La pandemia y la recuperación económica trastocaron por completo el comportamiento de la oferta y la demanda a nivel mundial, sobre todo en el caso de tres grupos de bienes esenciales para el comercio global que, actualmente, tienen al planeta en vilo.

Se entiende por commodities aquellos bienes básicos destinados para uso comercial, que suelen utilizarse principalmente como insumos de fabricación de diferentes productos de uso tanto cotidiano como empresarial. Al ser un instrumento vital para el flujo económico global, cualquier eventualidad que surja a su alrededor es motivo de preocupación.

Gracias al comportamiento actual de la economía, hay al menos tres grupos de commodities que enfrentan situaciones atípicas hoy. Las explicaciones también varían desde las consecuencias del cambio climático, hasta las incidencias de la oferta y la demanda, que no solo ha impedido el suministro de algunos productos, sino que además ha ralentizado la recuperación de la actividad en algunos casos. Este es el panorama actual.

Energía: el pulso del petróleo y el gas

La noticia más alarmante en las últimas semanas ha sido el incremento de los precios de la energía, factor que está afectando principalmente a los mercados de gas y petróleo. Mientras que en el primer caso el valor ha llegado a máximos históricos en Europa, en el segundo se ha visto un incremento cuyo nivel ha sido el más alto en los últimos tres años, alcanzando US$86 en la referencia Brent.

Ante esta perspectiva, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) analiza un reajuste de la oferta petrolera, sobre todo si se tiene en cuenta el plan que trazó la institución a mitad de año para aumentar las extracciones hasta septiembre de 2022, añadiendo hasta 400.000 barriles diarios cada mes.

“Los precios se han visto presionados por un desbalance, y no es solo la Opep la que está consciente de esto, sino también los mercados emergentes, Rusia y EE.UU. Ha sido claro que deben ser muy cuidadosos, y no es solo responsabilidad de la Opep”, explicó a Forbes el investigador de la Universidad de Columbia en temas energéticos, Antoine Halff.

En su último reporte, publicado a mediados de octubre, la Opep estimó que la demanda mundial de petróleo aumentará en 5,8 millones de barriles diarios en 2021, cifra revisada a la baja desde los 5,96 millones de barriles diarios de la evaluación del mes anterior. A pesar de ello, la institución no ocultó su preocupación por la escasez de gas natural y carbón en Europa y Asia, lo que ha impulsado el sentimiento de una mayor demanda de petróleo.

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Debido a ello, Halff mencionó que “no creo que tengamos una crisis petrolera hoy”. De hecho, sostuvo que el petróleo se ha beneficiado, de alguna manera, del incremento de los precios del gas. La afirmación adquiere sentido si se tiene en cuenta que el tirón de su valor impulsa los productos derivados del crudo para generar electricidad.

Esto alivia de alguna manera la inestabilidad de la demanda que ha enfrentado, aunque no se puede decir lo mismo de los problemas en la oferta, derivados de la crisis de la cadena global de suministros. Sin embargo, no inciden directamente en la producción de petróleo como tal.

Teniendo en cuenta que este apartado no representa el problema más grande para el sector, hay que agregarle el debate de la acción climática para ver el panorama completo, lo que a su vez lleva a cuestionarse el futuro del gas en el sector energético. “El gran problema es la falta de aceptación de que no podemos dejar atrás el petróleo y el gas, y de hecho hay que tener claro que no lo haremos en el corto plazo”, dijo Halff.

Dicha conclusión demuestra el porqué del enfrentamiento mundial que se está gestando en torno a los suministros de gas, sobre todo ahora que el invierno se acerca y crece la demanda del producto. En la región, el más interesado en acaparar la mayor cantidad de gas natural licuado que pueda es Brasil, ya que el desbalance energético regional que se está viviendo ahora se ha cebado con el país gobernado por Jair Bolsonaro.

Durante la gestión del actual mandatario, los precios del gas y el combustible han subido 66 % y 46 % respectivamente. La causa no ha sido únicamente la crisis que enfrenta el sector, sino la peor sequía que ha enfrentado el país en los últimos 91 años, que ha obligado a los brasileros a buscar fuentes alternativas a la energía hidroeléctrica, que actúa como su fuente principal hasta la fecha. Este factor nos lleva al siguiente capítulo.

Agricultura: acción climática y efecto inflacionario

Además del problema con el gas, Brasil tampoco está pasando por un buen momento en el apartado agrícola, donde productos como el arroz, la soja, el maíz, la naranja y el azúcar se han visto impactados por la sequía que azota al país. Solo los tres primeros productos representan 92,4 % de su producción agrícola estimada.
Las incidencias climáticas también afectaron a Estados Unidos, teniendo en cuenta que el paso del huracán Ida complicó los despachos al extranjero y los silos de almacenamiento de las materias primas, mermando considerablemente los envíos de cereales a través de transporte marítimo.

A eso hay sumarle lo que ha ocurrido en este año como consecuencia de la pandemia: poca disponibilidad de contenedores, el incremento de los fletes marítimos, una mayor demanda de China, y todos los conflictos políticos donde juegan Rusia y otros países de Europa oriental, que están impactando el mercado de commodities a nivel mundial.

