En la carrera de cualquier persona se llega al punto en el que hay que evaluar si invertir más en habilidades técnicas o humanas.
Quizá la decisión más importante en la vida profesional de cualquier persona es definir qué tanto se invierte en habilidades técnicas versus qué tanto se hace en habilidades humanísticas. Esta decisión determina las oportunidades laborales disponibles y, por tanto, el rango de salarios a esperar. Aquí hago una reflexión sobre cómo considero que esta decisión debe pensarse.
Para empezar, las habilidades técnicas son todas aquellas que le permiten a uno usar efectivamente las herramientas de la tecnología del momento. Saber programar en un lenguaje popular, como JavaScript o Python, por ejemplo, es una habilidad técnica. Las habilidades técnicas pueden adquirirse de muchas formas; sin embargo, debido a su dominante componente práctico, suelen existir protocolos concretos para desarrollarlas, los cuales se adaptaban fácilmente a ambientes educativos tradicionales. Áreas del conocimiento como la Contaduría, la Odontología, o las Ingenierías son intensivas en el desarrollo de este tipo de habilidades.
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Puesto que las innovaciones tecnológicas suelen estar fomentadas por la búsqueda de mayores beneficios, las firmas tienen incentivos permanentes para adoptar dichas innovaciones, lo cual genera una amplia y sostenida demanda por habilidades técnicas. No obstante, debido a su dependencia en la velocidad del cambio tecnológico, estas habilidades suelen depreciarse bastante rápido. Esto es cierto, sobre todo, en ambientes altamente competitivos, donde las nuevas tecnologías se adoptan más rápidamente.
Entonces, saber programar en JavaScript o Python puede ser algo muy valioso en la actualidad, pero en unos pocos años, seguramente, habrá nuevos lenguajes dominantes y las antes habilidades de punta serán poco valoradas por el mercado.
Así, las habilidades técnicas son abundantes entre jóvenes profesionales, quienes han estado recientemente expuestos a formación de tiempo completo y quienes tiene mayor flexibilidad y menores costos hundidos para mantener sus habilidades actualizadas.
De otro lado, las habilidades humanísticas se refieren a aquellas que le permiten a uno entender mejor el mundo e interactuar más efectivamente con él. Saber contar una historia que persuada o conmueva a un auditorio, por ejemplo, es una habilidad humanística. Áreas del conocimiento que suelen propiciar este tipo de habilidades son la Historia, la Filosofía, y las Artes. La naturaleza abstracta de buena parte de estas habilidades suele dificultar su enseñanza en ambientes educativos tradicionales y es, más que cualquier cosa, la experiencia vital el mecanismo más efectivo para su desarrollo.
Puesto que las habilidades humanísticas suelen ser, además, bastante difíciles de testear, es poco común que sean masivamente demandadas en el mercado laboral. No obstante, sí son extraordinariamente valoradas en un segmento de mercado particular: posiciones de toma de decisiones.
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Adicionalmente, estas habilidades se deprecian poco, puesto que responden al entendimiento de elementos estructurales de la sociedad, los cuales cambian bastante más lentamente que la tecnología. Esto, más la contribución que la experiencia de vida ofrece en su acumulación, hace natural que las habilidades humanísticas sean abundantes entre profesionales en etapas tardías de su carrera.
Entonces, mientras las habilidades técnicas son profundamente rentables en el corto plazo, las habilidades humanísticas lo son más en el largo plazo. En esa medida, aunque la forma más efectiva de abrirse oportunidades en etapas tempranas de la vida profesional es ser habilidoso técnicamente, es bastante difícil competir con ese tipo de perfil en etapas más avanzadas. En aquellas etapas, las habilidades humanísticas se hacen más importantes.
Este patrón es evidente en infinidad de sectores y contextos. Incluso ambientes profundamente técnicos, como el negocio tecnológico, se caracterizan por senderos profesionales donde las habilidades técnicas van dando paso a las habilidades humanísticas en la medida en la que las personas van migrando de posiciones junior a posiciones senior.
Piensen, por ejemplo, en cómo la construcción inicial de la carrera de Bill Gates consistió en su labor puntual programando el software que Microsoft vendería. Es decir, explotando intensivamente habilidades técnicas. No obstante, su carrera posterior se ha basado en expandir y consolidar la compañía, evitando la infinidad de retos provenientes de reguladores, competidores, y consumidores. Esta es una tarea que requiere habilidades fundamentalmente humanísticas.
Ahora bien, aunque las habilidades humanísticas dominen en el largo plazo, no creo que sea apropiado invertir exclusivamente en ellas desde un principio. Como John Maynard Keynes alguna vez dijo, en el largo plazo todos estaremos muertos. Quienes toman el camino de subinvertir en habilidades técnicas y sobreinvertir en habilidades humanísticas desde etapas tempranas suelen enfrentarse a mercados laborales que valoran poco sus perfiles.
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Más grave aún, estas personas suelen desarrollar una profunda ignorancia (y, con frecuencia, cierto desprecio) por lo práctico, lo cual, en sí mismo, es un profundo limitante para aproximarse a un entendimiento estructural del mundo. Es decir, el desarrollo de habilidades humanísticas se beneficia de los frutos generados por las habilidades técnicas.
De forma similar, quienes deciden subinvertir en habilidades humanísticas y sobreinvertir en habilidades técnicas enfrentarán problemas. Por un lado, aunque puedan tener un éxito extraordinario al comienzo de sus carreras, encontrarán obstáculos en transitar a posiciones directivas. Más grave aún, estas personas suelen tener ciertas limitaciones para entender la funcionalidad de su trabajo en una perspectiva amplia. Esto restringe su capacidad para reconocer oportunidades de crecimiento profesional fuera de su firma o su sector.
Así las cosas, aunque el balance exacto entre habilidades técnicas y humanísticas depende del contexto profesional al que cada persona se enfrenta, yo recomendaría siempre tener presente que ambas son importantes, pero que las humanísticas eventualmente lo serán más.
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LinkedIn: Javier Mejía Cubillos
*El autor es Asociado Postdoctoral en el departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Stanford. Ph.D. en Economía de la Universidad de Los Andes. Ha sido investigador y profesor de la Universidad de Nueva York–Abu Dhabi e investigador visitante de la Universidad de Burdeos.
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