A la pandemia de Covid-19 y los riesgos del cambio climático se unen la guerra entre Rusia y Ucrania, además de un efecto inflacionario general sin precedentes. Con estos retos en mente, el presidente del Foro Económico Mundial, Børge Brende, destacó la importancia de que los sectores público y privado se reúnan para pensar en soluciones que no dejen detalles fuera de la ecuación actual. Exclusiva.
El próximo 22 de mayo, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) volverá a celebrar de forma presencial su encuentro anual, tras dos años de pandemia, en la ciudad de Davos, conocida por tener la estación de esquí más grande de Suiza. Desde 1971, la reunión ha servido como plataforma para que los gobiernos, las empresas y la sociedad civil puedan abordar cuestiones críticas para el mundo, que hoy enfrenta una crisis inflacionaria global y una guerra que amenaza con seguir aumentando su intensidad.
A esto se unen realidades como la pandemia, el cambio climático, el desempleo y la cuarta revolución industrial, que se llevarán gran parte del protagonismo de los cuatro días del encuentro. Entendida la importancia de las mismas, el presidente del WEF, el noruego Børge Brende, considera vital profundizar en la asociación entre las comunidades ya mencionadas a la hora de enfrentar estos retos.
“Los problemas más acuciantes a los que se enfrenta el mundo, desde el refuerzo de la seguridad mundial hasta la lucha contra el cambio climático, pasando por la consecución de economías más equitativas, requieren que los líderes de estas comunidades trabajen codo a codo. No hay otra alternativa si buscamos un progreso significativo”, dijo el ejecutivo en entrevista exclusiva con Forbes Colombia.
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Lo cierto es que Brende habla con conocimiento de causa, teniendo en cuenta que ha liderado el WEF desde 2017, año en el que regresó a la institución luego de desempeñarse como director general en dos periodos. Mientras que el primero tuvo lugar entre enero de 2008 y junio de 2009, el segundo se dio entre abril de 2011 y octubre de 2013.
La carrera de Brende en el servicio público ha incluido nombramientos importantes en su país, como ministro de Asuntos Exteriores entre 2013 y 2017, ministro de Comercio e Industria de 2004 a 2005, ministro de Medio Ambiente de 2001 a 2004, y miembro del Parlamento desde 1997 hasta 2007. También fue secretario general de la Cruz Roja en Noruega entre 2009 y 2011.
Para explicar su retorno al WEF, Brende no oculta su orgullo ante el trabajo de la institución a la hora de reunir a líderes de todo el mundo para lograr un diálogo orientado a la acción, incluso en contextos difíciles. Unido a ello está su creencia en la importancia de crear un espacio para la colaboración entre el sector público y el privado, razón puntual por la que decidió volver.
El Foro Davos
Como plataforma vital para lograr ese objetivo, el primer tema que el directivo mencionó dentro de la agenda del encuentro fue la pandemia de Covid-19. A su juicio, el virus hizo más importante que nunca la necesidad de una coordinación entre las distintas partes interesadas, más aún si se tiene en cuenta que está lejos de terminar y que ha provocado al menos seis millones de muertes en todo el mundo.
Dicho esto, si se compara la situación con la de 2020, cuando el virus había paralizado al mundo, se han levantado las restricciones en muchos países, las tasas de mortalidad han descendido y casi 60% de la población mundial está totalmente vacunada. Al respecto, Brende apuntó a “la milagrosa rapidez” con la que se han desarrollado vacunas seguras y eficaces, resultado de una intensa cooperación público-privada a través de las fronteras, como la razón del cauto optimismo global de los últimos meses.
Los problemas más acuciantes a los que se enfrenta el mundo (…) requieren que los líderes de estas comunidades trabajen codo con codo. No hay otra alternativa si buscamos un progreso significativo”
Børge Brende, presidente del wef
Sin embargo, reconoce que aún queda mucho por hacer, sobre todo en lo que respecta a la distribución. En este punto, es importante resaltar que COVAX, la alianza mundial para repartir las vacunas contra el Covid-19, ha superado un hito importante este año al entregar mil millones de vacunas a más de 100 países.
