La población joven en Colombia representa un 25,9% del total, por eso involucrarlos en el proceso democrático puede hacer la diferencia, sobre todo para evitar que caigan ante "encantadores de serpientes" que les dicen lo que quieren escuchar.

La fuerza de la democracia es el voto libre y responsable, y para salvaguardarla, el Estado debe promover los mecanismos necesarios para que los jóvenes se integren al sistema y perciban que participar en los procesos electorales garantizan su futuro, su libertad y autodeterminación. Los jóvenes pueden sentirse ajenos, pero es necesario que comprendan la importancia de los valores nacionales, que la apatía deja el espacio a los corruptos, y una mala decisión puede afectar sus vidas para siempre.

La población joven en Colombia representa un 25,9% del total, según el último censo del Dane, lo que significa que en el país hay aproximadamente 12,5 millones de personas entre los 15 y los 29 años. Los jóvenes suelen ser apolíticos porque no confían en los partidos, los consideran anticuados, les da igual si son de izquierda o de derecha; no obstante, son más proclives a seguir a los encantadores de serpientes, y ahí sí tenemos un problema. Tienen más claro lo que no quieren, lo que rechazan que lo que buscan, y hay quien les dice lo que quieren escuchar.

Lea también: Internacionalización de las regiones

Y nuestros jóvenes no son una masa uniforme, tienen riesgos diferentes, oportunidades distintas, algunos con acceso a una buena formación familiar, buena educación y posibilidades de progreso, mientras que una gran mayoría sobrevive en tierras movedizas, con dificultades y esfuerzos, sin que eso signifique que deban ser presa fácil para la ilegalidad.

Del total de jóvenes colombianos, un 33% ni trabaja ni estudia, según fuentes oficiales. Son datos preocupantes porque la falta de actividades y oportunidades tiene una peligrosa correlación con la delincuencia y una proporción directa con el embarazo adolescente. Donde es débil la presencia del Estado, estar al margen de la ley es más factible que prosperar dentro de la estructura de la formalidad.

¿Los reclamos? Se podrían resumir en falta de acceso en general a oportunidades laborales, a la educación, a tener interlocutores que escuchen sus opiniones, a que se respeten sus derechos, a seguridad en las calles, a la salud de calidad, a reformas justas.

Los jóvenes de hoy crecieron en un país mejor al que nos tocó a las anteriores generaciones, porque se ha mejorado en equidad e inclusión. Sin embargo, para ellos es algo distante y no miran hacia atrás, lo que quieren es saber cómo será su futuro y están dispuestos a movilizarse, protestar y luchar por ello.

Convierta a Forbes Colombia en su fuente de información habitual

Sucedió en Chile, el país latinoamericano con los mejores índices económicos y donde el aumento de tarifas de transporte desató una furia que no se detuvo ni con su derogación. Terminó con la elección de un presidente de izquierda que surgió de la indignación, y los chilenos cruzan los dedos para que no los lleve a la utopía bolivariana. En Colombia estamos ad-portas de repetir esa experiencia. Eso sí, sea quien sea el próximo presidente, Colombia necesita un diálogo, un compromiso y lograr ese contrato social que tanto necesitamos.

Por: María Claudia Lacouture*
*La autora es directora Ejecutiva AmCham – Cámara Colombo Americana, presidente Alianza Aliadas y Miembro de Women in Connection.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.