En un escenario en el que celebrábamos los buenos datos económicos que mostraba Colombia, la prensa centra su atención en un posible error electoral que algunos tildan de 'fraude'.

A escasas semanas de las elecciones, los datos económicos que veíamos en la prensa despertaban el optimismo de una población que no solo veía la recuperación económica, sino que la lideraba en todo el continente, siendo Colombia el país de la región que, atendiendo a los datos que ofrecen los principales organismos multilaterales, mejores pronósticos presenta de cara al futuro. Sin embargo, las dudas sobre la transparencia de su sistema electoral a escasas semanas de las elecciones presidenciales enturbian el buen clima.

En los últimos días, la atención de la prensa se la ha llevado el posible fraude electoral que se ha producido, y ello, siendo un dato a tener muy en cuenta, en un momento en el que quedan 70 días para las elecciones presidenciales. Pues hay que decir que, a pocas semanas de que se produzca la elección del próximo presidente, lo ocurrido con los votos pone en tela de juicio la imparcialidad de la Registraduría Nacional, entidad que organiza las elecciones, que una semana después sigue sin aclarar lo sucedido y lo atribuye a “errores” de diverso tipo.

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Podríamos obviar la inestabilidad política que esta situación genera, obviando con ello que esta misma inestabilidad es un factor que, acentuado, puede restar potencial al crecimiento futuro. Pero, aun con ello, podemos seguir señalando consecuencias que esta situación que, a priori, puede parecer un simple error, tiene en una economía que cada vez da más valor a la democracia y, para su auditoria, la transparencia por parte de los Gobiernos. En un mundo globalizado, todo aquel que quiera participar de los mercados internacionales y atraer inversores precisa garantías.

La inversión extranjera directa, en un escenario en el que no se garantiza la seguridad de dichas inversiones, garantizando que hablamos de Gobiernos que no son corruptos, no fluye hacia la región. Es el caso de México, pudiendo observar cómo se han ido reduciendo estos flujos de inversión extranjera en tanto en cuanto se incrementaba la inestabilidad política, se producían casos de corrupción, a la vez que los niveles de delincuencia se incrementaban. Los inversores, ante semejante contexto, prefieren retener sus capitales, o llevarlos a otros destinos en los que sus inversiones estén seguras.

Los inversores necesitan garantías, pues no es una buena decisión invertir en un país en el que nuestra inversión presenta grandes riesgos que podrían acabar con la rentabilidad del negocio. Y esas garantías cobran más importancia en un mundo globalizado, en el que todas las economías compiten por esos capitales extranjeros. En un mundo tan competitivo y globalizado, es tal la oferta, que precisamos ofrecer ventajas que lleven a estos inversores a tomar la decisión de invertir en nuestro país. Y esto que hablamos, en un escenario en el que la prensa habla de fraude electoral, no es posible.

Es por esta razón por la que, pese a que los analistas no hablen aún de fraude electoral, resaltamos lo ocurrido en la columna. Pues, como buen demócrata, soy de los que prefieren dejar esa decisión en manos de la justicia, pero no por ello es conveniente señalar que este tipo de noticias, este tipo de titulares y esa repercusión global que tiene hoy la prensa, no beneficia a una economía que, como resaltan los números que veíamos hace meses, tiene potencial suficiente como para optar a todos esos capitales extranjeros que buscan un lugar en el que alojarse.

Además, en un escenario en el que los economistas hablan de una reconfiguración de las cadenas de valor a nivel global, las oportunidades de que nuevas empresas muestren su interés por instalarse en el país, teniendo en cuenta los números de los que hablábamos, se esfuman en tanto en cuanto se ven titulares como los que hemos visto a lo largo de estos días en la prensa. Por lo que la mejor decisión que podría tomar en estos momentos el Gobierno es aclarar que todo lo ocurrido no ha sido más que un error subsanable, en el que no se observan indicios de fraude.

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Pues, como señalo, estamos en un momento en el que la economía de Colombia comenzaba a abrirse al exterior, un momento en el que la economía evolucionaba favorablemente y las previsiones despertaban el optimismo, y, además y como decíamos, un momento en el que las grandes potencias se hayan en busca de nuevos socios en los que apoyarse comercialmente hablando. Por esta razón, no puede ser que esta oportunidad que encontrábamos tras estos años de sufrimiento pandémico se esfume por semejante espectáculo político.

En conclusión, y como dije hace meses, el próximo presidente de Colombia, y el Gobierno que ocupe el poder en los próximos meses, será el responsable de que todo esto que hemos dicho a lo largo de este artículo ocurra, para lo que tendrá que sacar adelante todas esas reformas que precisa el país para continuar su desarrollo. Ahora bien, todo esto será posible con estabilidad política. Una estabilidad que no llegará, si el nuevo presidente llega al poder bajo la sospecha de amaños electorales.

Por: Francisco Coll Morales*
*El autor es economista, Redactor jefe y jefe de análisis de Economipedia. Analista económico en más de 40 medios, nacionales e internacionales.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.