Las economías de la región deberían empezar por despejar la incertidumbre. Hoy todas hablan de reformas económicas y crecimiento, pero nada de ello será posible si el populismo y la incertidumbre siguen siendo protagonistas.

En esta columna –y en numerosas ocasiones– hemos analizado cómo impacta un periodo de elevada incertidumbre en la economía de un país, así como todos esos efectos y fenómenos particulares que, de esta incertidumbre, se van derivando. Y en todos los análisis que he ido publicando sobre este asunto, siempre he concluido diciendo que “no hay mayor enemigo para la economía de un país que la propia incertidumbre”.

Aunque no podamos creerlo, hay que decir que la incertidumbre penaliza a la economía; y contrastando esa penalización con la producida por otros fenómenos, hablamos de una penalización a tener muy en cuenta.

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Dicho lo anterior, debemos comenzar sabiendo que la economía se mueve con base en una serie de expectativas.

Las expectativas, que son el conjunto de opiniones que tienen los agentes económicos acerca de cómo se comportará la economía, llevan a estos agentes a tomar decisiones del tipo que sean, como podría ser consumir, invertir, contratar, entre otras decisiones que estos agentes pueden llevar a cabo.

Si las expectativas son buenas y se cree que la economía va a ir bien, estos agentes consumen, invierten, crean empresas, contratan, entre otras acciones que permite el crecimiento económico. Si, por el contrario, las expectativas son malas y se cree que la economía va a empeorar, estos deciden no consumir y no invertir para guardar liquidez hasta que la cosa mejore.

Sin embargo, teniendo en cuenta que toda decisión económica está basada en una expectativa, ¿cómo influye la “inexistencia” de expectativas por darse un escenario de excepcional incertidumbre?

Cuando la economía funciona y crece, los agentes toman decisiones; como puede ser la compra de un bien, la creación de una empresa o la contratación de un nuevo empleado. Cuando la economía no funciona y decrece, estos mismos agentes toman otras decisiones; como puede ser el despido de un empleado, el cierre de una empresa, entre otras decisiones. Sin embargo, cuando la economía no va ni para delante ni para atrás, como ocurre en numerosas economías de América Latina, y las expectativas, debido a diversos factores, no se tienen por la existencia de una elevada incertidumbre que imposibilita hacer una predicción sencilla, estos agentes paralizan sus decisiones, y la economía, con esa paralización, se estanca.

Cuando no sabemos qué ocurrirá en el futuro, qué regulación y qué políticas se llevarán a cabo en el país, así como otras cuestiones de gran relevancia para los agentes económicos, no podemos tomar decisiones. ¿Para qué vamos a contratar a un empleado, si no sé qué ocurrirá en un mes? ¿Para qué voy a invertir en crear una empresa, si no sé cómo le irá al sector mañana? ¿Para qué voy a comprarme un bien de un precio elevado, si mañana puedo quedarme sin trabajo y sin capacidad de pago? Toda decisión económica, como decimos, se basa en unas expectativas, y si las expectativas no son claras, las decisiones se paralizan, como puede apreciarse en este ejemplo.

Por esta razón digo que la incertidumbre penaliza a la economía.

Y debemos decir que esta afirmación está bien fundamentada cuando vamos a la ciencia y comprobamos esto que aquí explico. En este sentido, podemos comenzar diciendo que, entre los principales indicadores económicos utilizados por los economistas para medir la economía, observamos la existencia de uno que refleja la percepción de los agentes económicos sobre esta. En otras palabras, observamos la existencia de un índice que, además de medir las expectativas que tienen los ciudadanos y permitirnos anticipar el comportamiento de estos, es uno de los índices más consultados por los economistas.

Con este índice en la mano, y habiéndolo relacionado y contrastado con la evolución de la economía, lo que observamos es que tanto las gráficas como los coeficientes de correlación muestran un estrecho acercamiento entre la evolución económica y la percepción de los consumidores en este índice de confianza. Además, según la prueba econométrica realizada por el Fondo Monetario Internacional en diversos estudios, existe una clara causalidad que confirma esa relación entre la evolución del PIB real y las percepciones de los consumidores respecto a su confianza en la economía.

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Y como prueba de ello, podemos ver la relación entre inversión extranjera en Reino Unido durante el Brexit.

Pero antes de acabar, es preciso señalar que, además de esta relación que citamos, también debemos atender a aquellos factores que motivan la incertidumbre, pudiendo señalar que esta puede venir de diversas fuentes; fuentes entre las que encontramos el populismo.

El ejemplo del Brexit nos ayuda a entender esta fuente de incertidumbre perfectamente. Y es preciso señalar que hablamos de una fuente de incertidumbre que, como muestran los estudios al respecto, acaba provocando caídas de hasta el 10% en el PIB per cápita de un país, entre otros muchos fenómenos que, en esencia y como decimos en este artículo, penalizan a la economía.

Teniendo todo esto en cuenta, muchas economías de América Latina deberían tomar nota y comenzar por despejar la incertidumbre que en estas economías se percibe. Pues podemos seguir hablando de crecimiento, desarrollo, recuperación y reformas económicas, pero nada de ello será posible si el populismo, o mejor dicho, si la incertidumbre que de este se deriva sigue presente en las economías, frenando aquellas expectativas que, como decíamos al inicio, las mueven.

Por: Francisco Coll Morales*
*El autor es economista, responsable de educación económica y financiera en Rankia. Analista, habiendo colaborado con organismos como el Foro Económico Mundial, el Foro de Turismo Mundial o el Secretariado de Transparencia Internacional.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.