La región vive uno de los momentos más convulsos de su historia. Los estragos de la pandemia, los dramas migratorios y la incertidumbre en el panorama electoral, unidos al descontento social, han convertido al continente en una bomba de tiempo. Forbes consultó a dirigentes políticos y expertos en el tema para saber qué esperar en los diferentes casos que hoy tienen a los latinoamericanos en vilo.

Vienen meses críticos para Latinoamérica. Las tensiones sociales en Colombia, el proceso constituyente en Chile, el escepticismo frente al gabinete de Pedro Castillo en Perú, el asesinato del presidente de Haití, la represión y las elecciones presidenciales de Nicaragua y el estallido ciudadano en Cuba han revelado un panorama preocupante.

Es difícil generalizar, pues solo basta ver la diversidad de bloques que conforman la región como el Mercado Común del Sur (Mercosur), la Comunidad Andina (CAN), Centroamérica o el Caribe. Por eso, en este análisis no se puede meter a todos los países en la misma canasta. Para el analista internacional de la Universidad del Rosario, Mauricio Jaramillo Jassir, el panorama actual se puede dividir en dos grupos: democracias que funcionan, como Chile, Perú y Colombia, y regímenes con tendencia al autoritarismo: Cuba, Nicaragua y Haití.

En el primer grupo hay un marco común que apunta a nuevas reivindicaciones, sobre todo de la gente joven, que ya no se siente identificada con los valores de los partidos tradicionales. No obstante, los miembros del segundo grupo tienen un trasfondo mucho más diverso, lo que lleva a un análisis distinto.

Sistemas cerrados, dictaduras y gobiernos inestables

En el caso de Cuba, Jaramillo explicó a Forbes que se puede catalogar como un régimen comunista si se juzga de acuerdo a los valores de la democracia popular, que son muy distintos en términos de economía de mercado y democracia liberal frente al resto de América Latina.

En Cuba no hay un régimen autoritario, sino un sistema comunista completamente cerrado que está en manos del partido. Lo que vemos es un levantamiento de la gente que quiere cambios de fondo, pero es muy distinto de los otros dos”, comentó.

Desde el pasado 11 de julio, miles de cubanos salieron a las calles a protestar por la falta de libertades, así como la escasez de medicinas y alimentos. Esto generó una respuesta violenta de parte de las fuerzas de seguridad del Gobierno de Miguel Díaz-Canel, provocando la detención de más de 500 personas solo en la primera semana de manifestaciones, según reportes de Human Rights Watch (HRW).

Por su parte, el destino de Nicaragua apunta más allá de un régimen autoritario con una eventual consolidación de la dictadura de Daniel Ortega que, si bien no se sabrá a ciencia cierta hasta noviembre de este año, no hay muchas señales para ser optimista al respecto. Así lo prueban la detención de ocho candidatos presidenciales y la inhabilidad del partido ‘Ciudadanos por la Libertad’, principal opositor del mandatario.

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Esto llevó a que la Unión Europea (UE) decidiera sancionar a la esposa de Ortega y vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, así como a su hijo, Juan Carlos Ortega Murillo, por “su responsabilidad en las graves violaciones de derechos humanos”. Actualmente, dicha decisión afecta a 14 personas dentro del régimen que no pueden viajar ni transitar por territorio europeo y cuyos bienes en el bloque comunitario están congelados.

La UE está unida para condenar la represión sistemática de las autoridades nicaragüenses y defender la democracia, el estado de derecho, los derechos humanos y un diálogo crítico pero respetuoso con Nicaragua. El presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo deben frenar esta espiral descendente, cambiar de rumbo, liberar a todos los presos políticos y abrirse al diálogo”, declaró a Forbes el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell.

En el caso de Haití, el asunto es todavía más precario, pues el Estado se está reconstruyendo nuevamente tras la crisis generada por el asesinato de Jovenel Moïse, que estaba llevando a su país por una vía cada vez menos democrática como único modo de mantener el orden. Prueba de ello fueron las protestas llevadas a cabo en 2019 en los barrios más pobres del país.

