El interés de Francisco Vera por el medio ambiente lo ha llevado muy lejos pese a su corta edad. Tanto asi, que se convirtió en uno de los participantes más destacados de la COP26, que concluyó ayer en Glasgow. Forbes Colombia charló con él para conocer su perspectiva ante las propuestas de la cumbre desde una voz que se ha escuchado poco en este debate: la de los niños.
A Francisco se le pegaron las cobijas en su último día en Glasgow. Y es que su agenda durante la COP26, que concluyó ayer, fue tan apretada como la de un jefe de estado. Desde encuentros con embajadores hasta charlas casuales con Greta Thunberg, la presencia del niño ambientalista de Colombia causó furor en la cumbre, sobre todo si se tiene en cuenta que era practicamente el único representante de la niñez en el encuentro que puede definir el rumbo del mundo frente a la lucha climática.
Antes de su encuentro con Forbes Colombia, que tuvo lugar hacia la 1:00 p.m. del martes, a Francisco lo abordaron diferentes observadores de todos los rincones del mundo, desde Alemania hasta Brasil. Algunos para una fotografía, otros para un comentario en redes sociales sobre su lucha, y algunos más simplemente para saludarlo. Y es que una cosa segura para él después de la COP es que no le van a faltar amigos en cada rincón del planeta.
Esto no se debe solo a su lucha por la inclusión de las voces infantiles en los debates medioambientales, que comenzó hace un par de años, sino la amabilidad con la que se dirige hacia todas las personas que quieren escuchar lo que tiene que decir, pues sus posturas han sido objeto de admiración gracias al fundamento y el criterio con el que las expone Francisco, de apenas 12 años de edad.
“Hay que pensar que el desarrollo no es antónimo del medio ambiente. No se contradice, sino que puede ir de la mano de la vida. Debemos construir un desarrollo que privilegie a la vida y que ponga la vida en el centro para los jóvenes del ahora y los niños del ahora”, dijo en una de sus primeras frases de la entrevista.
El panorama
Su perspectiva apunta a que la voz de los niños y niñas debe ser incluída, siendo una generación que puede pensar de forma crítica. Al mismo tiempo, destaca que la sociedad que los adultos están construyendo se basa en su manera de ver el mundo, dejando fuera de participación a las futuras generaciones, que son precisamente las que van a vivir en ella.
Por eso mismo, sostuvo que no se trata de que a los niños les haga falta un paso más para ser escuchados, sino que ese peldaño pendiente está de lado de los adultos, quienes a día de hoy están construyendo una sociedad impactada por el cambio climático y afectada por esos desastres naturales “sin incluir nuestra forma de ver cómo nosotros quisiéramos que fuera“.
Francisco tiene claro ese último punto: la sociedad del futuro tiene que ser inclusiva y con educación ambiental para todos, contribuyendo así al despertar de más niños y jóvenes que puedan integrarse a esta lucha y complementar lo que se está haciendo desde ahora.
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Ese precisamente es otro aspecto que deja muy claro durante la conversación: hay más niños trabajando por esto en todo el mundo, incluso más jóvenes que el mismo Francisco.
“Hay niños que yo conozco que no solo trabajan por el ambiente, sino que lo hacen por la promoción de la lectura, el liderazgo social, político, ambiental y climático. Hay muchos niños que ya se están despertando, que ya hace rato están despiertos”, declaró.
Aquí Francisco no solo se refiere a niños de otros países, sino que también hace mención a otros liderazgos en toda Colombia, pero que carecen de visibilidad debido a la falta de herramientas y espacios donde se puedan expresar e influir directamente en la toma de decisiones.
Lo que se debe hacer
Ante estos escenarios, considera necesario crear una conciencia más orientada hacia el pensamiento crítico, porque si bien hay muchos niños que ya están tomando conciencia y actuando en la medida de sus posibilidades, hay otros más que no están enterados de esto, y se debe simplemente a que “los adultos y la educación no les permiten pensar de forma crítica“.
Y es que él es el primero en reconocer que esta lucha se trata de un constante aprendizaje que no para. Precisamente, ese fue el punto principal de su conversación con Greta Thunberg al inicio de la COP, encuentro que calificó como “muy inspirador”.
“Muchos dicen que soy ‘el Greto colombiano’, y pudieron ver un poco las diferencias y los contextos que hay entre Europa y Latinoamérica, que evidentemente no son lo mismo“, agregó.
Fue esa misma diferencia la que les llevó a intercambiar mensajes que de seguro serán vitales en la continuidad de sus respectivas luchas, En el caso de Greta, las diferencias entre cada región del mundo quedaron mucho más claras, y por el lado de Francisco, la importancia de no detenerse.
“Yo puedo aprender que no hay que parar porque fue lo que me dijo: que nunca pare y que, por más difícil que sea el momento, siempre hay que seguir adelante. Fue muy emocionante en serio”, comentó.
