A falta de una última reunión a mediados de diciembre, el Consejo Europeo no logra ponerse de acuerdo en los temas definitivos para su agenda a corto plazo. Los precios de la energía, la migración y las relaciones exteriores tienen al club de los 27 en vilo, justo cuando su factor de estabilización (Angela Merkel) sale de la escena política tras 16 años. Forbes cubrió su más reciente encuentro.
El Consejo Europeo se reúne cuatro veces al año, en los meses de marzo, junio, octubre y diciembre. El tercer encuentro suele ser trascendental, pues marca el inicio del año administrativo para la Unión Europea tras las vacaciones de verano.
Esta vez, había sobre la mesa dos temas complejos. Lo primero, el incremento de los precios de la energía en los 27 estados miembros, que se reflejaron en una inflación de 17,4% en el sector para septiembre de 2021. Además, el valor del gas subió 474% en los últimos seis meses, pasando de 20,22 euros por megavatio en abril a 116,02 en octubre, según Intercontinental Exchange Inc (ICE).
También, había que definir estrategias migratorias, sobre todo después de que el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, abriera nuevas rutas de entrada y exenciones de visado a terceros países, como Irak y otras naciones de Oriente Medio, que están accediendo a territorio europeo desde Lituania, Letonia o Polonia.
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Precisamente, esta última opacó todos los asuntos, pues la cumbre representó el primer cara a cara entre el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, y el resto de los estados miembros desde que su Tribunal Constitucional decidiera darle prioridad a sus leyes nacionales sobre las europeas.
Unido a ello, es innegable que este encuentro marcará un antes y un después en Europa. Tras 16 años como canciller de Alemania, Angela Merkel abandona la política dejando una huella imborrable dentro del bloque comunitario gracias a sus 107 cumbres del Consejo y su talante conciliador, que evitó más de una crisis.
Forbes estuvo durante los dos días de la cumbre de mandatarios, que tuvo lugar del 21 al 22 de octubre. Todo se desarrolló como un blockbuster digno de Hollywood, pues hubo una protagonista, un villano, un argumento principal y varias subtramas sin concluir, que dejaron todo abierto para una secuela.
La protagonista
“Merkel fue una persona que marcó a Europa. Fue un factor de estabilización que ayudó a los 27 a tomar decisiones con mucha humanidad, y en momentos críticos fue la mujer que intervino para encontrar la solución. Realmente aprecio su actividad y le deseo lo mejor en el futuro”, comentó el primer ministro de Bélgica, Alexander de Croo.

‘Mutti’ o la ‘dama de hierro’ de Alemania se llevó todas las miradas desde su última aparición en la alfombra roja del edificio Justus Lipsus de Bruselas, donde se celebran las reuniones de los 27 jefes de estado. Su inminente salida de la vida política la llevó a comentar que “este ha sido, quizás, mi último Consejo Europeo”, luego de haber participado en 107 de ellos desde 2005.
No por nada sus homólogos se refieren a ella como “un monumento”, según el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Merkel sobrevivió a muchos de los momentos más complejos de Europa: el desplome financiero de 2008, la crisis migratoria de 2015, el Brexit de 2016 y la pandemia de Covid-19 en 2020.
En estos últimos 20 meses logró un consenso clave que mantuvo el bloque a flote, pues lideró junto al presidente de Francia, Emmanuel Macron, la aprobación del fondo de recuperación de 800.000 millones de euros que se utilizó para hacer frente al impacto del virus.
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Ante su importancia en cada uno de esos episodios, Michel aseguró que “una cumbre sin Angela es como Roma sin el Vaticano o París sin la Torre Eiffel”.
El canciller de Austria, Alexander Schallenberg, y el primer ministro de Luxemburgo, Xavier Vettel, la describieron como “un remanso de paz y una maquina de compromiso que dejará un gran hueco en Europa”.
