La digitalización y la gobalización se mueven a pasos de gigante y en esa carrera Colombia está en desventaja: bajo nivel de inglés, mala calidad de la educación y poco acceso a ella son algunos de los problemas.

Hablar de la necesidad de una revolución suena a sacrilegio, a menos de que hablemos de una revolución sin violencia y hecha entre todos.  Y no hay de otra: Colombia necesita un cambio grande y en el corto plazo y a eso se le puede llamar revolución. Colombia necesita transformarse para ser parte de los nuevos modelos de negocios que el desarrollo tecnológico está generando globalmente, o nuestra distancia con el mundo desarrollado puede aumentar dramáticamente.

¿Podremos desarrollar en Colombia nuevos negocios de base tecnológica y dar un salto en nuestra economía? ¿Podremos automatizar y digitalizar nuestras empresas de manera que compitan internacionalmente? ¿Tenemos la capacidad, la inventiva, la decisión y el recurso humano para estos nuevos retos?

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En todas partes las empresas requieren “gente digital”, gente con habilidades para desenvolverse con los computadores e Internet y con buen nivel de inglés, con capacidad para trabajar en ambientes cooperativos, donde la iniciativa, la innovación, el cambio continuo y el aprendizaje constante son esenciales.  ¿Cómo estamos frente a eso los colombianos?

Bien y mal (o muy mal).  Bien, porque puede decirse que Colombia tiene ‘madera’. Lo muestran, por ejemplo, las figuras internacionales en el deporte, el arte, la ciencia y la academia que son motivo de justificado orgullo para todos.  Sabemos también que nuestros profesionales y ejecutivos gozan de buena reputación en el vecindario.

Los importantes avances sociales en las últimas décadas demuestran también esa ‘madera’ y nos dicen que podemos ser optimistas. La esperanza de vida ha aumentado 20 años desde 1960. La cobertura de servicios públicos en los últimos 50 años ha subido de un promedio (muy general y en números redondos) del 50% de los hogares, al 98,1 % para el caso de la energía eléctrica y el 87,0 %, de acueducto (Encuesta Calidad de Vida, 2019). El analfabetismo en 1970 era del 25% y hoy del 5%; el porcentaje de quienes pasaban de primaria a secundaria era del 35% en 1975 y hoy es del 85% (Laboratorio de Economía de la Educación, U. Javeriana, febrero 2022).

A los Juegos Olímpicos de Montreal /76 Colombia envió a 35 deportistas (¡solo 3 mujeres entre ellos!) que no obtuvieron ninguna medalla y, a los de Rio /16 envió a 147, que trajeron ocho medallas, tres de ellas de oro -dos ganadas por mujeres-. (Omitimos acá los Olímpicos de Tokio de 2020 por considerarlos atípicos por la pandemia).

Pero a la vez estamos mal, o muy mal. Las pruebas PISA son para medir si los estudiantes que están cercanos a terminar la educación media (escolaridad obligatoria) “han adquirido los conocimientos y las habilidades esenciales para la plena participación en las sociedades modernas”. Ese “nivel mínimo de desempeño” lo han adquirido el 51% de los estudiantes en Colombia y el 49% no. Tenemos el peor puntaje de las pruebas de la Ocde.

La calidad de nuestra educación es deplorable, pero ni en eso somos democráticos. Los puntajes de las pruebas PISA de los colegios oficiales rurales y urbanos están en promedio por debajo de los privados en un 25% y un 16,5% respectivamente. 

Para el Ministerio de Educación el nivel de inglés mínimo requerido al terminar secundaria debería ser B1, llamado preintermedio, que lo han obtenido -o uno superior- apenas el 8,6% de los estudiantes.  Y el requerido al terminar la educación superior debería ser B2 o intermedio, que lo ha alcanzado el 22,9%. Hoy, que el mundo entero está intercomunicado en inglés. 

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Y en esto tampoco hay democracia: los puntajes de inglés en las pruebas Saber-11 son un 23% más altos en los colegios privados que en los oficiales y el doble en los colegios de calendario B frente a los de calendario A (Estudio Bilingüismo en Colombia, de Andrés Sánchez Jabba, del Banco de la República).

Y por el lado de la tecnología, preocupa sobremanera ver que el 60,7 % de los hogares colombianos no tenían computador al iniciar la pandemia y el 24.6% no tenía un teléfono celular (informe del Dane según Portafolio de 14 de septiembre de 2021).  Según los planes del gobierno, la penetración de Internet será del 70% de los hogares al terminar su periodo.  Eso significa que muchos millones de colombianos tienen dificultades diarias para un uso mínimo básico de computadores y de Internet.

Y no nos debe bastar ser reconocidos por nuestra capacidad de servicio y de trabajo, gentileza y resiliencia, aunque son cualidades de gran valor.  Nuestra forma de ser también es un obstáculo muy importante. Nuestra desconfianza en los demás (el 87% de los colombianos desconfían de su prójimo, según el BID en informe de enero de 2022), nuestro individualismo, nuestra orientación a no cumplir lo prometido y a no respetar la palabra dada, y nuestra dificultad para confrontarnos pacífica y constructivamente, se oponen gravemente a la plena confianza que todos necesitamos tener en las personas con quienes trabajamos.

El país tiene madera para salir adelante y ser una sociedad próspera, pero la madera no se come.  El atraso es tan grande y los problemas tan graves que se hace necesaria una “revolución sin violencia” acordada por el conjunto de la sociedad. Solo trabajando juntos gobierno, empresarios, docentes y empleados lo podremos lograr. Ojalá las próximas elecciones nos provean los líderes que lo hagan posible.

Nuestra sociedad necesita transformarse mucho y pronto. “No es el Estado el que cambia a la Sociedad sino la Sociedad al Estado”, como dijo William Ospina en “Dónde está la franja amarilla”. Hablemos sin miedo de revolución sin violencia y entre todos.

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LinkedIn:Camilo Vásquez*
El autor es consultor en desarrollo de carrera, con más de 25 años de experiencia. Es gerente de  Vásquez Kennedy, empresa que ha apoyado el desarrollo profesional de más de 10.000 gerentes y profesionales; coach de desarrollo de carrera, especialista en Comunicación Organizacional y Psicólogo. Fue elegido en 2021 en el Top 5 de los HR Influencers de Colombia.

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