¿Qué pasa si, como le ocurrió al astro del fútbol, se enfrenta un ‘divorcio’ laboral con su empresa de toda la vida? ¿Cuáles oportunidades se abren? ¿Qué debe pasar en materia de indemnización? Expertos le explican.

El pasado mes de junio Lionel Messi sorprendió al mundo luego de anunciar que dejaría el FC Barcelona tras 20 años siendo una de las figuras más relevantes del equipo catalán.

Más allá del impacto mediático que tuvo la decisión del club de no renovar el contrato del jugador, lo que ocurrió con el argentino es lo mismo que ocurre en otras grandes empresas en donde por diversas razones un empleado rompe una relación de años con su empleador. Como si en Tesla el mayor diseñador de vehículos decidiera irse a la competencia. Eso sí, guardando las proporciones del caso.

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¿Qué sigue para un empleado luego de dejar la que ha sido su empresa por más de dos décadas? En una primera etapa, –de la que incluso ni el astro del fútbol se salva–, los empleados pueden experimentar sentimientos extremos de desolación, frustración y miedo. Esto, explica el experto en consultoría de carrera Camilo Vásquez, de la firma Vásquez Kennedy, enmarcado en el imaginario de que no podrán ser igual de exitosos fuera de esa empresa. En muchos casos el hecho de haber sido notificados por sorpresa del despido refuerza estos sentimientos.

“Pero lo que hemos visto es que más del 50 % de las personas que pasan por estos procesos al cabo del tiempo sienten que el cambio fue bueno, que valió la pena y que trajo grandes ganancias a la vida”, menciona el experto.

Estas conclusiones llegan casi siempre después de encontrar un nuevo empleo, porque siempre suele haber de por medio profundas reflexiones respecto a lo que hace a la persona feliz y si el empleo anterior realmente llenaba esas expectativas, agrega.

La situación es distinta cuando es el empleado quien después de evaluarlo decide irse de una compañía a la que le dedicó su vida laboral. En ese contexto, explica Vásquez, hay que poner sobre la mesa tres factores antes de cualquier movimiento: qué hay por ganar con ese cambio, qué hay por perder y si la decisión produce miedo, qué es lo que puntualmente genera ese sentimiento.

“Es indispensable que las posibles ganancias sean más importantes que las posibles –e inevitables– pérdidas. Y en cuanto al miedo, hay que analizar cuál es el origen de este, si está justificado o no y poner siempre por encima lo que se tiene por ganar”, dice el experto.

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De acuerdo con estudios hechos por la consultora sobre este tema, el 28 % de los ejecutivos de primera y segunda línea del sector empresarial, los ‘Messi’ de las organizaciones, terminan por decidir trabajar de forma independiente en algún momento de su carrera luego de años dedicados a las empresas tradicionales. 48 % de quienes deciden cambiar su rumbo laboral lo hacen persiguiendo un sueño, como emprender; 29 % porque quieren aprovechar nuevas oportunidades; 22 % y porque les cuesta mucho conseguir un nuevo empleo en las condiciones que desean.

Las cifras dejan ver que aunque empezar de nuevo es un reto, la terminación de una relación laboral se convierte al final para muchos en la oportunidad de materializar ideas que durante años habían estado en pausa. 60 % de los ejecutivos que emprenden luego de renunciar o ser despedidos, lo hacen con ideas que habían concebido antes de desvincularse de sus empleos y el 87 % tienen éxito, concluye la firma.

El papeleo

Como ocurre con un divorcio tradicional, separarse de un empleador luego de tantos años requiere de trámites que pueden ser más o menos difíciles según los términos en los que se haya dado la separación.

En Colombia, luego de la reforma laboral del 2002, se eliminó la figura del preaviso que debía cumplir el trabajador cuando era él quien terminaba el contrato, por lo que si es usted quien decide tomar la decisión basta con informárselo a su empleador. Al momento de requerirlo tendrá que fijarse una liquidación y no tendrá mayor relevancia si usted pasó uno o 10 años vinculado a la empresa.

Pero si es su empleador quien decide ‘abandonarlo’, sin justa causa, la antigüedad cobra un papel fundamental para efectos de la liquidación y de la indemnización del contrato si este es a término indefinido, explica Luis Alfonso Acevedo Prada, manager corporativo del Centro Jurídico Internacional. “En cambio, si el contrato es a término fijo, simplemente se le tendrá que pagar a la persona, a título de indemnización, el tiempo que falte para la terminación pactada del contrato, sin importar la antigüedad de este en la compañía”, puntualiza.

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En el caso de Messi, su contrato no fue renovado, entre otras cosas, por dificultades económicas al interior del Barcelona, según informó el equipo. En otras palabras, por problemas para pagar el altísimo salario de su empleado, uno de los mejores jugadores del mundo. Se estima que Messi recibía un promedio de 71 millones de euros al año.

Al igual que al jugador, ¿podría su empresa despedirlo porque ya no tiene cómo pagar un salario alto con el que en principio fue contratado? Para Acevedo Prada en principio, esta no sería una causa justa para la terminación de un contrato de trabajo. Sin embargo, aclara, “cuando existan circunstancias imprevisibles y alteraciones económicas graves, como las que ha dejado el Covid-19, la ley establece la posibilidad de revisar el contrato de trabajo para que empleador y empleado lleguen de mutuo acuerdo a nuevas condiciones laborales o entren a verificar los cambios de salario”.

En aquellos casos en donde la terminación del contrato se da sin justa causa, el empleado tiene derecho a ciertas cosas dependiendo de si su contrato era fijo o indefinido. Si era fijo, la empresa tendrá que pagarle los salarios que hubiese recibido hasta el momento en el que se terminara el contrato. Es decir, si se había establecido que trabajaría por un año y deciden despedirlo sin justa causa a los dos meses, tendrán que pagarle los diez meses restantes al término de ese contrato, detalla el experto del Centro Jurídico Internacional.

Si por el contrario su contrato era indefinido, al momento del despido los trabajadores que reciben menos de 10 salarios mínimos mensuales legales tienen derecho a 30 días de salario si no había cumplido más de un año en la empresa. Si estaba vinculado hace más tiempo, el trabajador recibirá 20 días adicionales de salario sobre los 30 días explicados anteriormente, por cada uno de los años de servicio que pasó en la empresa.

Por último, quienes ganan más de 10 salarios mínimos legales mensuales, recibirán 20 días de salario si tiene menos de un año de labores en la empresa. De tener más de ese tiempo, se le pagarán 15 días adicionales de salario sobre esos 20 anunciados con la misma característica, por cada uno de los años de servicio.