El optimismo que hace meses caracterizaba al FMI, hoy se nubla ante una revisión a la baja que suscita muchas dudas. Las desviaciones no son drásticas, pero sí claves en el largo plazo.
De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la recuperación sigue su curso. Y las distintas economías en el planeta, con sus más y con sus menos, siguen recuperando un producto interior bruto (PIB) que hace meses registraba desplomes históricos en casi el conjunto de economías que integra este, nuestro planeta. Sin embargo, de tener que definir la recuperación de alguna forma, atendiendo a sus características y su comportamiento, el organismo la define como “una recuperación obstaculizada por profundas fisuras”.
Desde hace meses sabíamos que la recuperación era un hecho; no era posible que, ante una pandemia que ya no azotaba con tanta intensidad y permitía la reapertura de la economía, los distintos productos agregados en el planeta no experimentasen un impulso como el vivido, máxime tras la caída registrada previamente y el efecto rebote. Sin embargo, pese a que la recuperación podía obviarse, los riesgos de los que venimos advirtiendo desde hace semanas en esta misma columna, hoy, son un problema para una recuperación que, efectivamente, presenta fisuras.
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Para ver estos problemas, basta con observar los datos que arrojan los distintos Gobiernos en lo relativo al comportamiento de sus respectivas economías. Economías que no quedarían atrás en los numerosos discursos multilaterales que, favorecidos por las facilidades que ofrecían los entornos digitales, se emitían durante la pandemia, pero que, a la luz de los datos, se han descolgado en la recuperación. Una recuperación que hoy, por determinados factores, los cuales se han mencionado al igual que esta recuperación de la que hoy hablamos, ha perdido fuelle, a la vez que sigue presentando divergencias preocupantes y que deberíamos tener en cuenta.
De acuerdo con el FMI, y en contraste con las previsiones de julio, la proyección del crecimiento mundial para 2021 se ha revisado ligeramente a la baja y se sitúa ahora en el 5,9%. Los riesgos han comenzado a hacer daño a esa recuperación frágil que hemos mencionado en otras columnas pasadas. Determinados factores clave en la recuperación económica, de los que ya advirtió el FMI, no están comportándose como deberían. Factores que condicionan, en mayor o menor medida, el comportamiento de las distintas economías. Una situación que preocupa por las consecuencias que esto tiene.
Las políticas de apoyo, las cuales el FMI consideró determinantes, siguen siendo insuficientes en América Latina y, especialmente, en economías como México o Colombia. Mientras Estados Unidos tiene recursos para combatir la pandemia con una movilización de recursos equivalente al 18% del PIB, Colombia apenas puede hacerlo, con una movilización equivalente al 2,8% del PIB.
En el caso de México, para completar el ejemplo, la situación es incluso peor, pues hablamos de un escaso 1%. Y junto a esto, debemos señalar el otro claro determinante: el ritmo de vacunación.
En lo relativo a esto, la realidad es mientras que casi el 60% de la población de las economías avanzadas ya está completamente vacunada, e incluso se están administrando dosis de refuerzo, aproximadamente el 96% de la población de los países de bajo ingreso sigue sin vacunar.
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La situación está provocando divergencias, a las que se le han sumado las presiones inflacionarias, así como una crisis laboral por escasez de trabajadores, una crisis de materias primas, así como una crisis energética que ha llevado el precio del petróleo a máximos. Pero, como señala el propio FMI, es importante señalar que estas divergencias, que se han ensanchado con la pandemia, tienen consecuencias en la economía de los países y en la propia ciudadanía.
Por esta razón y de acuerdo con el organismo, la peligrosa divergencia de las perspectivas económicas de los países sigue siendo uno de los principales motivos de preocupación. Se prevé que el producto agregado del grupo de economías avanzadas recupere la trayectoria de la tendencia previa a la pandemia en 2022 y la supere en un 0,9% en 2024. En cambio, se espera que el producto agregado del grupo de economías de mercados emergentes y en desarrollo (excluida China) se mantenga en 2024 un 5,5% por debajo de las previsiones prepandémicas, lo cual provocaría un fuerte retroceso de los logros en la mejora del nivel de vida.
Y es que, si bien se espera que el crecimiento del PIB mundial evolucione favorablemente el próximo año, la OCDE muestra que, a finales de 2022, el ingreso mundial todavía seguirá siendo cerca de tres billones de dólares inferior a lo previsto antes de la crisis.
Tres billones de dólares que equivalen aproximadamente al tamaño de la economía francesa, por lo que hablamos de una situación, a priori, preocupante. Pues, como vemos, no se esperan grandes desviaciones en el cuadro macroeconómico, pero esos riesgos frecuentemente mencionados sí pueden provocar leves desviaciones que, teniendo en cuenta los objetivos de convergencia e inclusividad, no solo nos frenan, sino que, como decíamos previamente, nos hacen retroceder considerablemente, alejándonos de un objetivo que va más allá de esta crisis.
Por: Francisco Coll Morales*
*El autor es economista, Redactor jefe y jefe de análisis de Economipedia. Analista económico en más de 40 medios, nacionales e internacionales.
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