Las tecnologías inmersivas traen consigo una nueva apuesta de trabajo con datos no estructurados y de colaboración sin fronteras. Philip Evans, asesor senior de BCG, describió a Forbes qué implica esto para las empresas.

Philip Evans tiene una popular conferencia vista por más de un millón de personas en plataformas de video, en la que hace casi diez años proyectaba que el paso de lo análogo a lo digital daría la posibilidad de interconectar datos. Esto para encontrar patrones que habilitarían las economías de escala y que, al mismo tiempo, introducirían cambios profundos en todas las industrias. 

Ahora que el tiempo le ha dado la razón, sustenta que los datos siguen siendo el factor clave de lo que puede hacer la tecnología digital, pero aún se enfrentan a un pendiente que no se ha resuelto del todo. 

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“Para ser honesto, el 90% de lo que las empresas llaman inteligencia artificial, no es inteligencia artificial, es simplemente ciencia de datos aplicada”, dice Evans, que es asesor senior de Boston Consulting Group (BCG), durante una entrevista con Forbes. “El gran desafío ahora no es tanto usar datos estructurados, sino usar datos no estructurados, esos datos que no encajan en el formato estándar”. 

El experto también ve poco probable que, por mucho que la gente lo admire, tome fuerza un modelo abierto descentralizado en la era de la Web 3 con tecnologías blockchain. 

Philip Evans, asesor senior de Boston Consulting Group (BCG).

“Lo que es mucho más probable es que un propietario compita con soluciones propietarias, lo que permiten estas nuevas tecnologías, la realidad virtual o la realidad aumentada, requiere de una inversión muy sustancial, en la que se combina hardware con software”, sustenta.

Con soluciones propietarias, se refiere a ecosistemas como el del iPhone o el del Xbox, que no son sistemas abiertos, sino propietarios.

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“Lo que es mucho más probable es que evolucionen los sistemas propietarios y que no veremos una solución de internet abierta. Cuando se trata de la cuestión de privacidad, esas plataformas competirán por sí mismas sobre la base de privacidad preferencial. Facebook, por ejemplo, para su modelo comercial tiene que usar información de identificación personal, es un negocio que no puede operar sin eso. En el extremo opuesto, Apple gana todo su dinero con hardware, por lo tanto, no solo no necesitan usar información personal, sino que pueden hacer de eso una virtud, como lo han hecho recientemente con el iPhone”, explica. 

No obstante, si ve un espacio para el metaverso con espacios ambientados en tercera dimensión en los que las personas se vean reflejadas en representaciones de sí misma y puedan hacer actividades en mundos inmersivos. 

“Es en lo que Facebook está invirtiendo masivamente y por lo que cambió su nombre a Meta. La idea de Web 3 se refiere a combinar esos mundos inmersivos con activos digitales como las criptomonedas y el criptoarte”, amplía. 

 Desde su perspectiva, con la tecnología blockchain se ha desatado una especie de guerra, con fines de demostración de qué es realmente lo necesario en este campo.

“El punto clave no es confiar en la blockchain, el punto clave es confiar en la utilidad y por lo tanto tomar una decisión específica de, por ejemplo, compensación de valores”, anota. 

Entonces sugiere que las empresas vuelvan a la base de detectar problemas, como sus sistemas de información heredados que no están configurados para habilitar aplicaciones como la inteligencia artificial.

“Lo que tienen que hacer es diseñar esos sistemas para hacerlos más receptivos a todas estas nuevas y sofisticadas aplicaciones. Ese ha sido el gran desafío durante mucho tiempo, pero permanece porque la tarea es tan enorme, que en esencia termina siendo muy fácil para una empresa nueva como Airbnb y Uber”, complementa.

Mientras las empresas emergentes de base tecnológica pueden configurar sistemas desde el principio con datos integrados que se alimentan de todos los sistemas, las empresas con legado tienen sistemas por todas partes y les resulta muy difícil hacer que esos sistemas funcionen juntos. 

“Es un desafío de reingeniería”, recalca Evans, aclarando que en principio, las empresas existentes del sector real deberían tener como ventaja sus relaciones con los clientes y la distribución que tienen de forma física. 

Mientras que las compañías globales competirán con ecosistemas propios, ve que las compañías globales explotarán la inteligencia artificial y tecnologías inmersivas para incentivar la colaboración entre personas y maquinas, así como optimizar las cadenas de suministro y los CRM. 

Ese futuro en la economía lo visiona con mayor trabajo desde casa, mejorando la sostenibilidad con menos gente manejando hacia al trabajo y viajando menos y la generación de más trabajos por cuenta propia por medio de la economía colaborativa. 

#NuestraRevista Este es un artículo publicado en nuestra edición de la revista Forbes Colombia de julio.  Si desea recibir esta información de primera mano en nuestra revista física, ingrese a https://forbesdigital.publica.la/library para suscribirse.

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