En medio de una de las peores crisis para la economía, las microempresas son piedra angular del aparato productivo en Colombia y, de hecho, ya mostraron avances frente al golpe de 2020. Forbes hace una radiografía del camino de reactivación de estos negocios.

“La pandemia no era el mejor escenario para hacer el papel de héroe y arriesgar nuestro capital, pero también se nos vino el otro pensamiento: alguien tiene que hacer algo”.

Esa fue la respuesta de Miguel Ignacio García ante la disyuntiva de si era o no una buena idea montar un pequeño negocio en plena pandemia. García es gerente de una empresa dedicada a la distribución, comercialización y desarrollo de medicamentos fitoderivados y dermocosméticos llamada Evolunfusión. Él decidió emprender en 2020.

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La situación fue distinta para Sixto Padrón, gerente de Soluciones TIC, quien montó su microempresa antes de la pandemia y aunque le fue bien en buena parte del 2020, este año el negocio ha pasado momentos difíciles.

La historia de García o la de Padrón puede repetirse en los 5,4 millones de micronegocios que tiene actualmente Colombia, según lo muestra la Encuesta de Micronegocios del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). Este número implica 9,5% más que en 2020.

Eso sí, si se compara con la foto que había en 2019 los datos de 2021 todavía no alcanzan a los de la prepandemia: frente al segundo trimestre de 2019, las cifras de 2021 muestran una caída de 6,8%.


Las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) son el grueso de las empresas que tiene Colombia y generan buena parte de los puestos de trabajo en el país. De acuerdo con un cálculo de Acopi, el gremio de las mipymes, estas firmas pesan al rededor del 40% del PIB nacional.


Y de esas, según una encuesta de Acopi, el 73,1% son microempresas, que son aquellos negocios de máximo nueve empleados. Allí están desde la pequeña miscelánea de barrio hasta los servicios de consultoría especializada, las profesiones liberales, las ventas ambulantes y las confecciones al interior de la vivienda.

Como se ve en los datos del Dane, los sectores que más se han recuperado en materia de ingresos frente al 2020 fueron construcción, con un alza de 217%, industria manufacturera (170,2%) y actividades de educación, de entretenimiento y salud (132,7%).

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Sin embargo, los resultados generales muestran que ninguno de los sectores ha recuperado sus ingresos frente a los niveles de 2019 y todos reportaron cifras en rojo en el segundo trimestre de este año. El que más cayó fue la construcción (55,5%), seguido de actividades inmobiliarias y comunicaciones (40,8%), transporte y almacenamiento (32,1%) y actividades de educación, de entretenimiento y salud (30,1%).

La historia de los empresarios detrás de los micronegocios y de cómo pudieron sobrevivir la pandemia y, en algunos casos, mantener los puestos de trabajo es también la de Diana Cárdenas, una empresaria del sector textil y gerente comercial de Indusoltex, que pudo sostener los puestos de trabajo, pero tuvo que endeudarse.

Cuando empezamos a ver la eventualidad de un cierre, entre los socios vimos la posibilidad de hacer tapabocas o prendas de bioseguridad. En ese momento no teníamos deudas, pero invertimos en eso. Lo que pasó después es que tuvimos mucho inventario y fue más difícil la comercialización. Ahí vamos”, cuenta.


Maria Angélica Moscote Oliva, gerente científica y fundadora de Mary Coskis, una empresa de nutrición clínica y deportiva, cuenta que se tuvo que valer de las redes sociales para seguir vendiendo lo que hacían en sus tiendas físicas e, incluso, han creado más puestos de trabajo.

Para el año 2021 fuimos completamente optimistas y adicionamos a nuestro equipo dos personas para fortalecer las áreas de acompañamiento al paciente y contenido digital”, relata.

El 40% de los propietarios de micronegocios está en condición de pobreza monetaria, 90,9% no aporta a pensión y 45% pertenece a propietarios que su máximo nivel educativo es la secundaria.

La lupa a la informalidad

Ponerles la lupa a estos negocios es clave porque así se explica gran parte del ecosistema de los puestos de trabajo y unidades económicas informales del país; ellos darían más pistas para solucionar el viejo problema de la informalidad.

Solo para dar una idea, el 40% de los propietarios de micronegocios está en condición de pobreza monetaria, 90,9% no aporta a pensión y 45% pertenece a propietarios que su máximo nivel educativo es la secundaria, según una caracterización que dio a conocer el Dane recientemente.

Para Roberto Angulo, socio fundador de la firma Inclusión SAS, los datos del Dane dan claves de “cuáles son las cosas que se podrían potenciar o barreras que se pueden remover para los micronegocios informales que quieran formalizarse. De esta forma, pueden servir como vehículo de cambio social de los hogares”.

El 40% de los propietarios de micronegocios está en condición de pobreza monetaria. Foto: María Camila González

Rosmery Quintero, presidenta de Acopi, apunta que “los mecanismos establecidos actualmente permiten aminorar y contribuir a la recuperación económica, pero al ser de corto plazo, no garantizan un mercado laboral estable que genere un verdadero impacto en la economía y crecimiento del segmento”.

Como apuntan los expertos, entender el universo de los micronegocios podría dar más pistas para buscar salidas para formalizar a casi la mitad de la fuerza laboral en Colombia, que representa uno de los principales y viejos problemas del país.

Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y Acopi, señala que en una economía informal como la de Colombia, hay que ofrecer préstamos garantizados a través de fintech o crowdfunding, para reducir costos de transacción y abrir la posibilidad de reestructurar deudas por esa misma vía.

Aunque todavía no hay fórmulas perfectas, entre los caminos está que los microempresarios logren optimizar sus procesos, encuentren nuevas alternativas de tecnología, hagan alianzas para seguir vendiendo, accedan a más opciones de financiamiento y, para algunos, por fin emprendan su camino hacia la formalización.

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