El país lucha por recuperar el nivel previo a la pandemia, pero Colombia debe saber que hay más retos en el horizonte. Volver al año 2019, como muestran los indicadores, no debería ser el único objetivo del próximo presidente.

El próximo año es un año importante para la economía de Colombia. 

Gane quien gane las elecciones, en las urnas se decidirá quién será el próximo presidente y el gestor que gobernará Colombia durante los próximos 4 años. Teniendo en cuenta el contexto y la situación que atraviesa la economía, ya no solo en Colombia, sino a nivel mundial, hablamos de unas elecciones casi determinantes para el futuro del país. Es por esta razón que en esta última columna del año me gustaría reflexionar sobre ese futuro que le espera a la economía que hoy se posiciona como la cuarta economía de la región, pero que aspira a convertirse en mucho más que eso.

¡Veamos!

Desde que el COVID apareció en nuestras vidas, todas las miradas se centraron en el virus y la incidencia que mostraban los países a los que este había infectado. Como si de un cisne negro se tratara, una pandemia nos obligó a paralizar en seco la economía, provocando una crisis de dimensiones históricas que nos llevó a registrar hundimientos del PIB bastante pronunciados. Y es que fueron tan graves las consecuencias de esta pandemia en la economía y en el bienestar de los países a nivel mundial, que nadie podía mirar más allá del virus y de la propia incertidumbre.

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Los medios de comunicación, día a día, nos han mantenido informados sobre la situación que mostraban las distintas economías. La vacunación, desde hace meses, ocupa todos los titulares de los principales periódicos en el mundo. En la televisión, en la prensa, allá donde mirábamos, el virus y la pandemia centraban todos los focos y la atención de todos los periodistas. En otras palabras, combatir la pandemia ha sido, desde el inicio, una prioridad para los distintos mandatarios, pero ello no quita que, más allá de la pandemia, la economía colombiana debe atender otros problemas que siguen muy presentes y que, de la misma manera, lastran el crecimiento y el desarrollo.

En los últimos meses, todos los mandatarios han hecho alusión a la necesidad de recuperar el nivel previo a la pandemia. Tras la caída registrada, volver a los niveles que mostraba el 2019 es el gran éxito que las economías podían registrar en un momento de recuperación económica como el que vivimos hoy. Pero hay que decir que en el año 2019, el año previo a la pandemia, Colombia ya era una de las economías con mayor desigualdad económica; con mayor informalidad económica, a la vez que presentaba numerosos desequilibrios que hacían que esta situación no fuera la correcta y, mucho menos, la deseada.

Con una crisis como la actual, de dimensiones históricas, el objetivo debe ser recuperar el nivel previo a la pandemia, y para ello debemos tomar como referencia el ejercicio 2019. Hasta ahí todo va bien. No obstante, en 2019, y en Colombia, de acuerdo con el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, la informalidad era del 66,3%, es decir, 14.769.623 de personas en 23 áreas metropolitanas del país derivaban su sustento de actividades informales. De la misma manera y en el mismo año, esta misma economía se posicionaba como la segunda economía de América Latina con mayor desigualdad, con un coeficiente de Gini que se situaba en 0,53.

Así, lo que trato de decir con estas afirmaciones, y con estos datos que las sustentan, es que está claro que combatir el COVID es la prioridad en estos momentos, y que el siguiente paso es recuperar el nivel previo a la pandemia, pero ello no quita que, tras haberla superado, Colombia debe enfrentar numerosos retos que impiden que el país se desarrollo como debe. Pues recuperarnos del COVID no va a sacar a todas esas personas que hoy vemos desempleadas del desempleo; recuperarnos del COVID no va a reducir la desigualdad hasta niveles aceptables; recuperarnos del COVID no va a sacar de la economía informal a toda esa población que en esta se encuentra empleada.

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En definitiva, recuperarnos del COVID nos permitirá recuperar la situación previa, pero no la que precisa Colombia para impulsar, verdaderamente, su desarrollo.

Por esta situación, debemos atender el corto plazo, pero no deberíamos, por ello, desatender el medio y el largo plazo; especialmente en economías que presentan tantas debilidades, que se encuentran muy expuestas en cada crisis que se sucede. Pues olvidarnos de la perspectiva, olvidarnos de los retos que enfrenta el país en el medio y el largo plazo y, más importante aun, olvidarnos de las reformas estructurales que precisa el país para corregirlos es una autocomplacencia que el país colombiano no puede, ni debe permitirse. Pues no podemos hablar de una auténtica recuperación, hasta que el país no comience a apostar por su futuro, con esas reformas y esas medidas que precisa y que dependen del resultado de las elecciones del próximo ejercicio.

Pues no podemos cerrar el ejercicio pensando que en las próximas elecciones conoceremos al presidente que acabará con la pandemia, sino con la intención de conocer al presidente que aplicará las reformas que llevarán al país a registrar esa auténtica recuperación.

Por: Francisco Coll Morales*
*El autor es economista, Redactor jefe y jefe de análisis de Economipedia. Analista económico en más de 40 medios, nacionales e internacionales.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.