El país avanza en un ambicioso plan para descontaminar su aire e impulsar la movilidad sostenible. Ya hay incentivos tributarios para quienes adoptan estas nuevas tecnologías, pero aún hay retos en materia de infraestructura y cultura ciudadana para masificar el uso de vehículos de bajas emisiones. ¿Cuáles son los desafíos para lograr un país más eléctrico y con menos combustible?

Un enemigo silencioso. Voraz. Capaz de asfixiar y dejar graves secuelas. Uno peor que el covid-19 y al que a todas luces no se le ha prestado mayor atención. Uno que está ahí, en el diario vivir, y no para causar estragos. La contaminación, sin duda, es la gran preocupación del Siglo XXI, para todo el planeta. Obviamente, Colombia no se puede quedar por fuera de la preocupación principal en materia ambiental: el material particulado que se registra en varias ciudades del país sigue pasando factura a la salud pública, lo que ha volcado la atención del gobierno y los empresarios sobre las posibles soluciones al problema.

La situación es crítica y así lo respalda el más reciente informe de Clean Air Institute, una organización de Estados Unidos que mide la calidad del aire para mitigar el impacto del cambio climático. De acuerdo con el sondeo, Bogotá y Medellín son dos de las ciudades más contaminadas en América Latina, solo por debajo de Monterrey, Guadalajara, Ciudad de México, Cochabamba (Bolivia), Santiago (Chile) y Lima (Perú). Se trata de un problema en común, que se acentúa en los grandes centros urbanos con una escena que repite todos los días: cielos grises y tenues, con buses, camiones y vehículos chimeneas que agravan el panorama.

El Gobierno Nacional es consciente de toda esta situación y ha puesto sobre la mesa algunas cartas para combatir este flagelo. Se han anunciado planes de reforestación, de impulso a las energías verdes y de seguimiento a los objetivos de desarrollo sostenible. Sin embargo, una de las estrategias a las que se le ha hecho más bombo es al de la movilidad sostenible, un eje de trabajo esperanzador que empezó a acelerar desde los últimos ocho años, con el objetivo de transitar hacia una Colombia más eléctrica y menos fósil.

Gracias a los incentivos tributarios que se han aprobado desde el Gobierno, así como el impulso desde las empresas y las regiones, Colombia hoy enfoca sus esfuerzos en descontaminar su aire con la promoción de carros eléctricos e híbridos, así como flotas de bajas emisiones en los principales sistemas de transporte masivo. A pesar de que hay retos importantes en toda la industria, según advierten expertos, las acciones de los últimos años han ido en línea hacía la masificación de estas tecnologías, con millonarias inversiones en infraestructura y una mayor cultura ciudadana.

Este trabajo del sector público y privado ha generado resultados contundentes, que se vislumbran al mirar las cifras de ventas de vehículos de bajas emisiones. Según la Asociación Nacional de Movilidad Sostenible (Andemos), en los últimos ocho años el país ha registrado tasas superiores de la región, con un crecimiento mayor al 17.000% en la venta de vehículos eléctricos. La razón: mientras en 2012 se matriculaban tan solo 35 unidades, al cierre de 2020 se llegaron a los 6.011 carros.

“El sector de vehículos eléctricos e híbridos se destaca por encima del mercado automotor nacional. El brillante crecimiento se debe a que tenemos una política pública robusta y un marco interesante para la apropiación de esta tecnología”, sostiene el presidente de Andemos, Oliverio García, quien, en diálogo con Forbes, reconoce que esta ha sido el bastión de batalla para reducir la contaminación.

La adopción de este tipo de vehículos ha impulsado a las marcas para seguir apostando por esta industria, trayendo nuevos modelos y adoptando nuevas formas de financiamiento. Cuenta Juliana Rico, directora de la Cámara de la Industria Automotriz de la Andi, que esto ha permitido que Colombia sea líder de la región en ventas de carros 100% eléctricos, por encima de República Dominicana y Chile.

