen que la economía colombiana presenta una escasa participación en los mercados internacionales. No obstante, hablamos de un robusto motor económico que el país no debería desechar tan fácilmente.
Hace dos semanas, en esta misma columna resaltábamos las fortalezas y las debilidades de la economía colombiana. Entre sus fortalezas, destacamos algunas como esa mayor certidumbre política, o un mayor crecimiento en la recuperación económica. Mientras que, entre sus debilidades, pudimos destacar, profundizando más la semana pasada en una de ellas, la falta de apertura comercial y la creciente evolución de la pobreza y la desigualdad en el país.
Por tanto, dado que la semana pasada nos centramos en la desigualdad y la pobreza, esta semana centramos el foco en esa escasa apertura comercial que presenta el país, la cual se recoge en algunos indicadores que analizaremos a continuación.
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Cuando los economistas quieren analizar la apertura comercial que presenta un país, uno de los principales indicadores que consultamos es la ratio que muestra el peso de las importaciones en el producto interior bruto (PIB). Esto nos dice si el país es muy propenso a comprar en el exterior, o, por el contrario, si da más prioridad al producto nacional.
Para ello, contrastamos este indicador con su homólogo en otras economías, y contrastamos cual compra más en el exterior y cual fomenta más la demanda interna. En este sentido, Colombia presenta una ratio equivalente al 16 % de su PIB. Sin embargo, como decíamos, este dato por sí solo no nos dice nada, por lo que tenemos que compararlo con el que muestran otras economías.
Si comparamos a Colombia con la economía mexicana, por ejemplo, podemos observar que esta ratio en México se sitúa en el 39 % del PIB. En Chile, por ejemplo, la ratio se sitúa en el 25 %. En República Dominicana, esta asciende hasta situarse en el 23 %. Mientras que, en Costa Rica, como último ejemplo, se sitúa cerca del 28 %. Colombia, como hemos dicho, se sitúa en el 16 %.
Pero, para colmo, lo más sorprendente es que en 1993, tras el impulso del sector exterior durante el 1992, este indicador se situaba en el 13 % aproximadamente. Como vemos, el país únicamente ha incrementado su participación en lo relativo a compras en el exterior en tres puntos porcentuales. Tomando de nuevo a México como ejemplo, este las ha incrementado en casi 22 puntos porcentuales.
Asimismo, otro dato muy utilizado por los economistas para medir la participación de una economía en los mercados internacionales es la ratio que suma las exportaciones y las importaciones para, posteriormente, expresarlas como porcentaje del PIB. Este indicador nos ayuda a medir mejor esa participación, al contemplar las exportaciones en la ecuación. En este sentido, el indicador en el caso de Colombia se sitúa en el 34 % del PIB. Contrastando nuevamente con otros países, en México el indicador se sitúa en el 80 % del PIB. En Costa Rica alcanza el 60 %; en Panamá el 84 %, mientras que, en Chile, como último ejemplo, el indicador se sitúa en el 58 %.
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Incluso el promedio de América Latina se sitúa en el 45 % del PIB. Lo que nos dice que Colombia es un país que no solo presenta una escasa apertura comercial, sino que su participación en el exterior es bastante simple. De hecho, cuando analizamos las ventas al exterior que realiza Colombia, podemos ver que estas son, en un 70 %, materias primas o lo que denominamos “commodities”.
En otras palabras, se compra y se vende poco, y lo que se vende es de un escaso valor añadido, basando prácticamente toda la exportación en productos primarios, como el café, o en bienes energéticos, como el carbón. Es por ello que, cuando analizamos las ventas no tradicionales al exterior en el país, estas no crecen relativamente.
Todo esto que comentamos se acaba resumiendo en una balanza comercial, la cual mide la diferencia entre las compras y las ventas en el exterior, que arroja saldos negativos cada vez más pronunciados desde el citado año 1993.
En resumen, lo que nos dice este sencillo análisis es que el país, con relación a sus socios latinoamericanos, es de las economías con menor apertura comercial del continente. En lo relativo al peso de sus exportaciones sobre su PIB, el país se sitúa en el puesto 145 de un ranking que integran 191 países. En lo relativo a importaciones, justamente al contrario que en el indicador anterior, Colombia ocupa el puesto 22 entre los 191 mismos países que componen el otro ranking.
Por esta razón, Colombia no para de descender en el ranking que relaciona la balanza comercial con el PIB, donde se observa cómo Colombia ya ocupa el puesto 83, mientras el pasado año se situaba en el 76. Una situación que debería paliarse con una apuesta por parte del país para incrementar su presencia en los mercados internacionales.
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Y es que, en definitiva, son muchos los beneficios que trae el comercio internacional. México es el mejor ejemplo de ello, supeditando cerca del 80 % de su PIB al comercio exterior. Sin embargo, las propias economías desarrolladas, con ratios similares, son el mejor ejemplo para entender los beneficios que aporta este claro motor de crecimiento económico. Pues el comercio, incluso durante la crisis ocasionada por el Covid, ha sido de los pocos sectores que se ha mantenido firme y operando.
Pero no solo es actividad económica, pues hasta la propia competencia internacional, que tanto beneficia a las empresas y las hace competentes, son agregados que Colombia precisa en el largo plazo para lograr ese desarrollo que tanto persigue.
Por: Francisco Coll Morales*
*El autor es economista, Redactor jefe y jefe de análisis de Economipedia. Analista económico en más de 40 medios, nacionales e internacionales.
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