En cuanto a la contribución del WEF a la hora de apoyar estos esfuerzos, Brende destacó la labor de la institución al reunir a las principales empresas de los sectores de la cadena de suministro y el transporte para firmar una carta de apoyo a la distribución de vacunas. Bajo esta perspectiva, el reto que tienen en frente apunta al objetivo de entregar 2.000 millones de dosis.
Con respecto al cambio climático, el ejecutivo detalló que la COP26, celebrada en Glasgow (Escocia) fue un paso crucial en la dirección correcta, con una amplia participación de gobiernos, empresas y la sociedad civil. Al mismo tiempo, celebró que 105 países se comprometieran a reducir las emisiones de metano en 30% y que, por primera vez, se pidiera a todas las naciones que redujeran progresivamente la energía del carbón y las subvenciones ineficientes a los combustibles fósiles.
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Esto incluyó el hecho de que Estados Unidos y China, los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero, publicaran una declaración conjunta tras la COP26 en la que se comprometían a “trabajar juntos” para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París de 2015. “Esto es muy prometedor. Lo que tenemos que hacer ahora es aprovechar este progreso y avanzar más rápido”, dijo Brende.
Para lograrlo, destacó la importancia de que el sector privado esté al frente de una aceleración hacia las tecnologías verdes. Aquí, destacó el lanzamiento de la First Mover’s Coalition (FMC) durante la COP26, iniciativa liderada por el WEF y el Departamento de Estado de EE.UU.
Además de movilizar a 30 empresas de liderazgo mundial en el compromiso de utilizar su poder de compra para reducir la huella de CO2 de sus proveedores, el proyecto busca desplegar el poder adquisitivo colectivo de las principales compañías de ocho sectores intensivos en emisiones (aluminio, aviación, cemento, hormigón, productos químicos, transporte marítimo, acero y transporte por carretera) con el fin de aumentar la inversión mundial en tecnologías de transición a cero neto y “turbo-alimentar” el desarrollo de un nuevo mercado de tecnología verde.

Brende también señaló que vivimos en una era de innovación sin precedentes, lo que el WEF ha denominado como la Cuarta Revolución Industrial, que “ofrece inmensas oportunidades”, según el ejecutivo. Por ejemplo, mencionó que la inteligencia artificial por sí sola puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 4% esta década, ayudando a diseñar edificios más eficientes energéticamente y mejorando el almacenamiento de energía.
Pero estas nuevas posibilidades traen consigo trastornos. Según el Informe sobre el Futuro del Empleo 2020 del Foro Económico Mundial, 85 millones de puestos de trabajo podrían verse desplazados por un cambio en la división del trabajo entre humanos y máquinas para 2025. Sin embargo, también pueden surgir 97 millones de nuevas funciones más adaptadas a la nueva división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos.
Al respecto, comentó que la reforma de la educación, el aprendizaje permanente, las iniciativas de recualificación y la inversión en capital humano serán fundamentales para garantizar el acceso de las personas a las nuevas oportunidades económicas en este mundo cambiante.
Por este motivo, el WEF es pionero en los aceleradores del proyecto ‘Closing the Skills Gap’, que apoyan la colaboración constructiva entre el sector público y el privado en la reforma de los sistemas educativos y las políticas laborales para preparar mejor el futuro del trabajo. Según reveló Brende a Forbes, diez países ya están aplicando los aceleradores (Bahréin, Brasil, Georgia, Grecia, India, Omán, Pakistán, Sudáfrica, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos), mientras que varios más están en conversaciones con la institución.
Perspectiva global
No es ningún secreto que el mundo se encuentra en un contexto económico difícil. En enero, el Fondo Monetario Internacional (FMI) preveía una desaceleración del crecimiento mundial, que pasaría del 5,9% el año pasado al 4,4% en 2022, medio punto porcentual menos de lo previsto en octubre.
