Hilda María Pardo, Nancy Parra e Ingrid Pérez tienen peso en la toma de decisiones de Claro, que a su vez es una de las empresas más grandes del país.

Hilda María Pardo era una ejecutiva solitaria en el sector de las telecomunicaciones 25 años atrás, cuando después de haber sido tesorera de Bogotá y directora de la Comisión de Regulación de Comunicaciones, pasó a ser la cabeza jurídica del que en esa época era un operador naciente: Comcel.

“Era una empresa de 1 millón de usuarios en 1996”, recuerda Pardo. “Llegamos con ganas de comernos el mundo, de hacer mil cosas, porque uno llega con la convicción de que tiene muchísimo por aportar”.

Era la única mujer en la junta directiva y en el comité directivo. “Era algo que sabía cada vez que iba a entrar a una reunión. Desde entonces he sido como una esponja para aprender de otros. Aunque nunca me he sentido discriminada dentro del trabajo por ser mujer, ha llevado tiempo tener otras mujeres al lado. Nunca me sentí que fuera inferior a los hombres porque estoy convencida que soy mejor que todos. Dar resultados genera confianza”, agrega Pardo.

Ahora, que la compañía se convirtió en Claro bajo la sombrilla del holding mexicano América Móvil, Pardo, que ahora es su directora jurídica y de asuntos corporativos (equivalente a vicepresidente en otras empresas), se encuentra en el comité directivo, junto a la directora de auditoría Nancy Parra y la directora de marketing y medios de comunicación Ingrid Pérez, ambas colombianas.

Está ampliamente documentado el valor que se genera en las organizaciones cuando aumenta su participación en los liderazgos de la compañía. Un reporte de McKinsey Global estimó que si las mujeres pudieran participar en la economía en igualdad de condiciones, se podrían agregar 26 puntos porcentuales al PIB mundial. En particular, en el sector tecnológico, una fuerza de trabajo diversa en género podría contribuir en más de 5% el crecimiento anual de las empresas y el 16% de más en las ganancias sobre las ventas.

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Claro, con sus verticales de personas, hogares y personas, es una de las empresas más grandes de Colombia.

Para Nancy Parra, que inició su carrera en PwC y que en Claro escaló como auditora hasta ser la jefe, dice que “sabía que iba a ser una carrera larga” cuando llegó a la compañía hace 16 años. “Nunca me imaginé estar en el comité directivo, es algo que he conseguido a punta de mostrar mi trabajo”.

A su vez Ingrid Pérez, quien regresó al país luego de construir su trayectoria en Europa y México, ahora tiene en sus manos una marca que tiene 33 millones de clientes en este mercado.

Entre tanto, Pardo considera todavía falta un camino por recorrer en las empresas en el que hay que darle más oportunidades a las mujeres.

“Hay que permitir y dar el chance de desempeñar estos altos cargos”, expresa Pardo. “La mujer profesionalizada conoce igual que los hombres, tienen la misma experiencia, con un interés de ser comprometidas y buscar las oportunidades”.

Por su parte Parra considera importante que las mujeres sigan construyendo oportunidades con resultados.

“Debemos creérnosla”, señala. “Las mujeres dentro de la empresa son empoderadas, berracas y eso habla bien de nosotros”.

Paralelamente, Pérez manifiesta que el mundo debe ser con balance tanto para hombres como para mujeres.

“Las compañías tienen que entender que una mujer es mamá y está bien. Y las mujeres pueden saber que es bueno tener una familia en la que los roles sean compartidos”, reitera Pérez. “El límite de una mujer es el cielo, no hay un rol que no pueda hacer”.

Con estos avances, se abre paso para que algún día no muy lejano alguna mujer llegue a ser la primera CEO o presidente de alguna de las principales compañías de telecomunicaciones en Colombia. En Claro hay mujeres que podrían serlo.