Si bien aún no hay un sucesor definitivo para Merkel, se especula con el ascenso al poder del socialdemócrata Olaf Scholz, luego de que liderara las negociaciones del Partido Verde, el Partido Liberal y el Partido Socialdemócrata de Alemania para integrar la llamada ‘coalición del semáforo’. Su agenda común en aspectos como la transformación ecológica y el abandono del carbón para 2030 hace prever un desenlace satisfactorio.
El villano
El rol antagónico recayó en el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki. Fue el primero en llegar a la cumbre de los 27 y lo hizo pisando fuerte: “no actuaremos bajo la presión del chantaje, estamos listos para el diálogo. No estamos de acuerdo con el alcance cada vez mayor de las competencias europeas, pero queremos hablar para resolver las disputas actuales de común acuerdo”.

Su pronunciamiento fue atípico, pues dejó de lado sus habituales discursos en inglés para hablar en su idioma natal y sin responder ninguna pregunta de los periodistas allí presentes. Se limitó a dejar claro que Polonia no puede aceptar que competencias que no han sido delegadas a la UE en los tratados “sean reguladas por la Comisión Europea (CE) o el tribunal de justicia europeo”.
Cabe resaltar que el rechazo a sus declaraciones fue inmediato. La propia Merkel dijo que hay “un problema de fondo” en toda la UE más allá de esta cuestión, que debería abordarse sobre el modo en que cada Estado miembro “se imagina el proyecto, entre los que piensan en una unión cada vez más estrecha y los que se centran en el Estado nacional”.
Otros jefes de estado como De Croo apuntaron que “si vamos a estar en un club y vamos a aprovechar sus ventajas, tenemos que respetar las reglas”.
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, destaco su conversación con Morawiecki en instantes previos a la cumbre, donde le pidió “encontrar una vía constructiva de diálogo que saque a la UE y los estados miembros de esta situación tan compleja”.
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Aunque la cumbre concluyó sin un consenso sobre cómo reaccionar a la sentencia del Tribunal Constitucional, las primeras resoluciones llegaron poco después. El pasado 27 de octubre, la CE anunció una multa de 1 millón de euros diarios a Polonia hasta que tomara una “decisión contundente”. La respuesta de Morawiecki llegó al día siguiente, cuando comunicó su compromiso para cerrar “en unos meses” la sala disciplinaria judicial del tribunal.
El único mandatario que apoyó públicamente a Polonia fue el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, quien aseguró que la primacía de la UE no está en el tratado. “Lo que está pasando aquí es que modifican el tratado sin tener autoridad para hacerlo, entonces los polacos tienen razón. Son un buen país y lo están haciendo muy bien, tienen la mejor economía y sus elecciones son justas”.
Se debe recordar que Hungría tuvo sus propios problemas con la Comisión Europea a mitad de año tras promover una ley en la que prohibió “mostrar o promocionar” la homosexualidad o el cambio de género entre menores de edad.
La trama principal: los precios de la energía
La salida de Merkel y las ansias de confrontación de Morawiecki le quitaron peso al punto más importante de la reunión en su primera jornada: la crisis energética. Esto preocupó en gran medida a Sánchez, quien sin duda fue el mandatario más interesado en que saliera adelante dicha discusión.
A su llegada a Bruselas, comentó a Forbes que este asunto puede minar la competitividad de la economía europea desde el consumidor y dentro de la industria. Por ello, solicitó atención especial a las medidas de impulso a las energías renovables y el precio de la luz.
“Hemos solicitado al Consejo y a la Comisión Europea ver de qué manera actuar a nivel europeo en tres aspectos: la formación del precio de la electricidad, que ahora se ve distorsionado por la elevación del precio del gas; la compra conjunta de gas para aumentar el poder de negociación de los estados miembros respecto a terceros países; y vigilar la especulación que se pueda estar produciendo en los mercados de emisión”, dijo.
Hoy en día, Europa importa hasta 90% de su gas natural, comprando a países que se ubican fuera de sus límites territoriales. Su mayor vendedor es Rusia, que exporta hasta 43,4% de las reservas que hoy posee el bloque comunitario, según cifras de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat).
