Las diferencias culturales, económicas y políticas entre hombres y mujeres generan desigualdades que se reflejan en situaciones de discriminación y exclusión social que, en pleno siglo XXI, siguen sucediendo en entornos rurales, urbanos y en todas las latitudes.

Por: David Colmenares Spence*

Las brechas de género parten de desigualdades estructurales tan históricas como desafiantes y es responsabilidad de todos los que hacemos parte del aparato productivo, habilitar conversaciones en distintos escenarios y encaminar a la acción urgente.

Y no se trata solo de un deber con la historia o un compromiso moral. Cada vez hay más estudios que demuestran la importancia de generar ambientes de trabajo diversos en los que la diferencia sea el motor de la creatividad y el desarrollo para alcanzar resultados que van desde el posicionamiento de marca hasta el incremento en ventas.

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En nuestro país, este tema se encuentra plasmado en el marco normativo y en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 “Pacto por Colombia, pacto por la equidad” que incluye un capítulo específico de género llamado “Pacto de equidad para las mujeres”. Además, compañías de distintos sectores se han sumado para poner la lupa estas temáticas y, especialmente, en actuar de manera decidida.

Sin embargo, y pese a que escuchemos y leamos acerca de esta realidad y los cambios que se vienen realizando, aún se trata de una asignatura pendiente. Según el DANE, para el trimestre correspondiente a diciembre 2021 – febrero 2022, la tasa de desempleo para las mujeres fue 16,8%, en relación al 10,0% en el género masculino. Por su parte, la probabilidad de las mujeres de no contar con ingresos propios es de 27,5% casi tres veces más alta que la de los hombres.

Las diferencias culturales, económicas y políticas entre hombres y mujeres generan desigualdades que se reflejan en situaciones de discriminación y exclusión social que, en pleno siglo XXI, siguen sucediendo en entornos rurales, urbanos y en todas las latitudes. Por eso, entidades como ONU Mujeres, Aequales y Women in Connection, solo por nombrar algunas, siguen consolidándose como verdaderos faros que dan luces en una conversación que no puede quedarse solo en retórica, sino que debe apalancarse en recursos, planes y resultados que inviten a este anticipado cambio de paradigma.

Desde el sector empresarial, es mucho lo que podemos y debemos hacer. Enfrentar esta problemática al interior de nuestras compañías como una decisión estratégica, transversal y no solo inherente al actuar de Recursos Humanos, será fundamental para emprender el cambio que tanto necesita Colombia y el mundo. Ofrecer oportunidades a madres cabeza de familia, mujeres en estado de gestación, aquellas que sobrepasan cierta edad, las que se identifican con la comunidad LGTBIQ+ o que viven con algún tipo de las llamadas discapacidades, representan un sinnúmero de talentos, conocimiento y experiencia que, desde cada sector de la economía, debemos abrazar y acompañar.

Según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) del DANE, realizada en el periodo de enero a abril de 2021, un hombre dedicó, a diario, nueve horas a actividades de trabajo remunerado y solo tres a aquellas de trabajo no remunerado. Por su parte, una mujer, en promedio, destinó siete horas diarias a actividades de trabajo remunerado y otras siete a labores de trabajo no remunerado. Esto significa que las mujeres tienen casi una doble jornada en caso de contar con algún empleo y la brecha salarial nacional promedio es del 12,1%, lo que significa que las mujeres reciben el 87,9% de lo que ganan los hombres.

Son muchos los beneficios reputacionales y financieros que obtienen las empresas al hacer un cambio significativo en la promoción de la equidad de género. Establecer una política salarial equitativa, así como espacios libres y diversos, ayuda a consolidar la marca empleadora, aumenta la productividad y el compromiso de los equipos. De acuerdo con la Herramienta Empresarial de Género (WEP) de Naciones Unidas, citada por P&G, las empresas que cuentan con una mayor equidad de género y diversidad son 22% más productivas, tienen un 27% más rentabilidad y un 39% más en satisfacción del cliente.

Si el compromiso está presente, tenemos clara la ventaja competitiva de hacerlo y cada vez estamos más preparados para reflexionar y actuar como sociedad, ¿qué nos detiene?

*El autor es CEO de Allianz Colombia

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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