Los principales organismos económicos resaltan la capacidad de Colombia para sortear la pandemia y el crecimiento previsto para este año. Ahora bien, el optimismo no exime a Colombia de aplicar reformas que deben llegar sí o sí.

Hoy son muchas las buenas noticias que se leen sobre la economía colombiana.

La pasada semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) actualizaba sus previsiones como cada enero, pero lo hacía resaltando el “sorprendente crecimiento” que preveía registrar la economía colombiana el presente año. Además, en un escenario en el que las economías de América Latina se desaceleraban considerablemente, situando a países como México en una recesión incluso, Colombia llamaba la atención de todos los economistas del organismo, al cifrar su crecimiento para este año en, aproximadamente, un 10%.

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Asimismo, estas previsiones que hace el organismo, como dijimos en la pasada columna, son compartidas por los principales organismos, entidades financieras y casas de research y rating en todo el mundo. Desde JP Morgan hasta el propio Banco Central de la República, pasando por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), todos y cada uno de ellos han resaltado el potencial de la economía colombiana, al hilo de las previsiones del FMI, estimando un crecimiento que podría oscilar entre el 9% y el 10%. En otras palabras, el mayor crecimiento previsto para una economía de América Latina este año, y que sitúa a Colombia a la cabeza en la recuperación.

Ahora bien, que las previsiones sean optimistas, que Colombia vaya a crecer a un ritmo próximo al pronosticado no quiere decir que la economía colombiana quede eximida de todas esas reformas estructurales que, desde hace años, dicha economía precisa. En otras palabras, que la economía colombiana se posicione en los primeros puestos del ranking y que lidere la recuperación no quiere decir que sea la economía más avanzada de la región, ni la más fortalecida. Lo que quieren decir estas previsiones es que la economía colombiana ha sabido amortiguar bien el golpe que ha supuesto la pandemia y, gracias a ello, hoy cuenta con un mayor crecimiento que le permitirá poner en marcha todas esas reformas de las que hablo.

Y es que, como ya dijimos en otras columnas, Colombia presenta muchas debilidades y desequilibrios que, con el paso del tiempo y la aplicación de reformas, deben corregirse. Entre otros, podemos resaltar los índices de desigualdad, de pobreza, de informalidad económica, así como otra serie de indicadores que muestran que la economía colombiana enfrenta numerosos problemas que, pese al crecimiento, siguen salpicando al país. Pues hay que decir que el objetivo en el presente para el conjunto de economías es recuperar el nivel de PIB previo a la pandemia, así como la tendencia que este seguía en el 2019. No obstante, también sabemos que Colombia ya era una de las economías más desiguales de América Latina en 2019.

Por tanto, teniendo en cuenta que hay economías que, como México, pretenden entrar en recesión técnica, y teniendo en cuenta que la economía a nivel global se ha desacelerado sustancialmente, que Colombia crezca un 10% el presente año, y que lidere la recuperación el siguiente en la región, es un dato muy positivo y que debe señalarse. Pero no por ello debemos obviar que recuperar el nivel previo a la pandemia, es decir, el nivel que mostraba el país en 2019 y la tendencia no es hablar de recuperación plena. Pues la recuperación plena llegará cuando apliquemos esas reformas que precisa el país para corregir dichos desequilibrios.

Con todo, Colombia es un país que está comportándose mejor que el resto de las economías vecinas. Su crecimiento es muy elevado y, como decía, eso le va a permitir aplicar numerosas reformas que, con crecimiento económico, podrían llevarse a cabo. Además, la apuesta por el comercio exterior y la apertura comercial que, desde hace unos años, está realizando Colombia, pretende impulsar más dicho crecimiento. En otras palabras, Colombia sigue, y debería seguir trabajando para lograr ese desarrollo que tanto precisan economías emergentes como la tratada en este artículo.

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La clave ahora se encuentra en la voluntad política y en los resultados de las elecciones que se celebran el presente año y en las que se elegirá al próximo presidente de la República. Gane quien gane en las urnas, el ganador y próximo presidente del país será el responsable de que todas esas reformas citadas, que tienen como objetivo revertir lo que muestran estos indicadores, se apliquen. Pues podemos caer en la autocomplacencia que nos brinda una cifra de crecimiento tan significativa como la que vemos, pero ello únicamente restaría ventaja a un país que, de no impulsar esas reformas que comento, estaría desechando un crecimiento muy beneficioso.

En resumen, hay que decir que hoy Colombia no es la economía que preocupa en la región, pues su crecimiento avala el buen comportamiento del país. Ahora bien, en un escenario de excepcional incertidumbre, y en el que los tiempos no vienen marcados de forma convencional sino por la pandemia y otros factores como la inflación, entre otros, hay que aprovechar estos momentos de dinamismo para aplicar todos esos cambios y prepararse para cuando lo que hoy vemos no sea más que un hecho del pasado.

Pues, como dijo el gestor Jacobo Zarco, “los paraguas hay que comprarlos cuando no llueve, cuando empieza a caer agua son caros y, probablemente, ya te habrás mojado”. Tomemos nota.

Por: Francisco Coll Morales*
*El autor es economista, Redactor jefe y jefe de análisis de Economipedia. Analista económico en más de 40 medios, nacionales e internacionales.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.