El mundo desarrollado logró un nuevo acuerdo tributario internacional. con esto se dio un paso importante en la búsqueda de condiciones más justas para una reconstrucción financiera sólida. No obstante, aún hay temas importantes por resolver ¿Hacia dónde va el mundo en materia de impuestos?

La última reunión del ‘Grupo de los 20’ fue calificada como histórica tras zanjar un tema que se había discutido “sin éxito durante décadas”, según comentó el primer ministro de Italia, Mario Draghi, durante el cierre del evento que tuvo lugar en Roma. Se refería a la reforma en el sistema de impuestos globales, donde se fijó una tasa de 15% para que las empresas multinacionales “paguen un monto justo de lo que deben”.

Si bien la decisión se ratificó hasta el pasado 31 de octubre, hay que decir que las discusiones venían con ventaja. De hecho, se había alcanzado un acuerdo semanas antes, exactamente el 8 de octubre, involucrando a 136 países y jurisdicciones que representan el 94% del PIB mundial.

El pacto, que se posibilitó por el trabajo previo de los ministros de finanzas de dichas naciones, reasignará más de US$125.000 millones de beneficios de 100 de las empresas multinacionales más grandes y rentables del mundo a naciones de todo el planeta.

En cuanto al impuesto mínimo global, su aplicación permitirá recaudar alrededor de US$150.000 millones en nuevos ingresos anuales, estableciendo así los dos pilares del también llamado ‘Marco Inclusivo sobre Fiscalidad Internacional’.

“Al salir de la sombra de la pandemia, tenemos una oportunidad única para reconstruir nuestras economías sobre una nueva base. Queremos ver no solo un repunte, sino una nueva era de crecimiento sostenido y sostenible”, dijo a Forbes el comisario de Economía de la Comisión Europea, Paolo Gentiloni.

Pese a que el nuevo acuerdo ya es oficial, queda mucho trabajo por hacer. Aquí entra en escena la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), que aún debe finalizar las normas que regirán para aplicar la tasa de impuestos.

El secretario general de la Ocde, Mathias Cormann, explicó a Forbes que, a medida que la organización avance en la fase de aplicación del acuerdo, facilitará el trabajo necesario para garantizar su puesta en marcha. “Un acuerdo sin aplicación no es, de hecho, ningún acuerdo, por lo que los países deben actuar rápido para poner en marcha ambos pilares”, sostuvo.

Partiendo de la base de esta experiencia, el directivo sostuvo que la organización está “bien posicionada” para facilitar un proceso multilateral que produzca un enfoque ambicioso en la fijación de precios de las emisiones de CO2, cuyos parámetros deben ser “acordados multilateralmente, más coherentes a nivel internacional y mejor coordinados a nivel mundial”.

No obstante, aún hay reparos al respecto, sobre todo desde América Latina. Uno de los más enfáticos al respecto fue el presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien señaló a Forbes que el financiamiento internacional “debe fijar nuevas reglas para poder igualar nuestras sociedades, con impactos positivos y enfrentando el cambio climático”.

“Nuestra templanza está a prueba. Quienes renegamos de un mundo en el que la riqueza se concentra y la pobreza hunde a millones, debemos fortalecer nuestras convicciones. Es hora de convocar a una reflexión colectiva”, comentó el mandatario en medio de las negociaciones.

La declaración de Fernández coincidió con los reparos que las economías emergentes han tenido en torno a la financiación de los países desarrollados en medio de la emergencia climática. Desde el Acuerdo de París firmado en 2015, el compromiso de US$100.000 millones anuales no se ha cumplido, tema que fue abordado tanto en el G20 como en la COP26, celebrada en Glasgow.

En la cita de los 20 también se logró un acto histórico en este tema: la admisión de China sobre la evidencia científica que avala la meta de 1,5 grados en la lucha contra el calentamiento global, punto que permitió que todos los países del G20 llegaran a la COP26 con ese objetivo en mente.

A pesar de ello, el segundo propósito de la reunión en Roma se quedó en eso y nada más, pues no hubo un acuerdo puntual en aspectos sobre el fin del carbón y el financiamiento de proyectos relacionados con combustibles fósiles. La discusión sirvió apenas para allanar el camino hacia la COP26, donde dicho dilema se convirtió en el tema central de las discusiones.

Si quiere saber en qué terminó la cosa, tendrá que leer nuestro siguiente artículo…

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