La economía venezolana parece estar saliendo del hoyo negro al que entró desde la llegada del chavismo al poder. No obstante, aún hay cuellos de botella que no se pueden ignorar. Todavía falta mucho para que el país vecino vuelva a ser lo que fue décadas atrás.
Noticia de última hora: Credit Suisse pronostica un crecimiento de hasta 20% en el PIB de Venezuela para 2022. ¿Una broma? Lo cierto es que hace un mes, cuando la empresa de servicios financieros hizo el anuncio, nadie podía creer que una economía cuya inflación superó 100.000% en 2018 podría tener cifras destacables en relativamente poco tiempo, más aún en medio de una crisis económica global. Sin embargo, los números no mentían.

Esto llevó a que el mundo entero se preguntara si, casi un cuarto de siglo después del ascenso del chavismo al poder, Venezuela finalmente había tocado fondo e iniciado su ascenso hacia lo que alguna vez se conoció como el país más rico de América Latina. Uno diría que sí, pero el futuro del país va a depender de cosas inciertas.
“Si llegamos a un periodo de inestabilidad política y alguien peor sube al poder, tenemos para escalar. Pero tomando en cuenta que las actuales variables se pueden mantener, podemos decir que tocó fondo no solo con la economía real, sino con la inflación, que es algo importante. Pero garantizar cosas es difícil”, dijo a Forbes el director de Econométrica, Henkel García.
No obstante, el investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, Ronal Rodríguez, explicó que, cuando uno compara la economía actual con el panorama de 2019, hay un crecimiento importante, y pese a las dinámicas que se viven con las sanciones de EE.UU., la nación ha encontrado otras vías de crecimiento.
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En este escenario destacan herramientas como las remesas de los ciudadanos, que se manejan por fuera del sistema financiero. Esto hace que los venezolanos no estén en desabastecimiento en los rubros de la canasta básica, pero no elimina la desigualdad en aquellos que tienen acceso a divisas y relaciones con la economía externa.
Lo cierto es que, si se tiene en cuenta la economía en 2010, Venezuela es la décima parte de lo que fue, continúa en una crisis, y los opositores se encargan de recordarlo. Nada más en producción petrolera, que es su principal recurso, el país debería estar produciendo seis millones de barriles, pero no llega ni siquiera a los 700.000.
En esa misma línea, el director del programa energético de Latinoamérica en el Baker Institute de la Universidad de Harvard, Francisco Monaldi, sostuvo que la razón por la que la economía tocó fondo fue el ingreso petrolero. Si bien se esperaba desde hace algún tiempo un rebote de la economía venezolana, la pandemia trajo una recesión adicional y una combinación importante de factores.
“La caída de los precios del petróleo en 2014, combinado con el colapso de la producción petrolera por la pandemia, los errores de política acumulados por la administración de Maduro y los problemas previos configuró, junto con las sanciones, una situación dramática”, señaló el académico a Forbes.
Lo que se desprende de Credit Suisse
Si la economía venezolana creció 4,5% en 2021, que son estimaciones de consenso según García, y se agrega 20% de Credit Suisse, el país aún está por debajo de 2019. “Hay rebote estadístico del efecto de pandemia, y hay que acotarlo, pero hay otros elementos que pueden incidir, como la reaparición del crédito bancario, el precio del petróleo, independientemente del descuento en el que Venezuela vende, y si hay acercamiento con Estados Unidos. Esto puede tener efecto positivo, pero no en el corto plazo. Hoy no hay certeza de nada”, afirmó.
Para el experto, las economías de 2012 y 2013, años en los que el poder fue pasando progresivamente a manos de Nicolás Maduro, no eran sostenibles porque dependían de altos precios del petróleo. Por ello, consideró mejor comparar el panorama actual con 1998, año en que llegó el chavismo al poder.
Lo cierto es que no hay mucha diferencia, y es que el PIB de Venezuela es un cuarto de lo que fue en 2013 y la mitad de lo que fue en 1998 en términos per cápita. De ahí que la recuperación dependa de muchas variables, porque si el país logra un cambio político de la mano con una reforma institucional inclusiva, donde se puedan solucionar los conflictos y se fijen los cimientos de una democracia liberal, quizás en 10 años o menos estaría al nivel de 1998.