Dichas manifestaciones se gestaron debido al deterioro de las condiciones de vida y el aumento de la inflación, que se ubica en 20,5% según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Entre septiembre y octubre de 2019, los enfrentamientos en las calles dejaron 17 personas muertas y 200 heridas, según la Red Nacional de Defensa de los DD.HH.

Con la muerte de Moïse, el estado haitiano, que ha tenido 20 gobiernos distintos en los últimos 35 años, se enfrenta a una nueva reconstrucción tras las crisis de 1991, 2009 y 2015. En las dos primeras, el foco se centró en gobiernos derrocados, donde Jean-Bertrand Aristide, primer presidente elegido democráticamente, fue obligado a dejar su cargo a comienzos de los 90, mientras que Jacques-Édouard Alexis tuvo el mismo destino a finales de los 2000. En 2015, las calles haitianas se unieron para pedir la dimisión del entonces mandatario Michel Martelly.

“En Cuba no hay un régimen autoritario, sino un sistema comunista completamente cerrado que está en manos del partido. Lo que vemos es un levantamiento de la gente que quiere cambios de fondo, pero es muy distinto de los otros dos”

mauricio jaramillo jassir, analista universidad del rosario

Crisis migratoria

La situación de Haití ha desembocado en un fenómeno migratorio sin precedentes, donde las familias buscan una salida desesperada a una nueva crisis sociopolítica y a una desastrosa gestión de la pandemia de Covid-19, pues las primeras dosis de la vacuna llegaron al país apenas a comienzos de agosto.

Tal ha sido la desesperación, que países como Colombia se vieron impactados en esas mismas fechas con más de 10.000 personas agolpadas en el puerto de Necoclí, municipio ubicado en la región del Urabá antioqueño. El propósito de los migrantes es cruzar el Tapón del Darién para continuar su camino hacia Estados Unidos, pero lo que no han tenido en cuenta es que dicha región es considerada como la más intransitable y peligrosa de América Latina.

El nivel de migrantes en la zona ha encendido las alarmas de los Gobiernos de Colombia y Panamá. Precisamente este último fue anfitrión de la primera Cumbre Ministerial de Alto Nivel de la historia para debatir soluciones a la actual crisis migratoria. Allí se reunieron los cancilleres de Costa Rica, Colombia, Ecuador, Chile, Brasil, México, Perú, Canadá y Estados Unidos.

Al respecto, la canciller de Panamá, Erika Mouynes, señaló a Forbes el pasado 10 de agosto que se trabajó en analizar la complejidad de la situación en el continente y plantear soluciones definitivas que permitan el traspaso de información y flujos migratorios seguros y controlados.

“Nuestra propuesta es un enfoque humanitario y un caso vital es el tema de Haití, donde llegaron las primeras vacunas hace apenas 10 días. Es impensable e imperdonable. Eso tiene sus consecuencias en esta migración. Más allá de la situación política, todos tenemos que ser responsables en esta realidad y tratar de ayudar a estos países que están pasando momentos difíciles”, afirmó.

Panamá proporciona alimentos, ayuda médica y alojamiento a todos los migrantes irregulares que llegan al país y cuenta con varias estaciones migratorias para prestar atención, especialmente a las mujeres, los niños y las víctimas de trata de personas.

Drama electoral

Junto a la complejidad del panorama migratorio en la frontera con Panamá, Colombia también enfrenta el fenómeno de las reivindicaciones sociales, sobre todo desde los sectores jóvenes, al igual que Perú y Chile. Sin embargo, la situación más grave la enfrenta Chile al vivir este proceso en medio de dos coyunturas: el cambio de su Constitución Política y las próximas elecciones presidenciales.

