Carlos Gutiérrez y Daniel Blandón, cofundadores y socios de Simma Capital, contaron a Forbes cómo era inyectar capital emprendedor cuando no era común hacerlo y sus planes para respaldar a más emprendedores.

Como un grupo de amigos al que le gustaba invertir, así empezaron a hacer negocios juntos Carlos Gutiérrez y Daniel Blandón. Hacia 2013 juntaron dinero para comprar acciones en mercados bursátiles, adquirir en conjunto un apartamento y fundar un vehículo de inversión que se llama Invx, del que hacía parte también Fernando Sierra, un joven que con su trabajo ganó reconocimiento en el ecosistema emprendedor colombiano y que lamentablemente falleció años después.

Carlos venía de ser director financiero en varios emprendimientos y de Wayra, el brazo de capital emprendedor de Telefónica y Daniel venía de trabajar en un fondo de inversión británico.

En una mañana de 2016, Carlos y Daniel iban caminando por la esquina de la sede de Chapinero de la Cámara de Comercio de Bogotá, cuando por la calle pasó un rappitenero.

“Me llamó la atención y pregunté qué es eso. Daniel me explicó que se trata de una aplicación que estaba haciendo pruebas por su sector. Averiguamos más y nos fuimos a conocer la empresa”, recuerda Carlos, sobre cómo conocieron a Rappi, compañía a la que entraron como inversionistas ángeles y que hasta ahora ha sido la más estelar de sus inversiones. “Nuestro socio Fernando Sierra hizo toda la negociación. Nos atrajo la energía de los fundadores y la tracción que llevaban era impresionante. A otros no les gustaba el modelo, les parecía carísimo entrar, pero nosotros decidimos entrar, porque desde el principio hablaban de una visión fintech hacia futuro, veíamos que eran emprendedores sobre salientes”.

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Para 2020, ambos decidieron constituir el vehículo profesional Simma Capital, para el que decidieron recaudar US$4 millones, principalmente de family offices colombianas, con el propósito de invertir montos de US$100.000 y US$150.000 en unas 25 o 30 startups.

Combinando las inversiones personales y las del fondo, estos inversionistas de capital emprendedor completan más de 20 compañías en su portafolio, entre las que además de Rappi, se destacan la billetera digital TPaga, la plataforma de educación corporativa Ubits, la fintech de datáfonos baratos Bold, la plataforma de domicilios venezolana Yummy, la compañía de logística Melonn, el software de conciliaciones Simetrik y la plataforma de salud 1Doc3. A su vez, respaldan la firma de capital de riesgo NXTP, con sede en Argentina.

Por lo general, entran en rondas semilla o Serie A, coinvirtiendo.

“Yo digo que somos emprendedores entre los inversionistas, porque comenzamos con nuestros propios ahorros. A punta de ahorros de salarios, construimos lo inicial”, comenta Gutiérrez, en entrevista con Forbes. “Comenzamos con montos muy pequeños y en esa época la gente se burlaba un poco porque no se entendía bien cómo se debía hacer. En ese momento no habíamos podido traer la cultura de Silicon Valley, no había validadores, era algo bastante místico y faltaba información”.

La situación ahora es diferente. América Latina está inundada de unicornios y ha sido la región del mundo donde más a crecido la inversión de capital de riesgo. Las startups de la región atrajeron US$15.300 millones en 2021 según datos de la Asociación para Inversiones de Capital de Riesgo en América Latina (LAVCA, por sus siglas en inglés), lo que es más del triple del récord de US$4.900 millones que se había alcanzado en 2019.

“Sabemos que nos va a ir mal en algún momento, lamentablemente alguna de las compañías no va a funcionar. Pero entre uno invierte, hay mejores probabilidades”, afirma Gutiérrez.

Los socios de Simma Capital proyectan lanzar un segundo fondo y seguir invirtiendo con la misma tesis: en empresas de base tecnológica en América Latina.