“Si no hay cambios y el régimen se sigue afianzado, puede haber una apertura económica que se revierta en el mediano plazo, llevando a que tome 30 años volver a lo que había a finales de los 90”, dijo García.
A pesar de ello, hay varias razones para que el crecimiento económico tenga soporte. Una de ellas es la medida del gobierno para disminuir la inflación, que viene desde finales de 2019: esta consistía en un alto encaje legal que impedía la labor de intermediación financiera de la banca, por lo que entregar créditos era bastante difícil.
Según explicó García, eso desmonetiza al país, hace los bolívares escasos, y empieza un proceso de desinflación o desaceleración. Eso sumado a que el gobierno inició una política de restricción de gasto fiscal, y al disminuirlo, frenó la necesidad de financiarlo con emisión monetaria del Banco Central de Venezuela (BCV), que contribuyó a la dinámica hiperinflacionaria.
A su vez, hay que tener en cuenta que la economía de Venezuela ya está dolarizada. Si bien esta medida no fue implementada desde el Gobierno, ocurrió de facto ante la devaluación del bolívar soberano. Esto tiene una contribución en la disminución de la inflación porque el dólar pasa a ser referente, y tiene un efecto importante en comportamiento de los precios.
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“El precio del dólar tiene cerca de cuatro meses estable y la demanda de bolívares sigue siendo baja, a pesar de que el gobierno sigue haciendo esfuerzos para que se incremente. (…) Al ser un proceso que tomará bastante tiempo, va a necesitar que haya mayor estabilidad macroeconómica y que la gente tome confianza”, mencionó García.
Por su parte, Monaldi sostuvo que el estimado de Credit Suisse es más elevado que otros pronósticos de consultoras y bancos de inversión, donde el promedio es más cercano a 10%.
“Sí creo que es posible un crecimiento superior si superas la duplicación de los ingresos petroleros, que puede ser entre dos y tres veces más frente a 2020. Además, buena parte del crecimiento económico ocurre por dos vías: gasto del Estado y las importaciones, que se puedan realizar en la medida que el Gobierno pueda utilizar esos dólares a través del sector privado, eso motoriza la economía”, sostuvo.
Aunque el pronóstico de Credit Suisse parece alto, puede ser posible si los precios y cantidades de producción petrolera se materializan. No obstante, es clave recordar que la economía venezolana se ha contraído entre 75% y 80% desde 2013, por lo que un crecimiento de 20% es volver solo a 76% de lo que estaba la economía, así que “es un rebote que apenas te lleva de -80% a -76%”, según Monaldi.
No obstante, variables como las remesas y la producción petrolera, junto al precio y la flexibilización de las sanciones, pueden generar un crecimiento importante, aunque no necesariamente basado en un relajamiento importante de las penalizaciones que aún están vigentes.
El impacto del petróleo
Según el último reporte mensual de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Venezuela ocupa el puesto 10 entre los 13 países incluidos en el organismo internacional en cuanto a cantidad de barriles de petróleo diarios que acumula semestralmente. En los primeros tres meses de 2022 alcanzó 682.000 en total, cifra que representa apenas 2,4% de lo obtenido por los países del organismo, que ascendió a 28,37 millones.


Bajo este panorama, Rodríguez indicó que, si Venezuela logra adelantar negociaciones con EE.UU. por su crudo, permitiendo entre otras cosas que las petroleras Chevron, EMI y Repsol obtengan licencias y tomen algo de crudo para cobrarse lo que el gobierno venezolano les debe, se abriría un margen de maniobra para acceder a estos recursos, pero no significa que las cosas volverán a ser lo que eran.
“De hecho, Venezuela volvió a ser lo que era antes de descubrir petróleo, y cuando se compara con el contexto regional, está mejorando y no se puede subestimar, por lo que algunos ciudadanos regresaron y tenemos disminución en los indicadores de migración venezolana. El año pasado superaba los 100.000 habitantes que salían, pero en este las variaciones son inferiores a 10.000”, dijo el académico de la Universidad del Rosario.