“El acumulado a Julio ya supera el volumen de todo el año 2020 y como porcentaje de la industria ya alcanza el 6,5%, un crecimiento de 106% vs el cierre del año 2020”, añade Salvador Lo Cascio, presidente de la Costa Oeste y director general para Colombia de Ford. “Esto se debe a factores como una estrategia de movilidad sostenible clara, liderada por el Gobierno a través de los incentivos establecidos para la compra y utilización de este tipo de vehículos, el creciente interés del consumidor y la dinamizada oferta por parte de las marcas”, explicó el directivo.

Toyota, Suzuki, Mercedes-Benz, Ford y Kia han sacado provecho del buen momento por el que atraviesa la industria, desplegando toda su capacidad comercial y sus modelos para atender la creciente demanda.

Juan Manuel Alvarado, vicepresidente comercial y de planeación de Automotores Toyota Colombia, argumenta que la discusión general de la industria se ha volcado a trabajar de manera conjunta para sacar adelante el sector, así como entender las principales dificultades en las regiones. “Entendemos que los eléctricos, por ahora, no son la única alternativa. Estamos trayendo también hídricos, que son una muy buena apuesta en cuanto a reducción de emisiones y combustibles”, dice el ejecutivo.

Las piedras en el camino

La infraestructura de carga, los costos, la dificultad de financiación, la conciencia social y el sistema de asignación de cupos son algunos de los ‘peros’ que aún nublan el camino que enfrenta la movilidad sostenible del país. Expertos y empresarios advierten que aún hay mucha tela por cortar, pues hay baches en el camino que no permiten que este tipo de tecnologías se masifique.

Uno de los ejemplos más claros es quizás la diferencia de precios que existe frente a un vehículo de combustión. Rico, de la Andi, sostiene que mientras la mayoría de los carros que se venden son de gama media-baja, con precios que oscilan entre los $25 millones y los $35 millones, un vehículo eléctrico supera los $100 millones. “Esta es una gran barrera para los consumidores, pues a pesar de los beneficios ambientales que tienen estos vehículos y el ahorro en combustible, para muchos hogares aún no es posible acceder a este tipo de tecnología”, dice.

El Gobierno ya ha tomado decisiones de política pública para la reducción de estos costos, dismuyendo así a 0% el arancel para su importación, exceptuándolos de pico y placa y estableciendo un impuesto vehicular de tan solo 1% sobre el valor del automotor.

Si bien son acciones que van en la dirección correcta, los empresarios aseguran que son insuficientes en la medida que no hay estaciones para cargar la creciente demanda de este tipo de carros. De acuerdo con el portal Electromaps, en este momento Colombia registra más de 69 electrolineras, de las cuales la mitad están en Bogotá y Medellín.

Enel, por ejemplo, compartió con Forbes que gran parte de sus estaciones de carga (15) se encuentran en Bogotá, mientras tan solo cuatro en el resto del país. Lo mismo sucede con Terpel, que al momento tiene tres estaciones eléctricas de carga rápida y esperan sumar 27 más en los próximos años. El Grupo EPM alcanza en operación 29 estaciones, de las cuales 20 son de su propiedad. A grandes rasgos, muy pocos puntos ante la desbordada demanda que ya se alcanza no solo en las ciudades principales, sino también intermedias.

Ante este panorama, Marco Pastrana, gerente división Motorysa, representante de Mitsubishi Motors y BYD, argumenta que uno de los mitos que se debe romper es el de carga eléctrica, pues, cuenta, en el 95% de los casos se realiza directamente en los hogares, sin tener que depender de estaciones de servicio en las vías.

“Acá el trabajo articulado entre los diferentes frentes es crucial para lograr un enfoque integral y avanzar de manera consistente”, concluye el directivo de Ford, quien agrega que se debe trabajar en el desarrollo de esta categoría, mientras el sector público establece una hoja de ruta que permita flexibilizar el acceso a los vehículos.