Junto a esta desaceleración, muchos expertos ya advertían a principios de 2022 que la persistente inflación borraría parcialmente los beneficios económicos, y que la previsión de subida de las tasas de interés frenaría la inversión. A juicio de Brende, es importante que los responsables políticos sean capaces tanto de mantener las directrices de crecimiento como de domar la presión inflacionaria a la que nos enfrentamos.
Frente a la actual crisis internacional, apuntó a la necesidad de resolver la inmediata crisis humanitaria en Ucrania, que también está creando escasez de recursos vitales como el trigo: Rusia y Ucrania suministran el 25% de la oferta mundial de cereales, así como otros materiales y componentes importantes para la industria manufacturera.
“Esto repercutirá en las cadenas de suministro mundiales y, a su vez, es probable que la inflación aumente aún más. Ya antes de la invasión, los precios de los alimentos se habían disparado casi un 25% en 2021, con los precios del trigo alcanzando máximos históricos”, afirmó.

Además de ello, la invasión rusa y las brutales tácticas que está empleando han provocado una catástrofe humanitaria. Desde el 24 de febrero, más de cinco millones de personas han huido a los países vecinos. Esto se suma a los casi 7,1 millones de desplazados internos. La escala y la velocidad de este éxodo son impactantes. Y las cosas aún pueden empeorar.
Además de la crisis humanitaria, Brende vaticinó que la economía mundial se ralentizará al sentir los efectos del aumento de los precios de los alimentos, el combustible y otros productos básicos. Esto afectará a muchos de los más vulnerables del mundo y amenaza los progresos realizados para contrarrestar la pobreza extrema y otros importantes retos a los que nos enfrentamos.
Ante dicha perspectiva, los gobiernos y las empresas han tomado medidas extraordinarias en respuesta a la agresión rusa. No solo más de 400 compañías con presencia mundial se han retirado de Rusia, sino que cientos más están recaudando fondos o utilizando sus redes para ayudar directamente a los necesitados.
No obstante, por mucho que dure el conflicto, Brende aseguró que el WEF “seguirá movilizando a sus socios comerciales, apoyando los esfuerzos humanitarios y diplomáticos, defendiendo y promoviendo nuestros valores rectores de cooperación internacional, diálogo y paz”.
De cara al futuro, el directivo recalcó la importancia de garantizar que el crecimiento mundial a largo plazo sea más inclusivo y resistente. Para lograrlo, resaltó que el WEF lleva mucho tiempo pidiendo un modelo económico más sostenible y equitativo, defendiendo el capitalismo de las partes interesadas: la idea de que las empresas deben tener en cuenta los intereses de todos los actores de la sociedad.
“Esto repercutirá en las cadenas de suministro mundiales (…) Ya antes de la invasión, los precios de los alimentos se habían disparado casi un 25% en 2021, con los precios del trigo alcanzando máximos históricos”
Børge Brende, presidente del wef
Al mismo tiempo, sostuvo que más de 50 empresas líderes en el mundo incluyen ahora las métricas del capitalismo de las partes interesadas en sus materiales de información, lo que refleja la creciente popularidad del modelo.
En la que será su primera reunión presencial tras el impacto de la pandemia, el WEF es consciente de los retos que el mundo tiene por delante, pero también de los esfuerzos que se han hecho desde los sectores público y privado para enfrentarlos. Si bien Brende no ha tomado ninguno de estos aspectos a la ligera a lo largo de la entrevista, es evidente su optimismo frente a las posibilidades que brinda el futuro.
Prueba de ello es su creencia en la importancia de crear un espacio para la colaboración entre el sector público y el privado, como mencionó al inicio de la charla con Forbes.
Esto no quiere decir que dicha alianza traerá mágicamente la solución a todos los problemas que enfrenta el planeta, pero es una buena manera de no dejar detalles fuera de la ecuación, permitiendo a su vez que cada actor involucrado en la sociedad haga un aporte, sin importar que tan pequeño pueda ser. En parte, de eso depende el bienestar global.