Otros presidentes pueden darnos pistas de cómo sería la situación en unos meses. En este sentido, un buen ejemplo en el que fijarnos lo tenemos en López Obrador, el presidente mexicano. ¿Por qué?
La pasada semana hablábamos sobre la Colombia de Gustavo Petro, en un escenario en el que el exalcalde de Bogotá habría alcanzado los votos suficientes como para ser el presidente electo de la república. En esa columna, en la que analizamos las intenciones del líder izquierdista y las posibles consecuencias de sus decisiones, señalamos la importancia de generar certidumbre en un escenario de recuperación, así como las consecuencias de un populismo que, en la práctica, únicamente lastra el crecimiento económico y, con ello, el desarrollo.
Y creo que es importante analizar esto, teniendo en cuenta que hablamos de un cambio de Gobierno, así como del primer presidente de izquierdas de la historia de Colombia. Los inversores, los consumidores, así como todos los agentes económicos que, en esencia, intervienen en una economía se ven influenciados por unas expectativas, y si estas expectativas no son buenas, pueden influir en sus decisiones y, con ello, en la economía nacional. Por esta razón, es conveniente detenernos a analizar la situación, pues hablamos de un asunto importante.
Lea también: Más relación y menos tratados: la estrategia acertada
En esta línea, hablamos de un presidente que, como anuncia en campaña, tiene la intención de cambiar el país, con un desarrollo más inclusivo y social. En otras palabras, un presidente que, atendiendo a su discurso, tiene en mente una mayor presión fiscal para empresas e inversores, y más políticas sociales con las que, en teoría, se pretende combatir la desigualdad, así como otros desequilibrios.
En lo que respecta a las políticas sociales, no está mal pensar en corregir los desequilibrios, pero ello no será posible hasta que no se aborden reformas de calado que, como en el pasado, podrían no llegar. Por otro lado, en lo que respecta a esa mayor presión fiscal, sí podríamos hablar de un freno a la atracción de inversión, por ejemplo.
Sin embargo, pese a lo que digo, debo señalar, y al igual que lo hice en la pasada columna, que esta influencia de Petro, teniendo en cuenta sus primeros días como presidente electo, será bastante limitada. Las políticas que pretende llevar a cabo el nuevo mandatario, tras su victoria en la segunda vuelta frente a Rodolfo Hernández, podrían quedarse en leves modificaciones, políticas continuistas, que no influyan sustancialmente en la inversión, el consumo, así como todas esas variables que, en adición, forman la economía. Dicho de otra manera, no existen razones de peso como para dar mucha importancia a los cambios que prevén introducirse.
Las previsiones nos muestran que Colombia es una economía que prevé liderar la recuperación económica, con crecimientos muy destacables que la sitúan a la cabeza de la región en materia de crecimiento económico. Esto, de partida, prepara el terreno para la captación de inversiones, para el consumo interno, entre otras acciones que fomentan ese crecimiento económico y el bienestar de la población. Y es que, con un crecimiento que podría rozar el 6% en este 2022, no hay quien no se fije en una Colombia que se ha colado entre las economías que más crecerán en el mundo durante el presente año.
En este sentido, los analistas de numerosos bancos de inversión, como podría ser Citi Group, se muestran bastante optimistas al respecto. Los indicadores económicos hablan por sí solos, y pese a la victoria de Petro, no hay quien pueda hacer sombra a unas previsiones que sitúan en tan buena posición a la economía colombiana. Con crecimientos tan destacables, no hay evento o suceso político, salvo una hecatombe, que pueda frenar esta tendencia en la que se encuentra inmerso el país.
Convierta a Forbes Colombia en su fuente de información económica
Además, hay que destacar que estos mismos analistas, comentando la victoria de Petro, han comparado al nuevo mandatario con otros presidentes que pueden darnos pistas de cómo sería la situación en unos meses. En este sentido, un buen ejemplo en el que fijarnos lo tenemos en López Obrador, el presidente mexicano. AMLO, como se le conoce en el país, era un presidente de izquierdas que, durante su campaña, era muy radical, pero que, al llegar al poder, lo que vimos fue una economía que seguía su camino, en tanto en cuanto Obrador se topaba con una realidad que le obligaba a moderar su discurso.
El caso de Petro podría ser muy similar.
El discurso en campaña, con una población que pedía cambios rabiosamente, era más radical de lo deseado por unos inversores o empresarios más bien conservadores o liberales. Sin embargo, con el paso de los días, hemos llegado a ver a un Gustavo Petro que habla de adoptar el capitalismo con modificaciones, de mejorar el sistema, así como de continuar con reformas ya iniciadas que el pretende culminar. En cuestión de semanas, el discurso del nuevo mandatario se ha suavizado, y ello, teniendo en cuenta esas previsiones, ha favorecido ese optimismo, el cual nos dice que esta presidencia no tiene por qué tener un gran impacto en la economía del país.
En definitiva, puede resultarnos absurdo el análisis, pero casos como el de El Salvador, Venezuela, entre otros, nos dicen que hacer este tipo de reflexiones es importante, teniendo en cuenta los precedentes. Petro, el primer líder de izquierdas del país, puede convertirse en ese mandatario radical al que temen todos los capitales, pero por el momento, lo esperado es que siga dejando a la economía colombiana caminar, sin interferir en un crecimiento que va viento en popa.
Por: Francisco Coll Morales*
*El autor es economista, responsable de educación económica y financiera en Rankia. Analista, habiendo colaborado con organismos como el Foro Económico Mundial, el Foro de Turismo Mundial o el Secretariado de Transparencia Internacional.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.