El Banco de la República ejecuta la mayor subida de tipos de su historia para contener la inflación. Pese a la fortaleza de la economía colombiana, ello no la exime de aquellos riesgos que se avistan en el horizonte.
La economía colombiana, como ya hemos visto en otros análisis pasados, sigue creciendo de manera muy robusta.
Para este año, la economía colombiana prevé un buen desempeño, tal y como lo recogen las distintas previsiones de crecimiento que han ido publicando los organismos hasta la fecha. Con un crecimiento que pretende superar el 5%, el Fondo Monetario Internacional (FMI), así como numerosos organismos como la Cepal, entre otros, otorgan a Colombia la primera posición en el ranking de aquellas economías que antes prevén recuperarse de la crisis vivida a lo largo de estos últimos años. De la misma manera, estas previsiones también sitúan a Colombia a la cabeza en materia de crecimiento entre las economías que conforman esta región.
Lea también: La economía colombiana no le teme a Gustavo Petro
Sin embargo, en un escenario de excepcional incertidumbre, la economía sigue teniendo que enfrentar numerosos fenómenos que afectan a estas economías y, por ende, inciden en la recuperación económica en la que estas se encuentran inmersas. En este sentido, el principal problema al que se están enfrentando las economías es el que, en primer lugar, se derivó del shock de oferta al que se enfrentó la economía y que, con el paso del tiempo, se está haciendo cada vez más estructural en la economía.
Y sí, con esta introducción estoy haciendo referencia a una inflación que pretendía ser transitoria atendiendo a las declaraciones de los bancos centrales, pero que podría persistir más de lo esperado, cuando atendemos a las previsiones.
En este sentido, los niveles de inflación, medidos por la inflación anual, alcanzaron en abril el 9,23%, antes de mostrar una ligera caída, situándose en el 9,07%, en el pasado mes de mayo. Ante semejantes niveles de inflación, el banco central, al igual que lo pensaron la Reserva Federal (FED), el Banco Central Europeo (BCE), entre otros bancos centrales, se vio en la obligación de influir en las expectativas, tratando de relajar una demanda que estaba llevando la inflación a máximos no vistos de hace ya muchos años.
Este buen desempeño que registra la economía colombiana, al toparse con esa inflación tan elevada, ha permitido al Banco de la República adoptar medidas convencionales que tienen como fin acabar con la inflación. Tras numerosas subidas de tipos a lo largo de estos meses, la nueva medida adoptada por la autoridad ha sido una nueva subida de tipos de interés, pero hay que señalar que esta subida es un pelín especial, pues sitúa la tasa de referencia en su nivel más alto desde que existe el banco central. En este sentido, la junta directiva del Banco de la República decidió subir la tasa de interés del 6% al 7,5%; en otras palabras, el alza más grande en la historia del país sudamericano.
Sin embargo, pese al buen desempeño que registra la economía colombiana, el Banco Mundial, así como numerosos organismos han advertido sobre la complicada situación a la que se enfrenta el planeta. Hasta hace escasos años, un escenario como el actual era prácticamente impensable, o al menos así lo creía John Maynard Keynes, el economista más influyente del siglo XX. La desaceleración que vive la economía era incompatible con un escenario de inflación, pero la naturaleza de esta crisis, implementando en la ecuación el duro shock de oferta al que nos enfrentamos, provocó una escasez que hoy ha derivado en inflación.
Convierta a Forbes Colombia en su fuente de información económica
Para combatir esa inflación que vemos hoy, las medidas convencionales pasan por relajar la intensa demanda que registra la economía, destensionando unos precios que hoy muestran los síntomas de esas presiones inflacionarias. Sin embargo, debemos saber que estas medidas actúan como un arma de doble filo, matando el crecimiento en ese intento de relajar esa demanda que anima a la inflación.
En cierta forma, hablamos de las mismas herramientas, pero que, en un sentido u otro, inciden positivamente en una variable y negativamente en otra, y así al revés. Cuando estimulamos el crecimiento y la demanda, estimulamos la inflación; de la misma manera que cuando tratamos de combatir dicha inflación, atacamos a la actividad económica y, por ende, al crecimiento económico.
Esta es la complejidad de la situación en la que nos encontramos; y hay que dar las gracias por el hecho de que dicha situación aún no se ha convertido en una severa estanflación, teniendo en cuenta unas previsiones que ofrecen más sombras que luces de aquí a 2023.
Por esta razón, pese a las fortalezas que presenta la economía colombiana y el buen desempeño que registra, no debemos obviar aquellas consecuencias indirectas que, con estas actuaciones, se generan. Pues, de no calibrar bien el impacto de estas políticas, podríamos acabar con un crecimiento que hoy sitúa a Colombia como la economía líder en la región, pero que, de extinguirse, podría introducirla de lleno en una crisis de la que, teniendo en cuenta el escenario, sería muy difícil escapar. Como dijo Thomas Sowell, debemos medir el impacto de estas políticas por el efecto que estas tienen en la economía y no por la intencionalidad, pese a que sea buena, con la que estas se aplicaron.
Por: Francisco Coll Morales*
*El autor es economista, responsable de educación económica y financiera en Rankia. Analista, habiendo colaborado con organismos como el Foro Económico Mundial, el Foro de Turismo Mundial o el Secretariado de Transparencia Internacional.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.