Una generación subestimada
“A mí me dicen que, como niño, yo no tengo conocimiento del tema ambiental y que no puedo hablar desde la ciencia, la tecnología o la industria. A pesar de que no tengamos tanto conocimiento técnico y científico, los niños sí tenemos algo muy importante que nos forma, que a la gente se le olvida bastante y que podemos enseñar como profesionales: los valores“, dijo con vehemencia.
Lo cierto es que Francisco tiene un punto importante aquí, y por eso mismo apela a que los adultos recuerden su niño interior como mensaje clave de su lucha. Incluso, va más allá en otro aspecto que agrega validez a sus argumentos: aquellos que ahora están en el poder tuvieron o van a tener una vida un poco más digna, a diferencia de futuras generaciones que tendrán que huir del cambio climático.
“Son las futuras generaciones las que van a tener que sufrir esas consecuencias tan graves, porque es que es son catastróficas. No hemos medido todavía el nivel de lo que puede hacer el calentamiento global con nuestras vidas y con la vida en el planeta“, sostuvo.
Esa precisamente es una responsabilidad que su generación ya está tomando, y eso se debe a “la terquedad y negligencia” de los gobiernos ante sus intereses económicos. Aquí Francisco no se guarda ninguna crítica, y demuestra un carácter admirable al sostener una postura tan radical: desdesu perspectiva, los gobiernos no han tomado acciones por sus intereses económicos, y aquí apunta directamente a la explotación de hidrocarburos, la minería y la ganadería como escenarios a observar.
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Fue aquí donde hizo referencia a los acuerdos alcanzados en la primera semana de la cumbre, relacionados con la deforestación, el gas metano y los combustibles fósiles. Si bien destacó que pueden ser anuncios que se pueden cumplir y otros que no, fue enfático en asegurar que son muy escasos.
Esta afirmación viene con conocimiento de causa, y es que según Climate Action Tracker, los compromisos que se han llevado a cabo en la COP26 llevarían al mundo a un aumento en la temperatura global de 3 y 4 grados para 2100.
Justo ahí es donde Francisco hace un llamado a los grandes emisores, y se refiere específicamente a los países que pertenecen al G20 y que representan el 1% o hasta el 20% de emisiones. Incluso, pone de ejemplo a la Unión Europea, Arabia Saudita o Rusia como los mayores responsables.
“Si no aumentamos esos compromisos, pues vamos a crecer hasta esas temperaturas, y es que son insuficientes y muy poco ambiciosos para lo que dicen y pintan. Las naciones que representan los gobiernos hablan de ellos como si fueran los países de las maravillas, pero sabemos que directamente en el territorio, estos compromisos no se aplican muy bien”, comentó.
Su visión sobre Colombia
Hablando de gobiernos y sus compromisos, fue inevitable preguntarle a Francisco acerca de las declaraciones del presidente Iván Duque durante su paso por la COP26, donde el mandatario no escatimó en elogios hacia los logros de la nación, que pasan desde el corredor marítimo más grande del mundo en alianza con Costa Rica, Panamá y Ecuador, hasta la declaración de 30% del territorio como área protegida.
Sin embargo, consideró importante tener en cuenta que gran parte de esos territorios no los controla el Estado exactamente, lo que también ha llevado a que buena parte de las emisiones también escape de su radar.
Para comprobar su afirmación, basta con remitirse a investigaciones de las mismas Naciones Unidas, que hacen referencia al aumento de la violencia en las zonas controladas por grupos armados ilegales.
Sobre los compromisos del país durante la cumbre, Francisco explicó que “me parecen perfectos, pero yo dije: eso me huele a algo más. En 10 años vamos a reducir nuestras emisiones en 51%, pero el 49% restante lo vamos a reducir en otros 20 años, cuando lo deberíamos hacer hacia el 2040 o menos, así como pudimos con el otro 51%“.
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Ante esa incertidumbre, es consciente de que tendrá un futuro muy difícil por delante, y confiesa que es precisamente esa su motivación para hacer todo lo posible por vivir dignamenre en su adultez, lujo que si bien puede ser posible para él, no parece accesible para otros niños.
“Yo podría ser un niño que no se interesa por este tema porque en un futuro no me afectaría, pero si va a pasar forma indirecta o directa. También es pensar en solidario, pensar a partir de la empatía cómo también eso le va a afectar a muchos niños más”, concluyó.
Su última respuesta, acompañada de una sonrisa que mantuvo durante toda la charla, refleja sin duda alguna el calor humano de un niño que, desde temprana edad, decidió asumir una responsabilidad muy grande sobre sus hombros: decirle al mundo entero que debe actuar con urgencia. Por fortuna, su voz está siendo escuchada. Esa es la señal de esperanza más grande, porque de alguna manera, apela al niño que aún llevamos dentro.
Ese niño es, precisamente, aquel con el que Francisco quiere comunicarse… y parece que lo está logrando.