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Frente a este tema, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, dijo en una rueda de prensa a la que Forbes tuvo acceso, que al menos 20 estados miembros ya han tomado o anunciado medidas relacionadas con los precios de energía y electricidad para apoyar a los consumidores.
Esto permitirá evaluar el funcionamiento de los mercados de gas y electricidad a finales de este año, con el objetivo de implementar estrategias que apunten a un futuro más renovable y centrado en energías limpias. Esto teniendo en cuenta que el precio de producción de las mismas “es 50% más barato que hace una década”.
El Consejo Europeo también recordó el compromiso de la UE y sus Estados miembros de seguir aumentando su financiación climática, e hizo un llamado a que otros países desarrollados aumenten “urgentemente” su contribución a la financiación climática colectiva de US$100.000 millones al año hasta 2025.
Subtrama cerrada: el fantasma de la migración
Los desacuerdos entre estados miembros se hicieron más evidentes en este punto, pues al menos doce Estados miembros de la UE (Austria, Bulgaria, Chipre, Chequia, Dinamarca, Estonia, Grecia, Hungría, Lituania, Letonia, Polonia y Eslovaquia) pidieron que la UE financie la construcción de “barreras físicas” para proteger las fronteras.

Sin embargo, von der Leyen hizo hincapié en que “existe un entendimiento entre el Parlamento Europeo y la Comisión sobre no financiar alambradas con púas ni vallas“. Por el contrario, aseguró que este problema debe ser tratado con una alianza entre los países del Mediterráneo que refuerce la cooperación.
El problema es que esta anomalía no solo impacta a los países del Mediterráneo, sino que los bálticos también están involucrados, y ahí vuelve a entrar en escena Polonia. Fiel a su rol antagónico, Morawiecki rebajó la gravedad de la situación, y aseveró que “todo el mundo” está felicitando al país por la forma en que está “lidiando con el cierre de la frontera y con la seguridad”.
Tras conocerse este apéndice, no es de extrañar que la declaración de Von der Leyen reflejara la preocupación que embarga a la mayoría del club de los 27 frente a lo que calificó como un “ataque deliberado” de Bielorrusia, donde se está poniendo en riesgo la vida de migrantes “por razones políticas” enfocadas en ejercer presión sobre la UE.
Al respecto, Merkel indicó que las soluciones planteadas por los líderes europeos estuvieron ligadas a analizar “qué otras sanciones, eventualmente económicas podemos considerar”. A su vez, se refirió a los problemas de Alemania debidos a los “movimientos secundarios”, es decir, a los migrantes “que llegan a ese territorio desde los Estados en primera línea para pedir asilo”.
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En su documento de conclusiones tras finalizar la cumbre, los estados miembros subrayaron que no aceptarán “ningún intento de terceros países de instrumentalizar a migrantes con fines políticos”, condenando los ataques en las fronteras y afirmando que “responderán” a ellos.
Dicho texto también incluyó un breve anexo sobre la situación de Afganistán, país en el que una de cada dos personas requiere apoyo humanitario, según comentó von der Leyen. Para brindar apoyo, la mandataria comentó que el bloque envió un paquete de solidaridad de hasta 1.000 millones de euros.
Si bien hubo otros temas en la agenda, como un acuerdo para regular el poder de las empresas tecnológicas, donde Alemania, Francia y Países Bajos buscan mayor capacidad de control, y en donde se apunta a que eliminen contenido ilegal de sus páginas web, los asuntos previamente expuestos amenazan con poner en jaque la estabilidad de la UE.
Una protagonista que se va dejando un legado intachable, la presencia de un villano que aún no ha asestado su último golpe, y las secuelas de un sector golpeado que demanda esfuerzos más profundos para una transición sostenible, desnudaron las carencias de una cumbre que dejó más dudas que certezas sobre el futuro de Europa.