Son varios los sectores económicos que, a raíz de su actividad, tienen un impacto directo en el medio ambiente. Conocer cómo analizar dichas afectaciones es indispensable para crear planes de acción que contribuyan a la formación de desarrollos verdaderamente limpios.

Por: Gloria Lee*.

Es absolutamente indispensable concientizarse sobre cómo analizar el verdadero impacto ambiental que genera cualquier obra o actividad a desarrollar. Por un lado, tenemos aquel que recae sobre el área puntual donde se ubica el proyecto; por el otro, también tenemos aquel impacto que se extiende sobre todo el ecosistema en su entorno.

Medir los impactos ambientales ayuda a cuantificar las afectaciones para elaborar un plan de manejo adecuado, respetando, minimizando y compensando los impactos negativos que generan los proyectos en desarrollo.

Lamentablemente, en Colombia, el uso de la tecnología en los estudios ambientales aún no se prioriza como se debe. Tanto autoridades como usuarios de los estudios se resisten a implementar tecnologías de punta para su elaboración.

Desafortunadamente, tuvo que aparecer la pandemia para que algunas de estas herramientas tecnológicas fueran admitidas y tuvieran una buena aceptación de las partes interesadas, tanto en su elaboración como en la evaluación.

En Colombia hay una gran variedad de autoridades que tienen como misión proteger el medio ambiente: Ministerio del Medio Ambiente, Corporaciones Regionales, Parques Nacionales, Agencia Nacional del Medio Ambiente, entre otras. Sin embargo, definitivamente hay un tema que a nadie le gusta afrontar por el impacto social y económico que se generaría. La realidad es que la responsabilidad ambiental está mal repartida.

Estas entidades exigen elaborar los Estudios de Impacto Ambiental con términos de referencia complejos, sin embargo, se limitan a sectores específicos como el energético, de infraestructura y minería. El factor común en estos sectores es que tradicionalmente están en la mira de la gente del común, las comunidades y los ambientalistas, quienes los señalas de ser los grandes causantes de todos los desastres ambientales.

Ahora bien, a raíz de esa limitación, casi no hay ninguna obligación y tampoco conciencia común de que todos somos responsables cuando del medio ambiente se trata. Toda actividad que involucre industria y desarrollo también genera impactos negativos graves que afectan directamente el ecosistema.

Al igual que los grandes sectores como el energético, infraestructura y minero, proyectos como, por ejemplo, agricultura, ganadería, industrias de manufactura, textiles, hoteles, hospitales, fábricas y miles de empresas más, también deben ser controlados y exigidos.

Aunque en la actualidad hay muchas empresas que practican producción limpia, la gran mayoría no cumplen ni con el mínimo requisito de protección al medio ambiente. Tampoco hay entidades que lo controlen verdaderamente y mucho menos hay responsabilidad individual en las personas.

El alcance que se le exige a estas empresas en el sector energético, infraestructura y minería es exagerado y minucioso. Si bien es cierto que realizar estudios de impacto ambiental es indispensable para ayudar a cuantificar el nivel de afectación, en algunos casos estos deberían ser menos complejos. Asimismo, se deberían exigir a toda persona que –desde su actividad- ocasionen algún deterioro ambiental.

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Por ejemplo: las superficies por zonas extensas son homogéneas y no hay necesidad de repetir y volver a analizar lo mismo, en muchos casos, describiendo áreas que ya están perfectamente cuantificadas. En ese caso, será más productivo fortalecer a las autoridades y concentrar la mayoría de su esfuerzo, su estructura y empeño en cuidar las áreas de reserva irrecuperable, así como exigir más de lo que se establece en los planes de manejo y en los planes de compensación. 

Hoy la tecnología permite controlar diariamente los proyectos en el momento que se están ejecutando, y no esperar a que las empresas reporten de forma tardía el impacto que generaron sus proyectos. Esta posibilidad permite evitar y corregir a tiempo daños que, en caso contrario, habrían sido irremediables.

Por supuesto, aquellos responsables de proyectos que no cumplen con las precauciones ambientales correspondientes deberán recibir sanciones ejemplarizantes.

Países como Colombia, que cuenta con un ecosistema rico e indispensable para el planeta, necesitan un adecuado plan de cuidado y protección ambiental. Si bien es inevitable no afectar a los ecosistemas con proyectos de desarrollo, mediante la correcta elaboración de un buen estudio ambiental y la implementación de planes de manejo y compensación, el deterioro sería mucho más lento, dando espacio y tiempo a desarrollos verdaderamente limpios.

Finalmente, respecto al impacto de los estudios ambientales en las comunidades, su elaboración les permite conocer y proteger el ecosistema en que habitan. Además, en muchos casos, aprender a mejorar malas prácticas milenarias que por desconocimiento y costumbres todavía se realizan, dañando aún más su entorno.

*La autora es presidenta de Atención Social Integral – ASI.

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