“El costo de los insumos para fertilizantes y agroquímicos, el gasoducto que los rusos están construyendo para suministrar a Europa, y el precio de gas por las nubes son cosas que influyen también”, comentó a Forbes el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Jorge Enrique Bedoya.

El directivo también mencionó que en muchos países empieza a darse una preocupación en materia inflacionaria debido al incremento de los costos. Al respecto, hay que tener en cuenta que la reactivación del empleo y el consumo ha provocado que haya una presión de demanda por el comportamiento de la oferta. En el caso de productos agropecuarios, no se recupera a la misma velocidad.

“Mientras que los cultivos de ciclo corto, como el caso del trigo, requieren hasta seis meses, la producción pecuaria puede tomar un año o año y medio para recuperarse nuevamente”, añadió.

En todo el entramado agrícola, un producto que no se puede ignorar es el café. Sobre todo si se tiene en cuenta que el incremento del precio mundial ha llevado a los productores colombianos a no entregar hasta un millón de sacos en el año. La causa de todo esto es, nuevamente, la sequía en Brasil.

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Esta anomalía ha generado que los precios mundiales se disparen hasta 55 %, lo que ha creado complicaciones en el sistema de venta de café a futuro y ha llevado al incumplimiento de entregas que ya estaban pactadas. Como resultado, los principales tostadores mundiales planean cambiar la marca de sus cafés de “origen único en Colombia”, según informó Reuters.

Al mismo tiempo, fuentes de la industria resaltaron que varias comercializadoras mundiales prevén pérdidas de US$8 millones a US$10 millones en café no entregado. Para revisar el tema, la junta de la Federación Nacional de Cafeteros está trabajando de manera interna en estrategias para solucionar este tema, aunque resaltó que los casos donde se ha registrado incumplimiento no han sido generalizados.

Incluso, las perspectivas de la industria para 2022 son positivas. El presidente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez, comentó a Forbes que el consumo mundial de café viene creciendo 2 % anual, y en el caso de los cafés especiales a tasas de 10 % anual. “Por su alta calidad, el café colombiano tiene muy buena demanda tanto en estándar como en especiales”, destacó.

Con una producción cercana a los 14 millones de sacos y un buen precio a lo largo del año, el directivo consideró que el valor de la cosecha cafetera para 2021 debería alcanzar los $11 billones, “lo que confirma al sector cafetero como motor clave de la economía. Y con este buen precedente, 2022 también debe arrojar buenos resultados”.

Metales: crisis del acero y aluminio

El tercer aspecto problemático en el terreno de las commodities radica en la industria metalúrgica, concretamente en el incremento de los precios del acero y el aluminio a nivel global. En el primer caso, se ha registrado una variación de hasta 192 % en lo que va corrido de 2021, mientras que en el segundo ha crecido 46 %.

La gran preocupación para la economía global con este comportamiento en los precios radica en que son materiales indispensables para sectores como la construcción, el transporte y la infraestructura. Más importante aún, es que no se le puede atribuir su comportamiento actual a ningún hecho específico dentro del panorama geopolítico, pues la responsabilidad recae en múltiples factores.

Uno de los más importantes es que la demanda del producto no se vio mermada por la pandemia de Covid-19, contrario a lo que sucedió en muchos otros casos, mientras que la oferta sí sintió el impacto de la crisis, elevando el valor del material. Tanto así, que los contratos de futuros pasaron de poco menos de US$500 a finales de 2020, a superar la barrera de US$1.500 en 2021, según datos de Marketwatch. Al cierre de esta edición, su valor aumentó 148,16 % en el último año.

A eso hay que sumarle el hecho de que no solo el acero ha tenido incrementos fuertes en su precio, sino que ha sido un efecto que se ha extendido a la mayoría de materias primas, impulsado por la revisión de perspectivas al alza para el consumo mundial, provenientes desde China.

Por si fuera poco, las industrias de acero, aluminio y cemento también se han visto muy afectadas por las restricciones de producción en la potencia asiática, con alrededor del 7 % de la capacidad de aluminio suspendida, así como 29 % de afectación en el caso del cemento, según reportes de Morgan Stanley.

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Dicho freno en la producción china tiene que ver con su compromiso de reducir hasta 3 % la intensidad energética en 2021, así como intensificar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en las empresas.

En el caso colombiano, hay que decir que el acero tiene al sector constructor en dificultades por la falta del insumo y de sus precios altos. Al respecto, la ministra de Comercio, María Ximena Lombana, respondió a Forbes que desde la cartera “ya se reunieron a hacer esta revisión”.

“Nuestro régimen legal permite a cualquier sector productivo solicitar al Gobierno Nacional esa revisión de medidas arancelarias. De hecho, lo hizo Camacol y pidieron una reducción al 0 % de los aranceles al acero, el Comité hizo el análisis correspondiente y con base en esta recomendación, procedimos a tomar una decisión”, explicó.

Esta recomendación se considera clave para el segmento de viviendas de interés social (VIS) donde el acero es un material clave en su construcción. Debido a las eventualidades relacionadas con el material, el inicio y ejecución de nuevos proyectos se ubicó a 30 % de capacidad a finales de septiembre.

Cada uno de los bienes mencionados juega un papel relevante en diferentes segmentos de la economía. A juzgar por el panorama actual, la normalización de la economía pide una solución a gritos.

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