Por otra parte, añadió que la industria petrolera venezolana tiene codependencia con Estados Unidos, pues los puntos de refinamiento del petróleo venezolano están en dicho país. Ese escenario plantea que la reactivación de los negocios ligados al crudo no es solo una necesidad de Venezuela, sino que un sector petrolero de EE.UU. puede estar haciendo lobby para volver con ellos. Otra cosa es que el nivel de inversión para poner a Venezuela en una dinámica de producción requiere mucho más de US$25.000 millones, cifra que solo puede ofrecer el país liderado por Joe Biden.
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“Rusia no puede hacer la inversión que se requiere para esa explotación petrolera en Venezuela, y China está más interesado en infraestructura en Latinoamérica. Además, su relación con Venezuela no ha sido tan buena ante su desconfianza por la manera como Maduro ha administrado la economía. Lo de EE.UU. depende de una negociación que no se va a dar en el corto plazo”, agregó Rodríguez.
Esto es un impasse importante si se tiene en cuenta que el petróleo sigue abarcando la mayor parte de las exportaciones, superando 90% de las mismas según la OPEP. Esto lo convierte en un país muchísimo más dependiente del petróleo que ningúna otra nación de América Latina.
Para la economía venezolana, el aumento del precio del crudo es una ayuda significativa, aunque no tanto como podría en otras circunstancias debido a la existencia de las sanciones que la obligan a exportar la mayor parte de su producción a China.
“La situación favorable de precios no solo ayuda porque a mayor precio mayores ingresos, sino también porque los precios permiten que Venezuela sea mucho más capaz de evadir sanciones. Ahora, si bien pueden otorgar descuentos y exportar todo lo que quieran a cierto nivel de descuento, eso puede cambiar ahora por la guerra de Ucrania”, explicó Monaldi.
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Con la guerra ha surgido una posible negociación de más largo alcance, porque EE.UU. tiene mayor interés en que haya producción en el hemisferio occidental, y Venezuela es uno de los países que tiene mayor potencial en el mediano plazo. En ese sentido, decir que el país liderado por Nicolás Maduro podría suplir el faltante ruso es equivocado, pues lo relevante es el crudo del que carece el mercado global.
En ese caso, Venezuela no puede aportar muchos barriles adicionales en el corto plazo, pero si hubiera algún cambio en las sanciones, podría darse un escenario de inversión y la subida de producción, ya que el país cuenta con proyectos que ya tienen toda la infraestructura hecha.
Por otro lado, el régimen de Maduro tiene incentivos importantes para negociar con Estados Unidos, pues los rusos les están empezando a competir en China al ofrecer grandes descuentos y un petróleo de mejor calidad. Además, el mecanismo de sanciones que había creado Maduro con ayuda del gobierno iraní tenía como pilar clave el exportar hacia China a través de intermediarios, donde la mayor parte del dinero se depositaba en bancos rusos. Esto se ha complicado con las sanciones a Rusia.
Lo otro es que el condensado iraní (petróleo muy liviano) llegaba a Venezuela y se mezclaba con el crudo extrapesado venezolano para exportar a China, pero si se levantan las sanciones en su contra, los iraníes tendrían muchos menos incentivos para exportar condensados a Venezuela, pues podrían llevarlos más fácilmente hacia Asia. Eso genera una situación en la que Maduro tiene que pensar dos veces en cómo seguir exportando, y tiene que ver si puede negociar con EE.UU.
Pese a las perspectivas positivas, la economía venezolana aún debe superar obstáculos importantes si quiere volver a lo que fue alguna vez, proceso cuya duración aún es incierta, pero que se antoja prolongada y tortuosa. No obstante, tiene terreno abonado para hacer avances importantes que, tal vez, vuelvan a ubicar al otrora país más acaudalado del continente a la par de sus vecinos.
#NuestraRevista Este es un artículo publicado en nuestra edición de la revista Forbes Colombia de mayo. Si desea recibir esta información de primera mano en nuestra revista física, ingrese aquí para suscribirse.