El crecimiento económico, aunque positivo según las últimas cifras, poco se nota en el empleo del país. En este punto los micronegocios juegan un papel importante. ¿Por qué?

La semana pasada el Dane reveló la cifra de crecimiento económico del primer trimestre del 2022. El resultado fue más positivo de lo esperado, alcanzando un 8,5% en comparación con el mismo periodo del 2021. Esta noticia muestra una dinámica muy buena de la actividad económica colombiana que, después de la pandemia, tiene buena cara. Tanta que el consumo de los hogares crece incluso por encima del 12%, impulsado por el crédito, que sigue jugando un papel fundamental, a pesar de que las alzas en las tasas de interés.

Sin embargo, en el corto plazo hay un par de preocupaciones concretas. El crecimiento económico poco se nota en el empleo del país. El histórico crecimiento del PIB en el 2021, que, en gran parte fue un efecto estadístico de rebote, no alcanzó a recuperar los empleos perdidos en la pandemia. Y la misma historia se repite este año: en 2022, a pesar del estupendo desempeño del primer trimestre, el desempleo ha promediado un 13%. La última cifra revelada por el Dane indica que el desempleo está arriba del 12%, con casi 3 millones de desempleados, más de 12 millones de informales y solo 185.000 empleos nuevos en lo corrido del año.

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Adicionalmente, en el horizonte hay algunos nubarrones que vale la pena monitorear de cerca. La cercanía de las elecciones presidenciales ha añadido incertidumbre al panorama, que ya de por sí venía con zozobra con la inflación claramente desbordada. Hoy las expectativas son que llegará a rozar el 10% anual y que, con el fin de retomar su control, las tasas de interés del Banco de la República se elevarán hasta acercarse al 9%. Ese apretón, en medio de la dinámica internacional que muestra señales de desaceleración y que podría terminar en una recesión global, podría llevar a un aterrizaje forzoso en la economía colombiana.

Con ese panorama, conviene dar una mirada al futuro. Las cifras oficiales del Ministerio de Hacienda insisten en que el crecimiento de la próxima década será menor que el del pasado, así que nos urge elevar la productividad del país. Un buen camino para hacerlo es mirar el sector empresarial, que es la clave del éxito de cualquier economía.

En Colombia, tenemos alrededor de 7,2 millones de empresas, pero la mayoría son muy pequeñas. De hecho, según se calcula, en Colombia alrededor del 96% de todas las empresas tienen máximo 3 trabajadores. Así, según el Dane, 5,8 millones pueden considerarse micronegocios, por el número de empleados que tienen y el monto de sus ingresos, y se dedican fundamentalmente a prestar servicios o al comercio en el día a día.

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El perfil típico de los micronegocios también es bastante precario, a pesar de que emplean 7.8 millones de personas (un 36% del total de ocupados del país). La mitad de los micronegocios funcionan en la vivienda de los propietarios o andando de puerta en puerta o en domicilios.

Además, solo 1 cada 4 tiene registro tributario, 1 de cada 10 tiene matrícula mercantil, y solo 1 de cada 20 protege a sus trabajadores a través del sistema de seguridad social con aportes a salud, pensiones y coberturas ante accidentes laborales. Esto, por supuesto, además de poner en riesgo a los trabajadores ante contingencias, juega en contra de los micronegocios. Al no tener registros oficiales y operar en la informalidad, habitualmente tienen muy complicado acceder al sistema financiero, que es clave para su crecimiento y desarrollo.

Para recuperar un ritmo sostenido de crecimiento económico en el futuro es necesario incentivar la formalización de los micronegocios, acompañando su registro tributario y subsidiado su registro mercantil, apoyando su acceso al sistema financiero y facilitando su generación de empleo. Colombia es un país de microempresarios y la política empresarial colombiana debe incluirlos activamente.

Por: Germán Darío Machado Rodríguez* 
Twitter: @gmachrod 
*El autor es economista con opción en Gobierno, Magíster en Economía y Magíster en Políticas Públicas de la Universidad de Los Andes. Profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de Los Andes y del Colegio de Estudios Superiores de Administración -CESA. Ha sido miembro de Juntas Directivas de empresas del sector energético y del sector financiero colombiano y se ha desempeñado como Asesor del Ministro de Hacienda y Crédito Público. 

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