La apertura de la economía colombiana sigue siendo insuficiente. Sin embargo, corregir el saldo de la balanza comercial no pasa por establecer acuerdos comerciales con Nicolás Maduro y una economía quebrada.
Colombia, una economía que, históricamente, ha sido considerada como una economía proteccionista, inició hace unos años un proceso de liberalización y apertura comercial que hoy la posiciona en los mercados internacionales. Con productos como el café, entre otros bienes primarios, Colombia es una economía que ha pasado de centrar toda su producción en el mercado interno para firmar acuerdos que hoy la posicionan como un fuerte socio comercial de países como los Estados Unidos, entre otras economías de primer nivel.
Por esta razón, y analizando dicha apertura, el peso del sector exterior en el PIB de la cuarta economía de América Latina ha ido creciendo con el paso de los años hasta situarse en el 37%. Además, la intención de sus mandatarios, al menos hasta la presidencia de Duque, es que esta ratio siga creciendo hasta situarse en los niveles que muestran muchas economías vecinas, las cuales superan el 50% y, en algunos casos, incluso el 80% y el 90%.
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Teniendo en cuenta los beneficios del comercio, es de celebrar la estrategia adoptada por una economía que, hasta hace pocos años, renunciaba a uno de los principales, y más robustos, motores económicos con los que cuenta el planeta. Acuerdos como el alcanzado con los Estados Unidos en 2012 han permitido al país registrar unos volúmenes en materia de transacciones bastante importantes, llegando a un escenario en el que la primera economía del mundo, como ocurre a día de hoy, ya se posiciona como el principal socio comercial del país latinoamericano.
En cifras, es preciso señalar que entre 2012 y 2020, la apertura comercial de la que hablamos permitió a Colombia exportar bienes a todo el mundo por valor de US$81.958 millones. De la misma manera, el tratado de libre comercio con los Estados Unidos, por ejemplo, permitió que, de los bienes citados, el 36,3% fueran con destino a Estados Unidos, su principal socio comercial. En otras palabras, una apuesta, a la luz de los datos, muy rentable para una economía que, como muestra la balanza comercial, comienza a aprovecharse de los beneficios de un comercio que ha permitido el desarrollo de economías emergentes como México, entre otras, que llevan años aprovechándose de este fenómeno.
Pero pese a lo que comentamos, también es preciso señalar que esa apertura comercial, pese a ser pronunciada teniendo en cuenta de dónde venimos, sigue siendo insuficiente cuando nos vamos a indicadores como la balanza comercial. En este sentido, la balanza comercial de Colombia en 2021 siguió siendo deficitaria, registrando esta un saldo negativo por valor de 15.424,8 millones de dólares. De esta manera, hablamos de casi 5.300 millones más que en 2020, tal y como podemos comprobar en las cifras que ofrece el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).
Pese a esa apertura mencionada, el país colombiano importó bienes y servicios el pasado año por valor de 56.648,8 millones de dólares, mientras que exportó por valor de 41.224 millones de dólares, resultando una diferencia negativa en el contraste.
Como mencionaba, la intención del Gobierno colombiano hasta la fecha era acabar con esa balanza comercial negativa, potenciando esa participación de la economía colombiana en los mercados internacionales. En este sentido, la propuesta de Duque estaba basada en el establecimiento y el aprovechamiento de nuevos tratados comerciales y ya existentes para potenciar ese comercia y, de esa manera, fomentar las exportaciones a otras economías con gran potencial, como las europeas. Una práctica que, como señalábamos, podía situar a Colombia al nivel de otras economías de la región, con ratios del 50% y el 60%.
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Además, en un escenario de reorganización de las cadenas de valor, como el que vivimos actualmente, el nearshoring y otras estrategias que pretenden diversificar el riesgo ante futuros escenarios pandémicos o bélicos podrían favorecer la llegada de inversiones y el interés de los inversores por una economía que, como muestran los indicadores consultados, se muestra cada día más receptiva con los capitales extranjeros y el sector exterior. Y ello, en un escenario en el que Colombia, también, se posiciona como la economía líder de la región en materia de crecimiento para el presente ejercicio, podría significar una oportunidad única para el país.
Llegados a este punto, es importante mencionar que la llegada de Petro a la presidencia del país, situando a la izquierda en el poder por primera vez en la historia, podría afectar a esto que analizamos y mencionamos. En primer lugar, porque no sabemos las políticas que pretende aplicar; pese a que diga que la estrategia será la misma y que la apertura seguirá produciéndose. Y en segundo lugar, porque no sabemos cómo gestionará el país un presidente que, dependiendo de sus actuaciones y las medidas aplicadas, podría ahuyentar el interés de unos inversores que, ante la posibilidad de que el populismo sucumba el país, podrían modificar sus decisiones de inversión.
Y basta señalar que uno de los primeros acuerdos que quiere poner en marcha Petro es el que le une a Nicolás Maduro y Venezuela, quedando aquí un reflejo de lo mencionado en el anterior párrafo, así como las intenciones de un presidente que pretende aplicar mecanismos para frenar la recesión que se viene con medidas como la que aquí mencionamos.
En definitiva, se espera que el país siga apostando por la apertura comercial y, de una vez por todas, logre corregir una balanza comercial que ha impedido a esta economía emergente aprovecharse de las bondades del comercio exterior. No obstante, el camino pasa por seguir potenciando esos acuerdos comerciales, así como unas relaciones que, como muestra la evidencia, no pasan por centrar los esfuerzos en Venezuela y otras economías que podrían dejar en fuera de juego a esta importante economía latinoamericana en un escenario único y claramente determinante para el futuro de esta economía.
Por: Francisco Coll Morales*
*El autor es economista, responsable de educación económica y financiera en Rankia. Analista, habiendo colaborado con organismos como el Foro Económico Mundial, el Foro de Turismo Mundial o el Secretariado de Transparencia Internacional.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.