La cuarta economía de América Latina, de querer impulsar ese cambio y aprovechar el punto de inflexión, cuenta con crecimientos, las condiciones y una capacidad mayor para adelantarse.

Desde hace varios meses venimos analizando la situación de la economía colombiana.

Cuando uno se detiene a analizar esta economía emergente, es cierto que el análisis que extraemos, por lo general, despierta el optimismo del analista. El crecimiento potencial de esta economía, el desarrollo que presenta el país respecto al mostrado por otras economías de la región, la iniciativa empresarial que le llevó a ser el país más emprendedor de América Latina el pasado ejercicio, así como numerosos factores, entre los que también conviene destacar que hablamos de la cuarta economía Latinoamérica, convierten a este país en uno de los más atractivos.

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La capacidad de Colombia para sortear la pandemia, su creciente y reciente apertura al exterior, su deseo de aliarse y preceder a economías como la estadounidense, entre otras fortalezas, convierten a Colombia en una economía con un futuro próspero y que, de hacerlo bien, puede ir, y cada vez más, pareciéndose a una economía desarrollada más que a una economía en desarrollo; pues basta pasear por Bogotá o Medellín para darse cuenta de que no estamos hablando de cualquier economía emergente. Y ello, lo demuestra el país con un crecimiento que hoy, como señalan los organismos, entre los que podemos destacar al FMI, la sitúan a la cabeza del continente.

En esta línea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó la pasada semana su pronóstico de crecimiento en lo que respecta a las economías de América Latina y el Caribe para el presente ejercicio, es decir, para 2022, y el próximo año, el 2023. En esta ocasión, la revisión acometida por el organismo no solo afirmó que la economía colombiana, es decir, el PIB de Colombia no crecerá este año un 5,8 %, como estaba previsto y como anunció este mismo organismo en abril, sino que, tras revisar los crecimientos, se espera un crecimiento superior, el cual podría situarse en torno al 6,3 % al finalizar el año.

Si cogemos esta cifra y la contrastamos con el resto de las economías, hablamos de la mayor tasa de crecimiento de entre las economías que conforman esta región emergente. Pero además de esto, el organismo con sede en Washington también publicó, como hemos comentado, las previsiones para el próximo año, es decir, para 2023. En lo que a este ejercicio respecta, la previsión de crecimiento publicada por el FMI sitúa el crecimiento de Colombia en el 3,5 %. En otras palabras, este dato también situaría a Colombia, durante el 2023, a la cabeza de entre las economías emergentes que integran esta región.

Pese a la inflación y los problemas que afectan a la economía colombiana, la situación la está sorteando bastante bien. El país, en este sentido, presenta fortalezas que le permiten un mejor comportamiento que el que prevén registrar otras economías homólogas. Además, numerosas oportunidades, como las que ofrece esa hipotética relocalización de las cadenas de valor, las ayudas desplegadas, entre otras oportunidades que han surgido en aguas revueltas, en un escenario en el que Colombia cuenta con las fortalezas citadas, podrían convertirse en una realidad muy fácilmente.

Con todo, debemos señalar que la economía colombiana, pese a lo que comento, cuenta con numerosas debilidades que combatir y reformas pendientes que traten de buscar ese nuevo modelo de Estado que precisa la economía colombiana. Pese a que cuenta con una mayor capacidad institucional que otras economías de la región, la desigualdad, la informalidad económica, los problemas internos con las guerrillas y otros asuntos conflictivos, entre otras situaciones similares muestran esa debilidad que, todavía y pese al gran avance, presentan las instituciones colombianas.

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Además, en lo que respecta a otros aspectos, como el comercio exterior, debemos subrayar que, como dijimos la pasada semana en esta misma columna, la apertura sigue siendo insuficiente; y la prueba de ello la encontramos en una balanza comercial deficitaria que sigue mostrando las limitaciones de una economía que, aun contando con acuerdos comerciales con la primera economía del mundo, sigue arraigada en esa postura proteccionista que le lleva a centrarse en el mercado interno y obviar el sector exterior. Y todo ello, en adición a otros aspectos que, como señalamos, siguen limitando el potencial de esta economía, como es una industria muy focalizada y poco diversificada.

Como podemos observar, Colombia es una economía que cuenta con grandes fortalezas y oportunidades por delante que explotar y rentabilizar. Sin embargo, ello no quita que hablamos de un problema con profundas debilidades estructurales que deben ser corregidas con reformas que aún siguen pendiente y que, de no llegar, podrían no permitir el desarrollo pleno de estas economías.

En esta línea y como conclusión, estas debilidades son un problema en un escenario en el que existe incertidumbre política y sigue pendiente la entrada de un presidente que podría tener otras preferencias, aunque hemos de señalar que el aspecto positivo de todo esto es que la cuarta economía de América Latina, de querer impulsar ese cambio y aprovechar el punto de inflexión, cuenta con crecimientos, las condiciones y una capacidad mayor para adelantarse y poner en marcha las reformas que, de verdad, garanticen el futuro de los colombianos y las colombianas en el país.

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Por: Francisco Coll Morales*
*El autor es economista, responsable de educación económica y financiera en Rankia. Analista, habiendo colaborado con organismos como el Foro Económico Mundial, el Foro de Turismo Mundial o el Secretariado de Transparencia Internacional.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.