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La doctora en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Católica de Lovaina (UCL), Paulina Astroza, explicó a Forbes que el clima político en Chile surge cuando el país apenas está saliendo del estallido social del 18 de octubre de 2019, generado por la falta de reformas para combatir la desigualdad y que convocó a más de un millón de personas a las calles de Santiago.

“Lo nuestro se ha dado en un contexto que ya venía desde antes, con ribetes de violencia en algunos casos. Ahí es donde surge la idea del proceso constituyente, que no es solo una reivindicación de los pueblos originarios, sino por la presión general de la ciudadanía de Chile en las calles”, aseguró.

El 27 de octubre de 2020, se realizó un plebiscito para votar dicha iniciativa, que incluso requirió reformar la constitución actual al no avalar la figura del plebiscito. Los resultados revelaron que casi 80% estaba a favor de tener una nueva constitución y de que la constituyente fuera elegida 100% por la ciudadanía.

Esto se unió a una petición expresa de los 10 pueblos originarios inscritos en los registros de Chile, apoyada por los partidos políticos de la centro-izquierda, para que hubiera 17 escaños reservados dentro de los 155 de la convención constituyente para los pueblos originarios.

Al momento de ir a votar, el pasado 15 de mayo, la presidenta elegida para liderar al grupo que escribirá la nueva carta magna del país fue Elisa Loncón, con 96 votos en segunda ronda. Además de ser mujer, pertenece al pueblo mapuche, concentrado principalmente en la zona sur de Chile.

La elección de Loncón, también doctora en Humanidades de la Universidad de Leiden, en Holanda, generó un simbolismo muy fuerte “al ver el reconocimiento de Chile a los pueblos originarios que, a diferencia de otros países, no tienen el mismo tratamiento”, recalcó Astroza.

En cuanto a las elecciones presidenciales, la académica reconoce que está todo abierto, hay gran incertidumbre y no se cree en las encuestas, que no pueden ponerse de acuerdo sobre un eventual ganador de los nueve candidatos que están en la contienda actualmente, por lo que la volatilidad del proceso “será bastante alta”.

Asimismo, Astroza mencionó que es difícil saber cuánta gente va a ir a votar, e incluso si habrá una movilización similar a la que hubo para el plebiscito. Reconoció que no fue la misma que hubo para las elecciones de alcalde, gobernadores y constituyentes, por lo que no se sabe quién va a traer el voto ni quién va a pasar a segunda vuelta en diciembre.

“Lo nuestro se ha dado en un contexto que ya venía desde antes, teniendo ribetes de violencia en algunos casos, y ahí es donde surge la idea del proceso constituyente, que no es solo una reivindicación de los pueblos originarios, sino por la presión general de la ciudadanía de Chile en las calles”

paulina astroza, especialista universidad católica de lovaina

El futuro

Con todo lo que está sucediendo en la actualidad, Jaramillo detalló que hay una brecha cada vez más grande entre estados que tienen un discurso plural y abierto, compatible con la economía de mercado, las inversiones y el libre comercio. Poco a poco, empiezan a separarse de esas naciones que tienen un nacionalismo económico, encerradas y aisladas, como Venezuela, Nicaragua, Haití y Cuba.

En el largo plazo, el panorama actual abre dos opciones: que esos países se empiecen a abrir lentamente, como lo hizo Cuba en la década de los 90, o que definitivamente se cierren y estén aislados por un tiempo relativamente prolongado, que es lo que le ha pasado a Cuba todo este tiempo.

En cuanto a la región como un todo, sostuvo que no va a verse afectada por lo que está pasando, pues los inversionistas no la observan de esa manera, por lo que no van a dejar de mostrar interés en los países que la conforman.

“Tengo la impresión de que hay países con una trayectoria de estabilidad como Perú, Chile y Colombia, que muy a pesar de las manifestaciones, protestas y cambios, van a mantener unos niveles de comercio internacional y de inversión más o menos estables. Con la idea de la reactivación pospandemia, es probable que venga un gran flujo de inversión extranjera a Latinoamérica”, concluyó.

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